Senadora, gracias por concederme esta entrevista. Quisiera comenzar preguntándole sobre la llamada Ley Ángel, una iniciativa que usted promovió y que ya es una realidad. ¿De qué se trata?
Gracias a ti, David. La Ley Ángel es uno de los proyectos que concebimos como prioritarios desde que soñamos con llegar al Senado. Tras años de activismo, vimos las enormes falencias en la legislación anterior, la impunidad, la frustración ciudadana ante una institucionalidad lenta, inoperante, muchas veces negligente. Por eso, decidimos construir un texto robusto, trabajado con penalistas, inspectores de policía y personas que aplican la norma día a día.
¿Qué contempla esta ley en concreto?
Es una norma integral con enfoque penal, policivo y pedagógico, que incluye además disposiciones de política pública. Aborda los vacíos jurídicos que permitían que la crueldad contra los animales quedara sin sanción. Con esta ley se podrá castigar a quienes causen daño deliberado a un animal, disuadir conductas violentas —que es el objetivo de toda ley penal— y profundizar un cambio cultural. Porque las leyes también tienen esa función: transformar conductas.
¿Por qué se llama Ley Ángel?
Le pusimos ese nombre en honor a Ángel, un perrito víctima de una crueldad extrema. Fue encontrado en Chiquinquirá, Boyacá, con el 80% del cuerpo despellejado, apenas tenía cinco meses. A pesar de que el agresor fue identificado, nunca hubo justicia. El caso conmovió profundamente a muchas personas. Queríamos que el nombre de la ley evocara esa memoria colectiva, que despertara empatía y compromiso. Hoy nadie habla de la Ley 2455 de 2024; todo el mundo la conoce como la Ley Ángel, lo que facilita su apropiación ciudadana.
¿Cuándo fue aprobada?
Padilla: Fue tramitada en tiempo récord. El último debate se aprobó el 25 de febrero de este año. Fue sancionada el 18 de abril y promulgada públicamente por el presidente del Senado el 23 del mismo mes, dada su relevancia.
“Llevo 23 años con esta causa en el corazón”
¿Cuánto tiempo lleva usted trabajando por los animales?
Toda mi vida adulta. Tengo 46 años y comencé a los 23. Empecé desde el activismo, pero un activismo propositivo. No solo denunciaba, también escribía documentos, propuestas de política pública, redactaba proyectos de acuerdo —todo muy empíricamente al comienzo, claro. Más adelante fui vocera de AnimaNaturalis Internacional durante diez años. Esa experiencia me enseñó a relacionarme con los medios y a ejercer un activismo serio, riguroso, con base en evidencia.
¿Y su formación académica?
Estudié Psicología en la Pontificia Universidad Javeriana, donde también di clases durante años. Trabajé temas de psicología jurídica y justicia alternativa. Enseñé en universidades como la Tadeo Lozano, la Antonio Nariño y terminé en la Universidad de los Andes, donde hice mi doctorado en Derecho. De ahí nació mi libro Derecho Sintiente, un análisis comparado sobre los derechos de los animales no humanos en América Latina. Fui la primera persona en el país en llegar al Senado con una agenda exclusiva de protección animal.
“Colombia ha avanzado, pero el rezago sigue siendo enorme”
¿Ha mejorado la situación de los animales en Colombia?
En algunos frentes, sí. Hace pocos años era impensable que un municipio de sexta categoría destinara recursos para programas de esterilización o construyera centros de bienestar animal. Hoy eso empieza a pasar. También se ha avanzado en lucha contra el tráfico de fauna silvestre y en políticas para gatos y perros abandonados. La denuncia ciudadana ha aumentado notablemente. En 2017, por primera vez el maltrato animal apareció entre los diez temas que más indignaban a los colombianos. Eso es significativo.
¿Y qué sigue pendiente?
Mucho. Aún tenemos más de 6.000 caballos jalando carretas en todo el país, a pesar de una ley de 2021 que prohibió esa práctica pero quedó mal redactada. Seguimos exportando animales vivos en barcos a países como Líbano, Jordania, Irak y Arabia Saudita. Es lo que yo llamo los barcos de la muerte. Las condiciones son brutales. Además, el tráfico de fauna nos ubica como el segundo país con mayor volumen de exportación ilegal de vida silvestre. El poder ganadero sigue dominando en el Congreso y el Gobierno, lo que dificulta cualquier regulación en ese frente.
“Las corralejas son nuestra próxima gran batalla”
¿Qué pasa con las corridas de toros y las corralejas?
Las corridas están en franco declive. Ya logramos una ley que las prohíbe desde 2027. Pero las corralejas siguen vivas, sobre todo en regiones como Córdoba y Sucre. Son prácticas salvajes que ponen en riesgo tanto a animales como a personas. Estamos trabajando en un proyecto de ley que busca desincentivarlas: prohibir instrumentos cortopunzantes, restringir la participación de menores y personas en estado de embriaguez, exigir pólizas y licencias de construcción. También queremos promover alternativas culturales como el toro de carnaval, que mantiene el folclor sin involucrar animales.
“Las proteccionistas necesitan apoyo del Estado”
¿Qué pasa con las mujeres que, sin recursos, tienen fundaciones u hogares de paso?
Es un drama silencioso. En Bogotá identificamos más de 3.000 mujeres en esta labor. Muchas son madres cabeza de hogar, desplazadas, sin acceso a empleo formal. Manejan fundaciones con 100, 200 hasta 400 animales, sin apoyo estatal. Estamos tramitando la Ley Proteccionistas para que el Estado las reconozca como un sector poblacional, con acceso a apoyo económico, salud mental y canales de comercialización para sus emprendimientos. Estas mujeres no deben ser vistas como locas sino como madres comunitarias que cuidan vidas.
“Construir Estado para los animales es mi propósito”
¿Cuál es su consigna en lo público?
Construir Estado para los animales. No pedimos compasión, pedimos justicia. Los animales también son habitantes del país. Con ellos se tejen lazos de afecto, economía, identidad. Mi tarea es que el Estado los reconozca, les garantice derechos y destine recursos.
“Holanda ha sido un modelo; China, una tragedia”
¿Qué países lo están haciendo bien en protección animal?
Holanda es un ejemplo. Erradicaron el abandono con políticas inteligentes: impuestos, educación, penalización al comercio irresponsable. Alemania y Suiza tienen buenas normas, pero aún mantienen prácticas cuestionables como circos con animales. En América Latina, Colombia va a la vanguardia. Estados Unidos tiene una policía animal eficaz, aunque su industria pecuaria sigue siendo extremadamente cruel. En Oriente Medio no hay legislación. En India, pese a su tradición filosófica, hay sufrimiento por exceso de animales callejeros sin control. China es un desastre. Los mercados húmedos, el consumo de animales silvestres, los métodos de matanza… es brutal.
¿Cree que las corridas desaparecerán en España y el sur de Francia?
Sí, pero no por ley, sino por cambio generacional. Las nuevas generaciones ya no se identifican con esa práctica. La asistencia ha disminuido. Es un espectáculo cada vez más elitista y ridículo. En Colombia logramos su prohibición legal para 2027, pero creo que incluso sin ley habrían desaparecido antes. Las corralejas, en cambio, persisten por su arraigo popular. Allí también hay una lucha de clases y de centralismo que debemos entender para enfrentarlas con inteligencia.
Gracias, senadora, por esta conversación tan clara y necesaria.
A ti, David. Gracias por ayudar a amplificar esta causa.