El exministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, ha abierto por primera vez la puerta a alcanzar un pacto con la Fiscalía en el marco del caso Koldo. Lo ha hecho en una entrevista emitida este jueves en la Cadena SER, en la que también ha cargado duramente contra Santos Cerdán, actual secretario de Organización del PSOE, a quien acusa de haberle utilizado para encubrir las actuaciones de su exasesor, Koldo García.
“No descarto nada. Quiero colaborar con la justicia, no tengo nada que ocultar”, ha afirmado Ábalos durante la entrevista. Sus declaraciones llegan a pocos días de tener que comparecer ante el juez del Tribunal Supremo, que le investiga por presuntos delitos de tráfico de influencias y malversación de caudales públicos, en relación con los contratos firmados durante la pandemia.
El cerco judicial
La causa conocida como caso Koldo investiga una supuesta trama de comisiones ilegales vinculada a la compra de mascarillas a través de contratos públicos entre 2020 y 2022. La Fiscalía Anticorrupción sostiene que Ábalos pudo haber conocido o incluso tolerado estos negocios, que implicarían también a su entorno más cercano.
En su intervención radiofónica, el exministro no negó la existencia de audios que vinculan a su exasesor con una supuesta “deuda”, pero aseguró que “nunca hubo sobornos, ni financiación ilegal del PSOE”. Aun así, no cerró la puerta a buscar un acuerdo con la Fiscalía que le permitiera reducir su exposición penal, algo que los analistas judiciales ya ven como una opción realista, especialmente tras el precedente de su exjefe de gabinete.
Acusaciones internas y clima de ruptura
En tono claramente defensivo, Ábalos acusó a su partido de haberlo dejado caer por cálculo político, pese a haber sido una de las figuras clave del primer Gobierno de coalición. “Santos Cerdán me utilizó, me dejaron solo, como si yo hubiese sido el cerebro de algo que nunca ocurrió”, afirmó.
También mostró su malestar con Pedro Sánchez, a quien atribuyó una “pasividad calculada” ante las derivadas internas del caso. Cabe recordar que Ábalos fue apartado del grupo parlamentario socialista en febrero de este año, lo que provocó su paso al Grupo Mixto, aunque no ha renunciado a su escaño.
Un pacto sobre la mesa
Las palabras del exministro son interpretadas por juristas como un movimiento medido para preparar el terreno de un posible pacto con la Fiscalía. El procedimiento penal aún se encuentra en fase de instrucción, pero la posición de Ábalos ha ido evolucionando desde la negación inicial hacia una postura más pragmática.
El juez del Tribunal Supremo, Leopoldo Puente, mantiene actualmente medidas cautelares, como la retirada de pasaporte. En paralelo, la Fiscalía ya sospechaba que el exministro podría buscar un acuerdo limitado en el que Koldo García asumiera la mayor parte de la responsabilidad, algo que ahora se estaría replanteando a raíz del avance de la investigación y la presión mediática.
Claves de lo que viene
Ábalos está citado a declarar el próximo lunes, en una sesión clave que podría definir su estrategia procesal.
El entorno judicial considera probable un acuerdo, si bien dependerá de si aporta información relevante y colabora activamente.
El PSOE guarda silencio oficial, aunque en privado varias voces reconocen preocupación por el deterioro reputacional que el caso sigue generando.
El Congreso, por su parte, ya tramitó el suplicatorio para permitir que el Supremo le investigue como diputado.
Un caso que sigue creciendo
Lejos de cerrarse, el caso Koldo ha puesto en cuestión la gestión de contratos en plena pandemia, así como el control interno de los partidos en sus áreas logísticas. La posibilidad de que un exministro pacte con la Fiscalía abre una nueva etapa en el escándalo, que ya salpica a varios ex altos cargos y asesores del entorno socialista.
Ábalos, que durante años fue uno de los hombres de mayor confianza de Pedro Sánchez, intenta ahora preservar su legado político y, al mismo tiempo, minimizar su exposición penal. Su tono en la entrevista ha sido duro, pero calculado, y deja entrever que su batalla no ha hecho más que empezar.