En el auditorio de la Fundación Pons, ante decenas de empresarios y directivos madrileños, Ángela de Miguel habló sin rodeos: “La microempresa está desapareciendo, y sin ellas no se puede transformar España”. Su advertencia, lanzada durante un encuentro organizado por Madrid Foro Empresarial, resonó como una llamada de auxilio para el tejido productivo que sostiene más del 99% del empleo en España.
De Miguel, elegida presidenta de CEPYME el pasado mes de mayo, recordó que el país cuenta con más de dos millones de pymes y apenas 5.600 grandes corporaciones, pero las políticas “siguen diseñándose pensando en las grandes”. “CEPYME debe ser la voz de las pequeñas y medianas empresas dentro de la CEOE, porque el 99,6 % del tejido empresarial lo forman las pymes y microempresas”, insistió.
La desaparición silenciosa de las microempresas
En los últimos cinco años han desaparecido 22.700 empresas en España, la mayoría de tamaño micro. “Sin pymes no hay cohesión territorial, empleo de calidad ni innovación. Si no revertimos esta tendencia, la España vaciada será una realidad irreversible”, advirtió.
La presidenta señaló tres grandes retos que marcan la hoja de ruta de CEPYME:
- La complejidad normativa, con más de 3.500 leyes y reglamentos activos y unas 500 nuevas cada año.
- La presión fiscal, con un esfuerzo empresarial del 33%, ocho puntos por encima de la media europea.
- El incremento de los costes laborales, agravado por el absentismo y la rigidez regulatoria.
“El empresario español quiere mejorar las condiciones de sus trabajadores, pero necesita margen para hacerlo. Las decisiones del Gobierno deben contar con el consenso del diálogo social”, subrayó De Miguel.
Verifactu y el control horario: cuando la digitalización se convierte en trampa
Entre los temas que suscitaron mayor preocupación, la presidenta de CEPYME apuntó directamente a dos medidas recientes: Verifactu, el nuevo sistema de facturación electrónica, y la obligación de control horario digital.
“Verifactu puede ser una herramienta útil, pero tal y como está diseñada añade costes y complejidad. No se puede imponer la digitalización por decreto sin garantizar primero la conectividad, la formación y la capacidad tecnológica de las pequeñas empresas, sobre todo en el mundo rural”, explicó.
Sobre la reducción de jornada a 37,5 horas semanales, De Miguel fue tajante: “Si se aplica sin flexibilidad, provocará una sangría mayor entre las microempresas”. Recordó que “cada empresa debe poder pactar con sus trabajadores; en las más pequeñas, el margen es mínimo y el control horario no puede convertirse en un obstáculo para la productividad ni para la conciliación”.
“La burocracia se ha convertido en el principal enemigo del empresario”
El presidente de Madrid Foro Empresarial, Hilario Alfaro, coincidió en el diagnóstico y reclamó medidas urgentes: “La situación de las microempresas es crítica y el marco regulatorio no ayuda. Pedimos una simplificación administrativa real, una reducción de la presión fiscal y la elevación del límite de pago en efectivo. No puede ser que la burocracia se haya convertido en el principal enemigo del empresario”.
Alfaro recordó además que el foro empresarial ha puesto en marcha un Monitor de Absentismo para analizar su impacto en la productividad y buscar soluciones conjuntas entre empresarios y administraciones.
El absentismo, la fiscalidad y la oportunidad perdida de los fondos europeos
De Miguel calificó el absentismo laboral como “uno de los grandes problemas actuales”. Citó el incremento del 88% en las bajas por salud mental y propuso una gestión más eficaz de las incapacidades temporales: “Hay que reforzar la inspección médica y permitir que el trabajador elija su tratamiento cuando sea posible. Galicia ya lo ha hecho con buenos resultados”.
También lamentó que las pymes no se hayan beneficiado de los fondos europeos Next Generation, pensados —en teoría— para transformar la economía española. “Iban destinados a modernizar el tejido productivo, pero las pymes no hemos olido nada. No se puede transformar España sin contar con ellas”, concluyó.
Un clamor compartido
El encuentro, moderado por Iñaki Ortega, director general de LLYC Madrid, reunió a empresarios y directivos que debatieron sobre digitalización, competitividad y atracción de talento. El tono fue unánime: urge un cambio de rumbo.
España busca avanzar hacia la innovación y la sostenibilidad, pero su base empresarial —las micro y pequeñas empresas— se siente asfixiada por la carga normativa y los costes crecientes. “Si seguimos perdiendo pequeñas empresas, no habrá grandes historias de éxito que contar”, resumió uno de los asistentes al cierre del acto.