Prospectiva Independiente

Memoria

Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos. Jorge Luis Borges (1899-1986) https://proverbia.net/frases-de-memoria

A pesar de que son las dos de la mañana y que apenas llevaba durmiendo cuatro horas, me levanto y escribo esta memoria … Vaya ironía, llamo memoria a lo que no puedo recordar.

No podía dormir porque mis pensamientos intentaban deambular por los campos de los recuerdos y como me había acostumbrado últimamente, puse en funcionamiento algunos mecanismos para memorizar nombres, que a todas luces, no debía olvidar.

Estaba en medio del sueño – medio dormido, medio despierto – Creo que recordando la visita que hice con mi hija hace dos días al museo de arte de Buenos Aires. Recuerdo que allí le dije que un mural tenía como autor a un pintor norteamericano muy importante de la escuela moderna, el mismo que pintó otra obra en la que figuran retratos repetidos y en distintos colores de esa, esa… -Esa artista de cine, rubia, que se suicidó… ¿Sabes? tengo problemas para recordar nombres propios, -le dije.

¿Marilyn? - Preguntó. - ¡Sí! Marilyn Monroe - Contesté.

Inmediatamente y a medida que mi ansiedad crecía y en consecuencia me iba despertando, traté de recordar los nombres de mis compañeros con los que conviví intensamente en la universidad hace 30 años. Solo memoricé tres de veinte… Cinco, después que los ubiqué en lugares y cosas… Y al cabo de media hora, otros dos.

Mi mayor temor es la perspectiva del delirio, Alzheimer por ejemplo, estoy seguro que si alguien, aparte de mi mismo, tuviera que hacerme un diagnóstico, diría que todo está normal; mas, vivo alertado por el antecedente que mi padre, que era una enciclopedia andante en historia, geografía y medicina y murió a la edad de 75 por esa enfermedad.

Ahora me desperté completamente y aquí estoy frente a la computadora. La tentación de continuar algunos de mis trabajos pendientes o de abrir el correo electrónico es muy grande, mas, me sobrepongo y trato de ordenar mis pensamientos. Creo que sería conveniente empezar por decir algo sobre mis capacidades e inquietudes intelectuales, tal como las siento, y sobre los cambios en la forma en que van sucediendo.

 A pesar de que en mis años de juventud no tenía habilidad para recordar números, tenía una memoria fenomenal para los temas que me interesaban, especialmente medicina, cuyos estudios desarrollé en menos tiempo que el programado.

Cuando uno se inicia en una disciplina como la medicina, tiene que aprender no sólo a manejar un nuevo sistema de pensamiento, sino también un nuevo lenguaje. Mi manera de estudiar consistía en leer los temas nuevos en voz alta (mirando y escuchando los textos) y aunque sin proponérmelo, asociando automáticamente los nuevos conocimientos a la teoría general. Como diciendo - Ah! Es lógico porque si no fuera así no encajaría con… Si el asunto era muy complicado hacía un resumen escrito. Muy rara vez tenía que leer un texto por segunda vez. Lo máximo que podía ocurrir, - y no siempre – era que tenía que repasar mis resúmenes, antes de los exámenes.

 Habían situaciones terribles en las que debía saber en orden, nombres de ramificaciones de arterias pequeñas, huesos pequeños del carpo u otras cosas, y para recordarlas, escribía reglas nemotécnicas. Algunas de las cuales recuerdo hoy día: “E_SE_PI_PI_TRA_TRA_GA_GA”, escafoides, semilunar, piramidal, pisciforme, trapecio, trapezoide, hueso grande y ganchoso, en ese orden.

Como dije, con los números tenía problemas. De manera que, para recordarlos, excepto una docena de códigos telefónicos que estaban a inmediata disposición de la conciencia, el resto tenía que anotarlos. Curiosamente, aún recuerdo sin inconveniente alguno, el número de mi cédula de identidad argentina y la antigua dirección de algunos de mis tíos.

 Desde muy joven tuve inquietudes por la música y la filosofía. Lo primero fue el jazz, que me apasionó. No me cansaba de escuchar una y otra vez y como parece que es parte de mi idiosincrasia, quise entenderlo y no solo gozarlo.

Me compré una trompeta y leí un libro sobre la historia del jazz. Bueno, aprendí de memoria todos los nombres de los personajes claves, de los períodos trascendentales y de los músicos de las orquestas de mis discos. Pienso que aún hoy, recuerdo todo aquello bastante bien, veamos… ¿Cuáles eran los músicos del quinteto “All Stars” de Louis Armstrong? Clarinete: Barney Bigard; trombón: ¿…? Me viene el nombre de Kid…, pero ese era otro trombonista que tenía su propio conjunto musical del cual, el mismo Louis Armstrong, fue miembro al iniciar su carrera; batería: ¿…? De pronto, como por arte de magia aparece el nombre Jack Teagarden, el trombonista que buscaba.

Esa orquesta, “All Stars”, me era muy importante cuando tenía 15 años. En el presente, pienso que, aunque pasaron más de 40 sin ocuparme del tema y a menos que esa lejanía sea la causa de mi olvido, debiera recordar esos nombres.

Haré un nuevo ejercicio para recordar algo “menos importante” y también exclusivo de mis 15 años: ¿Cuál es el nombre del director de la orquesta que ejecutaba “Frenesí”, la canción que tanto me gustaba? No recuerdo.  En su lugar surgen los nombres de muchos otros de los grandes músicos de las “Big Bands”: Bix Beiderbecke (¿Se escribirá así?), los hermanos Dorsey, Gene Krupa, Benny Goodman… ¡Carajo! A propósito, ¿Cómo se llamaba el director que murió en el accidente de aviación cuando volvía del frente de la Segunda Guerra Mundial, el que había sido trombonista de Beiderbecke, y lo dejó porque no le permitían improvisar? el que tocaba “Rapsodia a la luz de la luna” No, no “Serenata a la luz de la luna” No recuerdo…, parece increíble.

Con el tiempo encontré en la filosofía una fuente para la interpretación de la historia, la política y las teorías del tratamiento psiquiátrico. En aquel tiempo de mi vida, la filosofía y la historia de las revoluciones universales, tanto económicas y estructurales, como culturales e ideológicas, se transformaron en casi una obsesión.

Hoy, mientras me iba despertando del sueño quise recordar al autor del ensayo “El papel del individuo en la historia” y no hubo forma de lograrlo. Ese había sido un ensayo clave en mi entendimiento del Materialismo Histórico y yo lo utilizaba con frecuencia en mis discusiones. Ahora, luego de tres horas, recuerdo su nombre: Kautzky. ¡Sí, Kautzky! Estoy seguro, pero lo voy a confirmar revisando los libros de la biblioteca.

Por el momento, me manejo muy bien con los procesos, los períodos y las posiciones filosófico-políticas, mas con mucha frecuencia, me encuentro hablando más lentamente –como buscando las palabras- y evitando recordar algunos nombres que no sean los más conocidos, como los monistas Aristóteles, eeee… (después de diez minutos) Epicuro, Descartes, Berkeley, los dualistas Kant, Hume, Husserl (aunque él negaría que es dualista), los dialécticos Heráclito de Éfeso, Diderot, Hegel, Marx, Engels…

La especial condición que yo tenía para asociar situaciones sociales y políticas y hasta procesos fisiológicos o fisiopatológicos en biología y ecología con las teorías generales, lo tenía muy impresionado a Jaime, mi compañero de estudios en medicina. Te extraño Jaime, que en paz descanse tu memoria. Cada vez que leíamos algo nuevo yo le comentaba que me parecía que tenía que ser así porque… y que lo contrario tenía que suceder si…

Recuerdo que en oportunidad que estudiábamos las enfermedades extrapiramidales (Parkinson, Corea y Atetosis), le expuse mi teoría sobre el tono muscular en la historia de la evolución:

-Escúchame Jaime, los organismos más primitivos del tipo ameba, medusa e incluso gusano y lombriz realizan movimientos automáticos reptantes o de emisión de seudópodos. Cuando en la evolución de las especies aparecieron los peces, los reptiles y más especialmente las aves, estos organismos para realizar movimientos rítmicos de extensión y flexión, tuvieron necesariamente que encontrar la forma de anular los movimientos automáticos reptantes. Sino ¿Cómo habrían podido volar?

-¡Que me venís con eso!- me interrumpió.

-No te das cuenta que los movimientos de la atetosis son la liberación anormal de algún mecanismo de control creado por los organismos más superiores para poder funcionar? Si el tono se exagera, el exceso de tono produce temblor, ¡fíjate!- Empecé a contraer mis manos sin efectuar ningún movimiento y estas comenzaron a temblar como en el Parkinson.

-¡Genial! – Gritó Jaime con su habitual exuberancia.

Después que repetimos varias experiencias similares, me dediqué a provocarlo con profecías pre-fabricadas. Para ello, cada vez que leíamos algo, iba en secreto varias páginas adelante y luego haciéndome el iluminado, le decía –seguro que…-  y le recitaba lo que había leído en secreto. Jaime explotaba! -¿Cómo te diste cuenta?, ¡Hijo de puta!-

Ahora, mi vocabulario se estacionó y prácticamente no tengo capacidad para retener nuevas palabras. Eso me molesta, porque cuando hablo en cualquier idioma (unos más, otros menos), me encuentro buscando las palabras. Antes yo corría detrás de las ideas y las palabras, hoy las busco.

¡GLENN MILLER!!!  Ahora recuerdo. ¡Laaaa… Serenata a la luz de la luna!

Busco en la biblioteca y encuentro: El papel del individuo en la historia, autor: PLEJANOV. ¡Qué KAUTZKY ni qué coño! ¡Pensar que lo sabía tan bien!

¡Albricias, me tomó 4 horas pero lo recordé! El que ejecutaba “Frenesí” era Artie Shaw.

Ya hace tiempo que estoy consciente que olvido los nombres de las personas que conocí en los últimos años o con las que trabajé por períodos cortos. Si las encuentro, su fisonomía me es inmediatamente familiar, pero su nombre me es imposible recordar.  Debido a ese problema hago permanentemente ejercicios de memoria. Es terrible, también olvidé los nombres de las gentes queridas del pasado, los amigos, los compañeros del colegio y del servicio militar, los parientes, las cosas, nombres de músicos  ¡Tanto que me gustaba anticipar los autores de conciertos, sinfonías y obras de artes plásticas cuando escuchaba la radio o veía las obras en los museos!

¡Qué pena! Porque el arte me es todo en la vida. Es casi mi razón de ser. Lo estudié con pasión y lo evalúo con conocimiento y calidad. Y todavía puedo, de inmediato, identificar escuelas, autores y períodos. ¿Qué haré si los olvido?  

En el pasaje del sueño a vigilia veía a mi hija disfrutando de la exposición retrospectiva de Max… (Olvidé el apellido) y de la exposición permanente de los impresionistas y post-impresionistas. Hice alarde de sabiduría y elocuencia. Cuando llegamos a Marc Chagall me demoré unos cinco minutos en recordar su nombre. Ella no lo advirtió.

¡Ah, me estaba olvidando que debo ir a dormir!

¡Con mucho respeto y paz!

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