Tras haber ocupado varias consejerías de la Junta de Castilla y León (Medio Ambiente, Cultura y Turismo, y Agricultura y Ganadería), y haber presidido las Cortes autonómicas, Silvia Clemente se apartó unos años de la política para trabajar en el sector privado y formarse en alta dirección e innovación tecnológica. Ahora, anuncia su regreso con un nuevo proyecto: Nueve Castilla y León, una iniciativa con la que pretende dar respuesta a los retos de la comunidad en turismo, agroalimentación, industria, despoblación y servicios públicos.
En esta conversación, Silvia Clemente repasa su trayectoria, recuerda los proyectos que impulsó en el pasado, analiza con crudeza la situación actual de Castilla y León y lanza un mensaje contra el bipartidismo de PP y PSOE, a los que acusa de haber estado siempre “a las órdenes de Génova y Ferraz”.
Silvia, ¿cómo se presenta usted y cuál es su trayectoria?
Soy Silvia Clemente y he estado mucho tiempo en política, sobre todo trabajando para Castilla y León, con muchas ganas, con mucha energía, siempre con mucha pasión y con muy buenos equipos. He tenido siempre gente que me ha ayudado en todos los proyectos, tanto en medio ambiente como en cultura y turismo o en agricultura y ganadería.
He tenido la suerte de ocupar tres departamentos del Gobierno autonómico, muy importantes para Castilla y León, porque nuestra tierra tiene una riqueza patrimonial y natural inmensa. Castilla y León atesora más de la mitad de los bienes inmuebles que tiene España. Tenemos ocho bienes Patrimonio de la Humanidad, tenemos castillos, catedrales, de todo. Tenemos una riqueza natural que es de las más importantes de las regiones europeas. Y tenemos una gastronomía y agroalimentación que representan grandes fortalezas cargadas de oportunidades.
Cuando estuve en el Gobierno autonómico puse al máximo estas potencialidades. Conseguimos ganar en turismo, puse en marcha la marca “Castilla y León es vida”, y más tarde impulsamos la marca de alimentos “Tierra de Sabor”, que hoy es la más importante de España, con 6.000 referencias y 1.000 empresas. Gracias a ello, muchas pequeñas empresas pudieron entrar en cadenas de distribución que antes no les abrían la puerta.
Muchos de mis proyectos recibieron críticas, a veces solo para intentar desprestigiarme a mí, pero eso también demuestra que he tenido enemigos, además de amigos que siguen hoy conmigo en este nuevo proyecto.
También fui presidenta de las Cortes, lo que me permitió conocer mejor a todos los grupos políticos del arco parlamentario.
Después pasé al sector privado, me formé en alta dirección de empresas, en innovación tecnológica, en consejos de administración. Hice varios másteres en escuelas de negocio destacadas. Y después de una reflexión profunda decidí que no podía seguir viendo cómo Castilla y León se está hundiendo poco a poco.
¿A qué se refiere cuando habla de ese hundimiento?
A muchas cosas. Cada vez está más envejecida, cada vez se van más jóvenes y nos vamos convirtiendo en un desierto. En Soria, por ejemplo, hay tres habitantes por kilómetro cuadrado. En el conjunto de Castilla y León, si quitamos a los que viven en las grandes ciudades, la densidad real es de once habitantes por kilómetro cuadrado.
He visto cómo el turismo ha ido perdiendo fuerza. Somos la comunidad con la tasa más baja de pernoctaciones. Nuestra riqueza agroalimentaria no está en los mercados internacionales: producimos mucho, pero vendemos muy poco fuera.
Tenemos una riqueza forestal excepcional y este verano se han quemado más de 140.000 hectáreas en León, Salamanca y Zamora, con incendios también en Ávila y Palencia. Mucha gente perdió negocios y casas. Y eso refleja una falta de estrategia para prevenir y extinguir incendios.
Siempre lo digo: los incendios se apagan en invierno. Los 365 días del año hay que trabajar en el monte para que tengan la menor repercusión posible.
Insiste en que Castilla y León es una comunidad histórica.
Sí. La Constitución llama “históricas” a Cataluña, País Vasco, Galicia, Navarra y Andalucía, pero nosotros somos la más histórica de todas.
Somos el germen, el origen de España. La bandera que ondeaba en las carabelas de Colón no era la de España, era la de Castilla y León, porque fue la Corona de Castilla la que financió el viaje. Fue Isabel la Católica, a la que casi no se menciona porque parece que como su figura se asoció al franquismo, no se puede hablar de ella. Y sin embargo fue una reina que en el siglo XV lideró la igualdad.
Hoy hablamos todo el día de igualdad, pero tuvimos en Castilla a la reina más importante de la historia de la Corona. León tuvo a Urraca I que fue la primera gran reina europea por derecho propio, no por ser consorte.
Además, en nuestra tierra nació el castellano. En Valpuesta (Burgos) nació la lengua que hoy hablan más de 600 millones de personas en el mundo.
Y por supuesto somos la cuna del parlamentarismo, siendo los Decreta de León de 1188 el testimonio documental más antiguo del sistema parlamentario europeo reconocido por la UNESCO.
Castilla y León se merece estar en el lugar que le corresponde.
¿Qué propone con su nuevo proyecto político?
El nombre lo dice: Nueve Castilla y León. Pretendo que exista un proyecto común para toda la comunidad, con sinergias entre las nueve provincias.
Cada provincia tiene recursos, pero si los unes, obtienes mejores resultados. En turismo, por ejemplo, si hiciéramos rutas conjuntas de los bienes Patrimonio de la Humanidad, de los castillos, de las catedrales… tendríamos más pernoctaciones, y eso es lo que genera gasto turístico.
Hay un turismo asiático y americano que adora la historia y la cultura, y nosotros no estamos haciendo nada con eso. Por eso tenemos tasas bajas de pernoctación.
Necesitamos atraer inversión de grandes empresas, que creen rutas, alojamientos y empleo. Necesitamos un plan de vivienda —tenemos muchísimas viviendas cerradas— para ponerlas a disposición de los ciudadanos.
Nuestra agroalimentación debe tener la misma fuerza en mercados exteriores que la catalana. Cataluña tiene 40 oficinas en el mundo para apoyar a sus empresas agroalimentarias. Castilla y León no tiene ninguna. Ni siquiera tenemos una oficina en Bruselas. Tenemos una persona con un auxiliar, mientras regiones como Baviera tienen auténticas embajadas.
Yo lo viví cuando era consejera de Agricultura y Ganadería: en Bruselas me decían “si no estáis aquí todos los días, no podéis captar fondos europeos”. Y así hemos perdido millones de los fondos Next Generation.
Ha sido muy crítica con la situación de la sanidad.
La estructura de gasto de Castilla y León es insostenible: el 80% del presupuesto se destina a sanidad, educación y prestaciones sociales, quedando solo un 20% para inversión económica.
Y encima la sanidad no funciona. Tenemos listas de espera con más de 40.000 personas para intervenciones quirúrgicas. Para una ecografía ya te dan cita en diciembre de 2026.
Los quirófanos están cerrados por las tardes. Los médicos no están motivados ni incentivados en la pública y se van a la privada. Con incentivos se podría operar más y reducir las listas, pero no se hace. Eso es mala gestión.
¿Por qué no se ha resuelto nada en décadas de gobiernos del PP y presencia del PSOE?
Porque aquí no hay visión. Las empresas necesitan misión, visión y valores. En Castilla y León no hay ninguna de las tres.
PP y PSOE han estado siempre a las órdenes de Génova y Ferraz. Votan lo que conviene en Madrid, para no molestar a Cataluña, Valencia o Andalucía.
Un ejemplo sangrante: en Sanabria inauguraron hace tres años una estación de tren. El ministro de Transportes eliminó las paradas de la primera hora porque “no eran rentables” y porque tenía que llegar antes a Vigo, a petición del alcalde de Vigo. Eso dejó incomunicada a la gente de Sanabria, que ya no puede viajar a Zamora o Madrid a tiempo para hacer gestiones.
El PSOE en Castilla y León decía en la calle que estaba en contra, pero en las Cortes votó a favor de quitar esas paradas.
Esto es lo que ha pasado siempre: PP y PSOE se han repartido la tarta de diputados y senadores, sin pelear ni un euro para la comunidad.
Usted insiste en la necesidad de un desarrollo urbanístico.
Castilla y León necesita un enfoque urbanístico capaz de aprovechar el crecimiento de Madrid y Zaragoza..
Pero la Junta tiene que pilotar un desarrollo homogéneo. No puede ser que cada ciudad haga lo que quiera.
En Segovia, por ejemplo, no hay ni un metro cuadrado de suelo industrial. El director de Drylock Technologies, una empresa muy importante, tuvo que desarrollar su planta en polígono de Bernuy de Porreros, que está al lado de Segovia. Y tenemos miles de hectáreas de suelo industrial parado en toda la comunidad.
La OCDE lo dijo en un informe: Castilla y León necesita buen planeamiento urbanístico y modificar su gasto público.
¿Qué ocurre en zonas como la montaña palentina?
En Guardo, tras el cierre de la térmica y la minería, no se han generado alternativas. Hemos recibido fondos, pero no se han usado para crear empleo.
Hay que hacer un plan de industrialización por provincias, con desarrollo urbanístico que capte empresas, con vivienda asequible para jóvenes. Madrid es ahora mismo un polo de atracción muy importante a nivel europeo, y Castilla y León tiene que saber aprovechar ese posibilidad que tiene literalmente a las puertas y donde realmente esta autonomía puede aprovechar para crecer.
Hay ejemplos: las Tierras Altas de Escocia pusieron en marcha hace 50 años un modelo contra la despoblación que dio resultado. Aquí se podría aplicar.
¿Qué papel juega la colaboración público-privada?
Es fundamental. Tierra de Sabor fue posible gracias a esa colaboración: la marca era pública, pero la promoción y la distribución se hicieron con las empresas. Igual con Castilla y León es vida, donde colaboramos con operadores japoneses y americanos.
En una comunidad tan extensa y dispersa, la colaboración público-privada es clave.
Pero también hace falta pasión. Yo estoy cómoda trabajando en lo que siento como servicio público. Para mí la comodidad no es echarme en un sillón a ver un documental; mi pasión es la política y la gestión. Cada persona tiene una pasión en la vida, y la mía es servir a los demás.
Por eso digo que debería haber un Gran Hermano de los políticos: para que los ciudadanos vieran quién trabaja y quién no. Hablar sabe casi todo el mundo, pero hacer es distinto.
Mis hechos están ahí: el Museo de la Evolución Humana en Burgos (pregúntenle a Arsuaga, Carbonell o Bermúdez de Castro), el MUSAC en León (con Rafa Doctor), la restauración del Palacio de Quintanar en Segovia (con la Academia de San Quirce), las modernizaciones de regadíos en León (con las comunidades de regantes). Todo eso sigue en pie.
¿Cómo lograr que se pueda vivir en todo el territorio?
Con una estrategia integral que aborde todo a la vez:
- Conectividad digital y física en todo el territorio.
- Un plan de vivienda para rehabilitar las casas cerradas.
- Sanidad innovadora, con tecnología que permita prestar servicios en el medio rural.
- Transporte público real, porque hay más de 2.200 municipios sin una sola línea de autobús.
- Incentivos fiscales para quienes decidan vivir en los pueblos.
Nada dará resultados inmediatos, pero si empezamos ya, en cinco años se verán efectos.
¿No teme que proyectos así no den frutos en una sola legislatura?
Eso es lo que ha pasado: que se piensa en inaugurar rápido. Yo siempre he trabajado en proyectos de largo recorrido.
Tierra de Sabor sigue existiendo, aunque hoy tenga menos fuerza que entre 2008 y 2015 porque se han dejado de hacer campañas. Pero ahí está.
Uno es dueño de sus actos: mi compromiso es poner en marcha lo que creo que necesita Castilla y León, aunque los resultados vengan después.