Este histórico reloj, con 159 años de antigüedad, se someterá en marzo a un proceso de mantenimiento integral que lo mantendrá parado durante unas dos semanas.
Un desmontaje en tres fases
El reloj, diseñado por el español José Rodríguez Losada, será desmontado en un complejo proceso que constará de tres fases, dada su estructura con cuatro esferas y múltiples transmisiones. "Es complicado porque tiene muchas partes que requieren precisión absoluta", explica Gustavo Pulido, uno de los relojeros encargados de su mantenimiento.
Aunque su aspecto exterior se mantendrá intacto, su maquinaria interna será sometida a una revisión y ajustes en profundidad, necesarios para garantizar que siga funcionando con la misma puntualidad con la que lo ha hecho durante casi 160 años.
Un orgullo para los relojeros
El equipo de la Relojería Losada, responsable del cuidado del reloj desde hace décadas, llevará a cabo esta delicada operación. Pedro Ortiz, uno de los relojeros, destacó la importancia de esta tarea: "Que nos encarguen el reloj más famoso del mundo es un orgullo inmenso".
El oficio de relojero, que exige precisión milimétrica y un conocimiento profundo de los engranajes, enfrenta además el reto de la falta de relevo generacional. Sin embargo, estos maestros relojeros aseguran que el emblemático reloj estará listo para seguir marcando el tiempo, especialmente en las campanadas del próximo 31 de diciembre.
Un reloj que une generaciones
Este mantenimiento no es una restauración como la realizada en 1996, sino una medida preventiva para preservar el legado de uno de los símbolos más queridos de Madrid. "Es un reloj único, una obra maestra que ya no se fabrica", afirman los relojeros, conscientes de la responsabilidad que conlleva mantenerlo en perfecto estado.
Gracias al cuidado y precisión de estos expertos, los madrileños y visitantes de todo el mundo podrán seguir confiando en este reloj como el guardián del tiempo en la Puerta del Sol.