Barajas

Los controles en Barajas reducen a un centenar las personas sin hogar dentro del aeropuerto, pero más de 200 duermen fuera

Sindicatos y entidades sociales alertan de que el operativo ha desplazado el problema sin ofrecer soluciones reales. Historias como la de Christian Vélez evidencian la urgencia social

Aeorpuerto de Barajas - Foto de Aena
photo_camera Aeorpuerto de Barajas - Foto de Aena

La entrada en vigor de los controles nocturnos de acceso en el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas ha reducido a menos de un centenar el número de personas sin hogar que pernoctan dentro de las terminales. Sin embargo, más de 200 siguen durmiendo en el exterior del aeropuerto, en parkings y zonas aledañas, según denuncian los sindicatos y organizaciones sociales, que reclaman una solución urgente, viable y definitiva.

El nuevo dispositivo, activo desde esta semana, implica controles en cinco puertas de las terminales 1, 2 y 3, y en cuatro accesos de la terminal 4, operados por una veintena de vigilantes de seguridad especializados en el control de acceso nocturno. Las autoridades han calificado el despliegue como necesario para garantizar la seguridad y el uso adecuado de las instalaciones aeroportuarias.

Desde el Ayuntamiento de Madrid, se ha llegado a hablar de “absoluta temeridad tener a 400 personas sin identificar en Barajas”. Pero los sindicatos denuncian que el problema se ha trasladado, no resuelto, y que ahora muchas de esas personas duermen al raso, sin ningún tipo de cobertura asistencial. “No basta con desalojar, hay que ofrecer alternativas habitacionales reales”, insisten desde Comisiones Obreras y UGT.

Detrás de las cifras hay personas con historias como la de Christian Vélez, un ciudadano francés de 70 años que lleva siete años durmiendo en Barajas. Según relata para las cámaras de Telemadrid, lleva 19 años viviendo en aeropuertos, tras ser desahuciado por su hermana en Francia. En Madrid vivió 40 años, y regresó tras una oferta de empleo que nunca se concretó. El mismo día de su llegada, le robaron todo, y desde entonces, la Terminal 1 se ha convertido en su refugio.

Aquí la cama es durísima, pero me he acostumbrado”, cuenta entre sonrisas, sin perder el humor pese a una situación de extrema vulnerabilidad. Christian fue vigilante de seguridad y, aunque roza los 70, aún sueña con encontrar trabajo. Sobrevive gracias a la caridad de algunos pasajeros y empleados del aeropuerto, aunque denuncia que “nos miran como si fuésemos basura”.

La situación de Barajas no es nueva. El aeropuerto se ha convertido en uno de los mayores refugios informales para personas sin hogar en la Comunidad de Madrid, especialmente durante las noches. La pandemia agravó el problema, y la falta de recursos específicos ha permitido que se cronifique.

Las entidades sociales reclaman más recursos de emergencia, coordinación entre administraciones y la activación de un plan integral que incluya vivienda, salud mental y reinserción laboral. Denuncian que el operativo actual, basado en filtros de seguridad, carece de componente social y no atiende las causas estructurales que empujan a estas personas a vivir en el aeropuerto.

Mientras tanto, Christian y otros cientos de personas seguirán durmiendo donde puedan, con frío, inseguridad y sin saber si mañana volverán a ser expulsados de su único refugio. La urgencia humanitaria es evidente, pero la respuesta institucional aún parece lejos de estar a la altura.