Entrevista

“España necesita una alternativa, no una simple alternancia”

En un momento crítico para el sistema democrático español, Alejo Vidal-Quadras analiza de forma directa el deterioro institucional, la crisis de representatividad y el papel clave de la sociedad civil. Su voz, firme y experimentada, reclama una alternativa real frente al actual rumbo del país.

Alejo Vidal-Quadras
photo_camera Alejo Vidal-Quadras

En un momento en que el debate público se encuentra profundamente polarizado y las instituciones parecen tambalearse, Alejo Vidal-Quadras, ex vicepresidente del Parlamento Europeo y una de las voces más firmes del constitucionalismo español, advierte con claridad sobre los peligros que acechan al sistema democrático en España. Desde la falta de presupuestos hasta la degradación de la representación parlamentaria, pasando por el sometimiento del poder económico al político o la desaparición del intelectual independiente, Vidal-Quadras hace un diagnóstico severo de la situación institucional y señala con contundencia los caminos posibles para la regeneración democrática. En esta entrevista exclusiva con El Diario de Madrid, repasa el papel de la sociedad civil, la necesidad de articular una verdadera alternativa política y el legado cívico que espera dejar a las futuras generaciones.

Con tu experiencia política institucional tanto en España como en Europa, ¿qué síntoma ves hoy en día en el sistema democrático español que te preocupa más desde el punto de vista estructural?

El deterioro institucional es muy grave. Se manifiesta, por ejemplo, en que llevamos dos ejercicios sin presupuestos. En un país democrático esto sería causa inmediata de elecciones. No se puede legislar sin presupuestos ni sin mayorías. En países como Francia o Dinamarca esto sería inadmisible. Aquí se están vulnerando todos los elementos esenciales de una democracia, y eso rebaja la nuestra y daña nuestra imagen internacional. Otro ejemplo es someter a consulta pública la fusión de dos bancos que ya ha sido dictaminada por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia. Ya ni siquiera es populismo, es un disparate.

Y luego está la intervención en órganos constitucionales y en empresas privadas. ¿Cómo es posible que el Gobierno cite al presidente de una empresa privada en Moncloa para cesarle? ¿Dónde se ha visto eso? Es el consejo de la empresa o sus accionistas quienes deben hacerlo. Este tipo de prácticas son un atentado directo a la libertad económica y a la separación de poderes.

En tu etapa como vicepresidente del Parlamento Europeo, ¿qué elementos del modelo institucional europeo crees que podrían servir de inspiración para regenerar el sistema político español?

La arquitectura institucional europea es singular y establecer paralelismos con la de los Estados Miembros no es fácil. El sistema de la Unión Europea es peculiar. El Consejo, que representa a los Estados miembros, es legislativo. Los comisarios, que forman parte del Ejecutivo —la Comisión—, los proponen los gobiernos nacionales, y el Parlamento solo da el visto bueno al colegio completo, pero no puede rechazarlos individualmente.

¿Qué principios de la Unión Europea deberían ser aplicables en España?

Los principios de democracia, libertad, transparencia, honradez en los responsables públicos, el Estado de Derecho… todo esto se lo salta el Gobierno cada día. Las leyes no se cumplen. En Cataluña, por ejemplo, el uso de las lenguas cooficiales está regulado por sentencias judiciales, pero el gobierno catalán las ignora y el Gobierno central no hace nada. La Constitución también dice que hay que presentar los presupuestos, y ya llevamos dos años sin ellos. Y no olvidemos la gestión de la pandemia: el confinamiento fue declarado inconstitucional y, en cualquier país serio, eso habría provocado la dimisión del Gobierno y la convocatoria de elecciones. Aquí no pasó nada.

Más allá del hartazgo con el gobierno actual, ¿consideras que España atraviesa una crisis de fondo en su cultura cívica y en sus mecanismos de representación política?

El gran problema es nuestro sistema electoral y de partidos. Las listas cerradas, elaboradas por la dirección de cada partido, desvinculan completamente a los representantes de sus representados. Si preguntas en cualquier provincia quién es el número tres de la lista de cualquier partido, nadie sabría decirlo. Las circunscripciones enormes y las listas cerradas provocan que el Parlamento esté compuesto por empleados del jefe del partido, no por representantes directos de la ciudadanía. Es un modelo que busca estabilidad y gobernabilidad sacrificando la representatividad, y eso es un grave error porque te puedes quedar sin las tres, como sucede ahora en España.

Se habla mucho de la sociedad civil organizada, pero pocas veces se concreta. Desde tu experiencia, ¿qué convierte a un movimiento ciudadano en algo realmente transformador?

La sociedad civil en España no tiene la fuerza ni la influencia que tiene en otros países como Estados Unidos. Aquí está muy dispersa. Nosotros, desde la Plataforma por la España Constitucional, estamos coordinando entidades de la sociedad civil de todo tipo: derechos humanos, defensa del idioma, calidad democrática, economía, historia de España, relaciones con América… Todas ellas con distintos objetivos, pero con el común denominador de reforzar la nación. Si la clase política española fuera competente, bien formada, patriótica y honrada, España tendría un futuro brillante.

Esta plataforma, de la que forma parte también la Fundación Foro Libertad y Alternativa que presido, organiza una gran concentración el próximo día 10 de mayo. Queremos exigir al Gobierno y a los partidos que actúen de acuerdo con los intereses generales. Es imprescindible vertebrar una sociedad civil que tenga capacidad de influencia. Los partidos están en su burbuja, con sus propios intereses, sus luchas internas… y eso se nota en la calidad del debate. Hay que romper esa dinámica.

¿Hasta qué punto consideras que el marco constitucional de 1978 ha sido reinterpretado o erosionado en estos años?

Estamos en un momento de extraordinaria gravedad. El PP y VOX no parecen ser conscientes de la situación. El PSOE ya no es el que fue: se ha convertido en una maquinaria al servicio de un solo hombre, obsesionado con el poder. Se cumplen 25 años del asesinato de José Luis López de Lacalle, y el Gobierno está aliado con los herederos de los asesinos. También con fuerzas golpistas y con comunistas que quieren llevar al país a la ruina. Todo ese entramado destructivo es lo que sostiene a Pedro Sánchez.

No hay Constitución perfecta. Pero una Constitución técnicamente perfecta en manos de gente depravada, incompetente, corrupta y traidora no sirve. Mientras que una imperfecta en manos patriotas, comprometidas, honradas, da buenos resultados. La nuestra tiene fragilidades, sí, pero debe defenderse con sentido de Estado. Este Gobierno apoya a quienes quieren destruir la nación. Es una situación insostenible.

La figura del intelectual público ha ido desapareciendo del debate español. ¿Echas en falta ese papel?

Sí, totalmente. El número de intelectuales críticos, independientes y honestos ha disminuido mucho. La partitocracia ha capturado a los académicos y periodistas que podrían ser incómodos para el poder. Basta ver las tertulias en radio y televisión: repiten consignas de partidos políticos, como si fueran correas de transmisión. Eso debilita el debate público y agrava el deterioro institucional. Afortunadamente aún quedan algunos que se mantienen independientes, pero no son muchos.

¿Es viable una alternativa constitucionalista amplia y transversal, o es inviable por la lógica partidista?

Hay que conseguir articular una alternativa, no una simple alternancia. Eso deben hacerlo PP y VOX. Deben dejar de pelearse, tratarse con respeto y construir algo serio. Si seguimos con dos años más de Pedro Sánchez, España será casi irrecuperable. Hay que formular un proyecto de país que conecte con una ciudadanía apática, desinformada y desmotivada. Si los partidos no se ponen por encima de sus intereses particulares y no entienden que nos jugamos la nación, no hay futuro.

¿Qué habría que reformar y qué no tocar del marco actual para blindarlo ante el secesionismo y la fragmentación?

El programa de esa alternativa debe incluir reformas estructurales profundas. Aunque ahora mismo no haya condiciones para una reforma constitucional, sí se pueden hacer muchas cosas con leyes orgánicas y ordinarias: pensiones, inmigración, seguridad, energía, educación. fiscalidad, competitividad... El problema ha sido una clase política desastrosa. Este Gobierno quiere cerrar las centrales nucleares, que no emiten gases de efecto invernadero, cuando la tendencia global es justo la contraria.

Hay que aplicar reformas sensatas que no requieran tocar la Constitución. Y eso ya está formulado: libros como La democracia menguante de un grupo de eminentes juristas lo explica bien. También Iván Espinosa de los Monteros, que publica un ensayo de título España tiene solución. Y es verdad: la solución existe, pero hay que tener el coraje de aplicarla. Eso deben hacerlo el PP y VOX.

Para terminar, mirando al medio plazo: ¿qué país esperas dejar a las nuevas generaciones? ¿Y qué papel debe tener la sociedad civil?

Si seguimos por este camino, dejaremos una España dividida, empobrecida e irrelevante internacionalmente, con un sistema educativo caótico y un nivel cultural en retroceso. La esperanza que surgió en la Transición ha sido traicionada. La juventud tiene menos oportunidades que sus padres. Esa España triste y fracasada debemos evitarla. España tiene un gran potencial: recursos humanos, talento, capacidad… Podemos ser un país puntero. Pero es urgente, necesario e imprescindible sacar a Pedro Sánchez del poder. Y que la alternativa se articule con ambición, sentido de Estado y coraje.