La situación en el centro de salud Los Rosales, en el distrito de Villaverde, se ha vuelto insostenible. Desde el pasado 8 de septiembre, el sistema de climatización permanece averiado y, casi tres meses después, la Consejería de Sanidad no ha ofrecido una solución inmediata, limitándose a informar de que la maquinaria no podrá reemplazarse hasta finales de diciembre. Mientras tanto, profesionales y pacientes se ven obligados a soportar temperaturas que oscilan entre los 15 y los 17 grados, por debajo de los 20 grados mínimos que exige la normativa autonómica entre el 1 de noviembre y el 1 de abril.
La imagen que se vive estos días en el centro es el reflejo de un deterioro estructural que los trabajadores califican de “inadmisible”: médicos y enfermeras pasan consulta con abrigos, los profesionales de pediatría pesan a los bebés envueltos en mantas y muchos han intentado traer calefactores de sus casas, aunque estos llegan a provocar que salten los plomos del edificio, dejando la instalación aún más vulnerable.
Profesionales y pacientes, expuestos al frío en plena atención sanitaria
Las consecuencias afectan tanto a la plantilla como a los usuarios del centro: personas mayores, pacientes con patologías diversas y bebés que deben ser examinados sin ropa para determinados procedimientos. El frío extremo obliga al personal a modificar pruebas básicas como auscultaciones, electrocardiogramas o pesajes infantiles, que ahora deben realizarse con mantas y medidas improvisadas para evitar riesgos para la salud.
Los trabajadores denuncian que la temperatura es “incompatible con un centro asistencial”, y que el problema se suma a una situación ya compleja: la masificación. La apertura del nuevo centro de salud de Butarque, prevista para aliviar la presión, sigue sin fecha, y las listas de espera de atención primaria se cuentan en semanas, un tiempo que los vecinos deben soportar ahora también en condiciones gélidas.
Una plantilla castigada tras años de recortes y abandono
El centro de salud arrastra un historial reciente de dificultades. En el último curso fue noticia por perder la mitad de su equipo médico tras un concurso de traslados, una situación que solo se revirtió parcialmente tras una movilización vecinal constante.
Ahora, trabajadores, personal sanitario y asociaciones vecinales están retomando las protestas ante lo que consideran un nuevo abandono por parte de la Comunidad de Madrid. Reclaman una solución inmediata y medidas urgentes para garantizar unas condiciones mínimas de seguridad y bienestar en un servicio sanitario esencial.
