En la conversación pública sobre inmigración, abundan las percepciones y escasean los datos. El último informe de Fedea, firmado por el economista Ismael Gálvez-Iniesta (Universitat de les Illes Balears), se propone cerrar esa brecha.
Su conclusión principal es rotunda: la inmigración no ha desplazado de forma significativa a los trabajadores españoles y, en determinados periodos, ha contribuido a aumentar su tasa de empleo.
El trabajo analiza dos décadas de evolución (2005-2024) con microdatos de la Encuesta de Población Activa (INE), incorporando tanto la etapa del gran boom migratorio de principios de los 2000 como la Gran Recesión, la recuperación posterior y el repunte reciente de llegadas.
Un crecimiento demográfico sin precedentes
En 1990, España contaba con unos 800.000 residentes nacidos en el extranjero (2% de la población). En 2024, esa cifra roza los 9 millones (18,5%), situando al país entre los que más han aumentado su proporción de inmigrantes en Europa.
Este cambio demográfico ha transformado sectores enteros: agricultura, construcción, hostelería, cuidados y servicios personales dependen en buena medida de mano de obra extranjera.
Según el Real Instituto Elcano, entre enero de 2024 y marzo de 2025 nueve de cada diez nuevos empleos en España fueron ocupados por inmigrantes, y en provincias como Almería, Lleida o Baleares ya suponen más del 15 % de la fuerza laboral.
Qué dice el informe: datos, periodos y matices
El análisis de Gálvez-Iniesta divide el impacto en dos grandes etapas:
- 2005-2013: La inmigración tuvo un efecto positivo y estadísticamente significativo sobre el empleo nativo. En algunas celdas de habilidades (combinaciones de educación y experiencia laboral), un aumento del 1 % en la proporción de inmigrantes se asoció con hasta un +19 % en la tasa de empleo de los nativos.
- 2014-2024: El signo se invierte levemente, con efectos pequeños y negativos (-0,02 a -0,04 % por cada punto de incremento migratorio). La magnitud es reducida, pero el cambio refleja un contexto distinto: ralentización del crecimiento económico, cambios en la composición por origen y cualificación, y mayor presión en algunos sectores con baja productividad.
Por qué el impacto es limitado
El estudio apunta a varios factores que explican la moderación del efecto:
- Especialización complementaria: inmigrantes y nativos tienden a concentrarse en tareas distintas, reduciendo la competencia directa.
- Ajuste de capital y tecnología: las empresas invierten y adaptan procesos para absorber más mano de obra.
- Movilidad interna y sectorial: los trabajadores españoles cambian de sector o región en respuesta a variaciones del mercado.
- Efectos de red: las comunidades migrantes facilitan la integración rápida en nichos laborales sin desplazar de forma masiva a nativos.
El contexto internacional
La evidencia para otros países desarrollados refuerza el hallazgo español. La OCDE estima que la inmigración ha generado más del 25 % del empleo en España entre 2023 y 2025, y el Banco Central Europeo atribuye a trabajadores extranjeros el 80 % del crecimiento del empleo en la eurozona en el último lustro.
Mitos frente a cifras
Los resultados de Fedea se suman a una larga lista de estudios que rebaten la idea de que la inmigración “quita trabajo” a los españoles. Si bien existen impactos más visibles en ciertos grupos —sobre todo entre los trabajadores con menor cualificación que compiten directamente con inmigrantes—, estos no son generalizados ni de gran magnitud.
“El debate debe centrarse en cómo aprovechar el capital humano que llega, no en alimentarlo de prejuicios”, señala Gálvez-Iniesta en el informe.
Claves para el futuro
Con una población envejecida y una tasa de natalidad entre las más bajas de Europa, España afronta el reto de mantener su base laboral. Los flujos migratorios, bien gestionados, pueden:
- Sostener el sistema de pensiones.
- Cubrir vacantes en sectores críticos.
- Impulsar la innovación y la productividad.
Pero, advierte el estudio, lograrlo exige políticas activas de formación, integración y adecuación de la oferta educativa a la demanda real del mercado.
Lo datos lo dejan claro
La inmigración es un fenómeno estructural de la economía española. El informe de Fedea lo confirma con datos: su impacto en el empleo de los nativos es, en conjunto, limitado y, en ciertos periodos, beneficioso. Ante el envejecimiento y la escasez de mano de obra en sectores clave, la cuestión no es si España puede permitirse acoger inmigrantes, sino si puede permitirse no hacerlo.