El aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas atraviesa su peor crisis estructural y social en años. Mientras las administraciones se cruzan acusaciones y Aena defiende que está trabajando con las instituciones, la Terminal 4 sigue siendo el refugio improvisado de cerca de 500 personas sin hogar que cada noche pernoctan entre mostradores, pasillos y baños.
Tras las quejas de aerolíneas como Emirates, que reclamaron mayor control por la inseguridad y el impacto en su operativa, el sindicato Alternativa Sindical Aena/Enaire (ASAE) ha denunciado que Aena ha reubicado a estos ocupantes no autorizados (ONA) a nuevas zonas menos visibles, como la planta 2 norte y la planta 1 sur de la T4, cerca de oficinas en desuso. Según el sindicato, esta maniobra solo traslada el problema a otras aerolíneas, como Boliviana de Aviación, American Airlines y El Al, entre otras.
Los trabajadores denuncian desde hace meses que el aeropuerto se ha convertido en una "ciudad sin ley", con peleas, robos, mafias, prostitución y amenazas con armas blancas. El último incidente grave se produjo el 22 de abril, cuando dos indigentes se enfrentaron armados con un cuchillo y un destornillador en plena zona de facturación, un episodio que terminó con una detención por amenazas graves.
Además, los sindicatos alertan de una grave crisis sanitaria. Las plagas de chinches, garrapatas y sarna han provocado casos de contagio entre los empleados, que relatan cómo los baños se usan para cocinar, lavar ropa o ejercer la prostitución. "Vivimos obsesionados, entras y te pica todo el cuerpo", aseguran algunos.
A pesar de las imágenes de fumigaciones en los mostradores, Aena niega que exista una plaga generalizada, aunque admite que ha detectado insectos "en puntos muy limitados" y asegura que la limpieza e higienización son constantes. Sin embargo, los trabajadores consideran estas acciones insuficientes y cosméticas, ya que no se aborda el verdadero problema estructural.
Desde el Ayuntamiento de Madrid, la vicealcaldesa Inma Sanz ha exigido la implicación del Gobierno central, recordando que Aena es competencia estatal. Por su parte, Aena se defiende afirmando que no tiene competencias sociales, mientras que Delegación del Gobierno y el Ministerio de Migraciones siguen sin presentar un plan claro.
La situación daña seriamente la imagen internacional del aeropuerto, según denuncian los empleados y algunos viajeros. Barajas es la puerta de entrada a España para millones de turistas, que se encuentran con un escenario de decadencia, insalubridad y abandono que se viraliza en redes sociales y daña la reputación del país.
Mientras las instituciones siguen discutiendo sobre a quién le corresponde actuar, los trabajadores reclaman medidas urgentes. "Esto no puede seguir así, es un riesgo para empleados, pasajeros y para las propias personas sin hogar", denuncia Antonio Llarena, secretario de ASAE.
La Delegación del Gobierno y los sindicatos acordaron en abril realizar un censo de las personas sin hogar para buscar soluciones personalizadas, pero de momento no se ha materializado ninguna actuación efectiva.
Barajas, convertido en un escaparate de la descoordinación política, sigue viviendo cada noche entre la tensión, la insalubridad y el miedo. La terminal más moderna de España se ha transformado en zona cero de una crisis social que nadie parece dispuesto a resolver.