El escritor y periodista José Nakens (Sevilla, 1841 – Madrid, 1926) fue una de las grandes figuras del anticlericalismo y del republicanismo español de finales del XIX y de principios del XX. Se le acusó de ocultar en la redacción de su periódico satírico “El Motín”a Mateo Morral, autor del atentado cometido el 31 de mayo de 1906 en la calle Mayor, justo en el momento en que pasaba la carroza en la que iban Alfonso XIII y Victoria Eugenia el día de su boda. El ramo de flores en el que había envuelto la bomba chocó contra un cable que lo desvió y en su explosión murieron 25 personas que habían ido a ver el paso de la comitiva cuando regresaba desde la iglesia de los Jerónimos y se dirigía al Palacio Real. Ese incidente ocasionó terribles consecuencias. Nakens fue encarcelado y Morral se suicidó a los pocos días, cuando fue detenido; aunque siempre ha habido debate sobre aquellos sucesos. Pío Baroja, Ricardo Baroja, Ramón del Valle-Inclán y Gómez de la Serna habían conocido a Morral en la tertulia de la horchatería Las Candelas en la calle de Alcalá, y una vez enterados del suicidio acudieron a la Cripta del Hospital del Buen Suceso para que Ricardo Baroja pudiese hacer un aguafuerte del cadáver. Valle-Inclán recordó, en el prólogo de “El pedigree” de Ricardo Baroja, que Morral había estado con ellos el día anterior al atentado.
José Nakens había sido uno de los fundadores de “El Motín” en 1881. Contó con periodistas como Juan Vallejo Larriaga (codirector del periódico. También había sido redactor de “El Solfeo”, “El Jaque Mate”, “El Buñuelo” y “La República”), Segismundo Pey Ordeix (estudió eclesiásticas en la diócesis de Vich. Fue administrador del Seminario de Osma y capellán en el Hospicio de Soria. Terminó sus días siendo un destacado miembro del movimiento anticlerical. Una vez apartado del sacerdocio se casó con Manuela Casado y fue padre de la pianista y compositora Diana Pey Casado). Otros colaboradores de “El Motín” fueron Domingo Blanco Misamigo y Eduardo Sojo (ilustrador que firmaba con el seudónimo de Demócrito).
La vida de “El Motín” fue venturosa en extremo, ya que a lo largo del tiempo en que se editó no faltaron los encarcelamientos de sus redactores, las abundantes y cuantiosas multas, las decenas de excomuniones, los complicados procesos y los continuos sobresaltos. Después de que “El Motín” hubiera pasado por aquellos iniciales tiempos de penuria, tomo un nuevo camino mucho más interesante en su segunda época, que coincidió con la salida de José Nakens de prisión. Fue entonces cuando la publicación que apenas tenía cuatro páginas llegó a tener incluso dieciséis. Con tantas páginas se multiplicó inmediatamente el número de lectores y se logró una tirada de 20.000 ejemplares. En este segundo tiempo fueron muchos los escritores que apoyaron a Nakens. Ramiro de Maeztu llegó a decir que era un gran hombre. Pero el fundador de “El Motín” siguió incidiendo en sus tesis fundacionales, e incluso se implicó más para que la publicación fuera a partir de ese momento mucho más anticlerical. Y, poco a poco, comenzó la cuesta abajo, especialmente por la constante pérdida de lectores y el continuo descenso de las páginas publicadas, hasta que en sus últimos días volvieron a ser cuatro, como al principio.
Uno de los más fieles lectores propició una suscripción especial en homenaje a Nakens en la que colaboraron autores como Roberto Castrovido, Álvaro de Albornoz, Hermenegildo Giner de los Ríos, Emilio Menéndez Pallarés o Luis de Tapia Romero (literato nacido en la calle del Pez de Madrid. Fue uno de los poetas más populares de los años 30. Se le llamó “Poeta del pueblo”).
Cuando “El Motín” ya estaba extenuado por las deudas y su escasa economía lo acuciaba, escritores como Gregorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala o Rafael Altamira se movilizaron para ayudar a una publicación que ya estaba a punto de expirar. En 1925 la Asociación de la Prensa concedió a Nakens una pensión vitalicia de 150 pesetas al mes.
Uno de los sonetos publicados por José Nakens y dedicado a un obispo dice así: ¿Quieres que digno de Jesús te crea? / Pues renuncia al palacio donde vives; / vende las joyas que orgulloso exhibes; /despide tus lacayos con librea. / Ve a pie; da pan; consuela. Que yo vea, / no que de ser frenético te inhibes, / sino que gratis das lo que recibes, / y que el ansia de amor te aguijonea, / y que atacas al déspota y al fuerte / sin temor al martirio ni a la muerte, / y entonces te diré: “Por ser humano,” / eres digno de Aquel que al pueblo amaba / y el cielo al poderoso escatimaba. / Beso tu anillo...¡No!...Beso tu mano.