Activistas y partidos de izquierda llevan largo tiempo defendiendo lo que llaman la acción afirmativa o discriminación positiva, tanto en Europa como en los EE.UU. Por definición, no me parece que la discriminación pueda ser positiva. Siempre es negativa y desde un punto de vista moral siempre debe ser rechazada.
La acción afirmativa campa a sus anchas por las universidades americanas de más prestigio desde hace años. Han sustituido la meritocracia por las cuotas raciales de manera que ya no importa el expediente del estudiante sino su color o raza. De esta manera excluyen a blancos, asiáticos y judíos con excelentes expedientes para aumentar de forma arbitraria la presencia de negros y árabes, independientemente del nivel académico de estos últimos. Esto, además de injusto para aquellos que son discriminados, también daña a muchos de los que se ven favorecidos pues se ha comprobado que estos últimos sufren un porcentaje de abandono notablemente más elevado que si accedieran a las universidades que objetivamente les corresponden en función de su nivel académico. El color, la raza o la religión no deben ser nunca el criterio de admisión sino el expediente académico.
Con la esclavitud sucede lo mismo. La izquierda americana defiende que cualquier cosa negativa que le pasa al colectivo negro es consecuencia de la esclavitud, institución que ninguno de los negros americanos vivos actualmente ha conocido. Presentan esta lacra como algo inventado exclusivamente por unos supuestos blancos victimarios y padecido por unos supuestos negros victimizados. Es por esto por lo que afirman que hay que indemnizar a los segundos por aquello que han padecido sus antepasados. Esto es realmente absurdo como vamos a ver, sin contar que sería la ruina del estado.
La esclavitud ha sido la norma en todas las sociedades desde que el ser humano existe, en todo tiempo y lugar, es el fruto de la antigua concepción de la guerra y de la economía. La libertad actual es una institución reciente de hace apenas dos siglos, especialmente en Occidente. En la antigüedad todos los pueblos practicaban la esclavitud, como es el caso de los persas, los griegos, los romanos, y antes de ellos los egipcios, los asirios, los babilonios, los sumerios, los hititas, los reinos indios, etc...
Los bizantinos, los árabes, los incas, los aztecas y los mayas también practicaban la esclavitud de los vencidos en batalla, además de sacrificios humanos en masa en el caso de los dos últimos. Durante milenios la esclavitud jugó un papel clave en las economías de China, India, y el sudeste asiático. Se estima que la cifra de esclavizados en la India a lo largo de la historia supera por bastante al número de esclavizados en Occidente o en África.
Según los mejores estudios, África, aparentemente la gran víctima, ha sido la más esclavista, después de la India. Durante muchos siglos los reinos y tribus africanas han practicado la esclavitud de sus hermanos de color como negocio. Los negros pertenecientes a otras tribus capturados en razzias o en la guerra eran vendidos tanto a los árabes como a los tratantes europeos de esclavos que a su vez los vendían en América. Es conocido como los reinos africanos de Dahomey, Asante, Ashanti, Oyo y Congo se tornaron poderosos y ricos esclavizando africanos de otros reinos. Por lo tanto, los negros no sólo han sido víctimas sino también grandes victimarios, como ha pasado con los blancos, los asiáticos y los americanos. Todos los pueblos y todas las razas han sido en un momento u otro víctimas o victimarios de este infame crimen.
Durante la edad moderna, portugueses, españoles, ingleses, franceses y holandeses comerciaron con esclavos africanos, y sin embargo, el número de europeos del sur esclavizados por los piratas berberiscos y los otomanos entre el siglo XIV y el XIX supera al de africanos esclavizados por los europeos. Las estimaciones de los mejores especialistas apuntan a que bastante más de un millón de europeos (portugueses, españoles, italianos, balcánicos, griegos, etc), fueron esclavizados por las naciones que hoy conforman el Magreb, además de Turquía. Hasta la fecha no hemos oído que los gobiernos del sur de Europa exijan reparaciones a los países del norte de África, o a Turquía, y no lo vamos a ver jamás porque sería una estupidez y desde luego no cosecharían sino risas y desprecio.
El caso de Méjico es interesante pues tendría que indemnizarse a sí mismo. Los descendientes de los aztecas deberían pagar pagar reparaciones a los descendientes de los tlaxcaltecas, totonacas, olmecas, toltecas, y demás pueblos esclavizados y asesinados en masa por ellos. Los criollos también tendrían que indemnizar a los pueblos indígenas que han oprimido a lo largo del tiempo. Queda claro que la discriminación positiva también en este caso es un despropósito, un absurdo sin base alguna.
Cuando vemos a la izquierda norteamericana defendiendo que los negros son menos prósperos debido a la esclavitud de sus ancestros no estamos más que ante la mentira y la manipulación de la historia con el fin de obtener votos, y sobre todo mucho dinero a costa del contribuyente. No tiene sentido alguno pagar reparaciones por la esclavitud, ni en América, ni en ningún otro lugar
Lo mismo sucede con la necia pretensión de que España pida perdón por el descubrimiento y conquista de América. Inevitablemente, se cometieron crímenes y tropelías, aunque no al nivel de los que cometieron los mexicas durante siglos. No podemos olvidar que tanto los árabes como los pueblos del norte de África, los almohades y almorávides, nos invadieron, saquearon y esclavizaron durante siete siglos. Si hemos de pedir perdón e indemnizar a los pueblos americanos que constituyeron en su día los virreinatos españoles, entonces España también debe ser indemnizada. Todos hemos sido en algún momento de la historia conquistados y conquistadores, víctimas y victimarios.
Las infundadas ideas de la acción afirmativa forman parte de la agenda política de la izquierda del siglo XXI y tienen como objetivo manipular, dividir y enfrentar a la sociedad con el fin de extraer jugosas rentas a costa del contribuyente y crear grupos clientelares en el ámbito político. Es por esto que debemos rechazar vehementemente todas las formas de discriminación positiva.