La repetición escolar en España ha alcanzado cifras nunca vistas: un 1,1% en Primaria y un 7% en la ESO, según los últimos datos del Ministerio de Educación correspondientes al curso 2022-2023. Sin embargo, la polémica está servida: mientras el Gobierno lo presenta como un avance en la lucha contra el fracaso escolar, voces críticas cuestionan si esta reducción responde a un cambio metodológico impuesto por la Ley Celaá (LOMLOE) más que a una verdadera mejora del aprendizaje.
La ley, aprobada en 2020, estableció que la repetición debía ser una medida excepcional. En Primaria, solo se permite repetir una vez y siempre al final de ciclo (2º, 4º o 6º curso). En la ESO, el límite se ha fijado en dos repeticiones como máximo en toda la etapa obligatoria, frente a las tres que permitía la normativa anterior (LOMCE).
Un debate abierto: ¿menos fracaso o menos filtros?
Para Álvaro Marchesi, ex secretario de Estado de Educación, el descenso es positivo, pero advierte que “no basta con bajar la repetición si al mismo tiempo no hay programas de apoyo a los alumnos y familias”. Según explica, la medida solo será efectiva si se acompaña de ratios más bajas en las aulas, más orientadores, refuerzo educativo y recursos específicos para contextos vulnerables.
Por su parte, la catedrática de Psicología Evolutiva de la UAM, Elena Martín, defiende que evitar la repetición es beneficioso para la motivación del alumnado: “Permite seguir con su grupo y tener expectativas más altas”. Sin embargo, admite que sin planes de refuerzo, los problemas de aprendizaje persistirán.
Desde la docencia, la percepción es más crítica. David Fernández, profesor de Secundaria en Barcelona, considera que los cambios legales han reducido las repeticiones “a base de aprobar con suspensos”: “Con clases de 25 o 30 alumnos, resulta imposible un seguimiento real. La ley dice que pasen, pero el aprendizaje sigue siendo desigual”.
¿Una estadística maquillada?
La Ley Celaá fue presentada como un paso hacia un modelo educativo inclusivo, pero ha sido acusada de maquillar los datos de fracaso escolar. El propio diseño normativo permite promocionar de curso con asignaturas suspendidas siempre que se considere que el alumno ha adquirido las competencias básicas o tenga “expectativas favorables de recuperación”.
Críticos del sistema lo comparan con otros indicadores como el paro, donde los fijos discontinuos maquillan la cifra de desempleo real. En palabras de un docente: “Nos dicen que la repetición baja, pero lo hace porque el filtro es más laxo, no porque el aprendizaje haya mejorado”.
La clave: recursos frente a normativa
El consenso entre los expertos es que la repetición, por sí sola, es ineficaz y costosa, pero su reducción sin un refuerzo paralelo puede ser un espejismo. Mientras tanto, el abandono escolar temprano en España sigue duplicando la media europea, lo que evidencia que la raíz del problema va más allá de los cambios legales.
En definitiva, la caída de la tasa de repetición escolar puede interpretarse como un logro legislativo o como un ajuste estadístico. La verdadera incógnita será si esta tendencia logra traducirse en menos fracaso y abandono escolar real en los próximos años.