El Gobierno español ha decidido prohibir la entrada en territorio nacional a los ministros ultraderechistas israelíes Bezalel Smotrich e Itamar Ben Gvir, en respuesta al veto de Israel a las ministras Yolanda Díaz y Sira Rego. La medida, anunciada por el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, forma parte del paquete de acciones aprobadas este martes en el Consejo de Ministros para frenar lo que el Ejecutivo califica de “genocidio en Gaza”.
Albares explicó que, aunque el decreto del embargo de armas aún no ha sido aprobado, sí se han puesto en marcha restricciones al espacio aéreo y marítimo para impedir cualquier envío de material militar hacia Israel. Según el ministro, estas decisiones representan “el compromiso del Gobierno con la paz y con el sentir mayoritario de los españoles contra la guerra y la violencia”, recordando la situación de civiles en Gaza sometidos a “hambruna y ataques indiscriminados”.
La tensión diplomática se ha intensificado después de que Israel declarara persona non grata a las ministras Díaz y Rego, acusando a España de mantener una política “antisemita”. Como reacción, el Ejecutivo español ordenó también la llamada a consultas de la embajadora en Tel Aviv, Ana María Salomón, un gesto que refleja la gravedad de la crisis bilateral.
Por su parte, la embajadora en funciones de Israel en España, Dana Erlich, lamentó que “siempre se ponga el foco en la responsabilidad de Israel y nunca en la de Hamás”, subrayando que los ataques contra la población israelí quedan minimizados en el discurso de parte de la política española.
En el Congreso de los Diputados, la división es evidente: los socios de la izquierda del Gobierno reclaman medidas aún más contundentes, incluida la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel, mientras que Vox acusa al Ejecutivo de utilizar este conflicto como una “cortina de humo” y el PP advierte de que España se aísla del consenso europeo, debilitando su posición internacional.
La escalada de reproches llega tras semanas de críticas del presidente Pedro Sánchez a la gestión israelí en Gaza, lo que ha provocado continuos roces con el Ejecutivo de Benjamin Netanyahu. La situación abre un nuevo capítulo de frialdad diplomática, con medidas que podrían afectar a las relaciones comerciales, de seguridad y de cooperación internacional entre ambos países.