LA MIRADA DE ULISAS se inclina una y otra vez sobre lo que les puede pasar y les sucede a determinadas mujeres cuando sus vivenciales denuncias no prosperan. Nuevamente se refiere al caso del hombre que quemó viva a su mujer en Francia. El tribunal de Burdeos lo sancionó a encierro perpetúo. Lo lamentable es que esta muerte tan absurda se hubiese podido evitar. Una tragedia que muestra que la sociedad tiene que tomar más conciencia de la aflicción de las víctimas. Tantas veces sus desgarradores gritos quedan silenciados por otros hombres, que en el pasado cometieron actos de violencia contra su propia esposa, como fue el caso del policía que archivó la denuncia sin darle el curso que exige la ley para prevenir dolorosos y patéticos dramas como el infligido a una argelina de 31 años. Una joven que sucumbió de manera ignominiosa ante la furia de su esposo, un franco argelino de 48 años. Hecho que sucedió en mayo del 2021, o sea en pleno siglo XXI cuando se supone que estas cosas han sido eventos del pasado, tanto combatidos por los derechos humanos y los de la mujer. Se revive lo inconcebible con tal fuerza que mi mirada se pregunta ¿por qué dejaron actuar a Mounir Boutaa de este vil modo, siendo que ya registraba antecedentes de violencia intrafamiliar. Chahinez Daoud, en plena juventud halló su muerte como una pira humana. Fue un vil asesinato que conmovió la opinión pública en Francia y deja un amargo sabor en las sociedades que condenan tales hechos o lo ven de manera aberrante y censurable. El agresor le disparó en las piernas para inmovilizarla y luego rociarla de gasolina para inmolarla. Su excusa se basa en que sólo pretendía castigarla por una infidelidad. Vaya disculpa tan absurda para una aberración que lo culpabiliza aún más. El suceso resulta tan abominable que ninguna excusa es válida y menos perdonable. ¡En qué cabeza cabe un escarmiento de semejante tenor!!! La brutalidad del hecho en un país defensor de la igualdad, la fraternidad y la libertad no dejó impune al victimario, quien tendrá su merecido de pagar cadena perpetúa, aunque para muchos este acto perverso merece la muerte del criminal. Sabemos que la pena de muerte fue abolida en muchos países en pos de castigos menores, aunque muchos delincuentes se merezcan algo peor por cometer bárbaras y peligrosas acciones. El asesino ya había cumplido presidio por conductas similares y no le valió la experiencia del penal. Desde su encierro obligado seguía acosándola y tal vez fortaleciendo la idea de acabar con su existencia. Lo triste, indigno y censurable es que se puso sobre aviso a las autoridades, que de forma irresponsable no le otorgaron la importancia adecuada para evitar un crimen tan atroz en plena vía pública. ¿Hasta dónde puede llegar la locura de una persona? Una insensatez que jamás debió ocurrir ya que todos estaban prevenidos y se dice que: soldado avisado no muere en combate. Lo que no fue el caso de esta indefensa mujer que deja huérfanos, ya que un mes antes del crimen había intentado estrangúlarla, pero la denuncia se hizo polvo como la víctima se hizo cenizas. Deploramos que fatalidades de esta magnitud se sigan produciendo por la desidia de los gobiernos o la falta de conciencia de los hombres en el manejo de sus relaciones pasionales. ¡Cuánta enfermedad existe en nuestras sociedades! En vez de progresar se da un retorno a la época de las arbitrariedades y de los modelos de sociedad que anhelamos desterrados para siempre.
Y esto le permite a la mirada de Ulisas analizar y desaprobar el manejo que se le da a las mujeres en países donde las condenan a acumular malestares. La expresión en contra de estos maltratos debe alzarse de manera alta y desalentar la posibilidad de estos atropellos, que hacen doler almas con otros criterios y otras necesidades para alcanzar la conquista de un bienestar planetario. Abajo todos los feminicidios. Que sean los valores sanos y sabios los que primen en toda nación, sin excepción.