En corto y por derecho

Amor a Cataluña

Esta semana se ha presentado en Madrid el libro ‘Diario de una traidora’ de la joven periodista Laura Fábregas, en el que relata de forma muy amena su transición desde haber sido ‘indepe’ en su Argentona natal, hasta convertirse en una conspicua constitucionalista. La presentación la hizo Arcadi Espada, mentor de Laura, por lo que se creó un ambiente netamente antindependentista. Me sentí cómodo, pues comulgo con esas ideas, soy de los que disfrutó con la debacle barcelonista en San Siro.

Mientras escuchaba el monólogo de Espada me acordé del excelente libro que escribió en 1997 titulado ‘Contra Catalunya’, donde anticipaba lo que iba a ocurrir con el pujolismo. Sin embargo no podía evitar el recuerdo de mi experiencia en Barcelona donde viví entre 2010 y 2018, los peores años del independentismo. Llevo unos meses escribiendo los recuerdos de aquella época que he titulado ‘Amor a Cataluña’, en homenaje al libro del mismo título que escribió  Ernesto Giménez Caballero en 1942. Pudiera parecer contradictorio este ‘amor’ visto lo anterior, trataré de explicarlo.

Mi estancia en Barcelona fue por motivos puramente profesionales, me contrataron como Director Científico de una farmacéutica catalana, o española, según conviniera. Me propuse no dejarme influenciar por los prejuicios habituales pero ya el primer día empezaron las dificultades, me presentaron a mi ‘assistant’ advirtiendo que era una ‘indepe radical’, y no exageraban. Decidí coger el toro por los cuernos y le dije que era ‘un español duro con las espuelas, pero blando con las espigas’ por lo que conseguiría hacerla militante del PP antes de marcharme. La mujer quedó estupefacta con mi arranque, quizás no conociera a Federico pero adiviné en su adusto rostro un atisbo de sonrisa. Por esa magia que se crea entre algunas personas nos convertimos en los compañeros ideales de trabajo, lo que nos unía era más importante que lo que nos separaba.

A partir de esta curiosa vivencia mi desempeño en la empresa, que no era fácil, transcurrió sin grandes problemas. Extrapolé esta experiencia a la vida social y así pasé unos años cuyo relato solo se puede expresar con  el título que he puesto a estos recuerdos. Construidos con una metodología inductiva, de lo empírico a las conclusiones, éstas son que me siento más cómodo entre los catalanes que entre los madrileños. Por supuesto, que es un sentimiento sometido a revisión, como toda verdad científica.