Empleo

Los jóvenes españoles se debaten entre estabilidad y emprendimiento en un mundo laboral cambiante

La estabilidad y los buenos ingresos, estos sectores tienen un componente social importante, permitiendo a los jóvenes ver el impacto directo de su trabajo en la sociedad
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Los jóvenes en España se muestran cada vez menos inclinados hacia el emprendimiento y más enfocados en encontrar estabilidad laboral a través de empleos tradicionales. Según el estudio NOWTID, el 73,6% de los jóvenes prefiere un trabajo remunerado que ofrezca un salario estable y altos ingresos, en lugar de asumir los riesgos de crear su propio negocio. Esto refleja una tendencia donde la pregunta común no es cómo emprender, sino qué tipo de empleo podría ser “fácil y bien pagado”.

Entre las opciones de carrera, el sector sanitario y el empleo público destacan como los más atractivos para la Generación Z en España. Además de la estabilidad y los buenos ingresos, estos sectores tienen un componente social importante, permitiendo a los jóvenes ver el impacto directo de su trabajo en la sociedad. La pandemia ha reforzado esta percepción, ya que ha subrayado el papel crucial de los profesionales de la salud y los funcionarios públicos para el funcionamiento básico de la sociedad, incluso en tiempos de crisis económica.

Esta preferencia por la estabilidad y el impacto social de sus trabajos sugiere que los jóvenes valoran no sólo la seguridad financiera, sino también la contribución a sectores esenciales que sostienen el bienestar colectivo, inclinándose así por opciones laborales que les garanticen un entorno estable y de propósito.

Flexibilidad 

La pandemia ha impulsado una transformación significativa en el mundo laboral, destacando la flexibilidad y el desarrollo profesional como valores prioritarios para las generaciones más jóvenes. Aquellos nacidos en las últimas dos décadas buscan, ahora más que nunca, empleos que ofrezcan teletrabajo y horarios flexibles, permitiéndoles equilibrar sus ambiciones profesionales con su vida personal. Esta demanda de adaptabilidad y autonomía ha llevado a las empresas a replantearse tanto sus estructuras como sus políticas, encontrándose con el desafío de atraer y retener talento joven.

En este contexto, las compañías que ofrecen programas sólidos de desarrollo profesional y oportunidades de crecimiento están en clara ventaja. Para la Generación Z, la experiencia laboral y el acceso a formación continua son tan importantes como el salario, y valoran especialmente la posibilidad de crecer y aprender dentro de una organización.

Sin embargo, esta tendencia supone un reto para las empresas con modelos más tradicionales, enfocadas en estructuras rígidas y menos flexibles. Adaptarse para atraer talento joven requiere una cultura laboral más inclusiva y abierta a la innovación, elementos que pueden ser difíciles de implementar para algunas organizaciones. Aquellas que no logren ajustarse a estas expectativas corren el riesgo de perder un grupo de talento vibrante y decidido a dirigir sus propias trayectorias laborales en entornos que prioricen el bienestar y el crecimiento.

Equilibrio entre trabajo y estudio 

La digitalización y el auge de los programas de formación profesional han abierto nuevas posibilidades para que los jóvenes combinen sus estudios con el trabajo. Los cursos en línea y la flexibilidad horaria han facilitado que muchos puedan continuar su formación mientras adquieren experiencia en el mercado laboral, lo cual era difícil de alcanzar en modelos educativos tradicionales.

Sin embargo, esta dualidad de roles trae consigo desafíos importantes. Para los jóvenes, gestionar el tiempo de manera eficaz se convierte en una habilidad crucial, pero también en una fuente constante de estrés. La necesidad de equilibrar las exigencias académicas con las laborales puede ser abrumadora, ya que deben mantenerse atentos a ambas responsabilidades y adaptarse a cambios rápidos en ambos entornos. Esto plantea una nueva realidad en la que la formación es accesible y las oportunidades laborales están al alcance, pero exige de los jóvenes una capacidad de organización y resiliencia destacable.