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Latinoamérica frente al desafío económico: inflación contenida, pero con riesgos políticos y sociales al alza

Pese a una inflación en descenso y un crecimiento moderado, las tensiones políticas y la fragmentación social amenazan la estabilidad de la región.

Economía - Freepik
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La economía latinoamericana cerró el primer semestre de 2025 con señales mixtas: aunque la inflación general sigue desacelerándose en la mayoría de países, los riesgos políticos y sociales mantienen la incertidumbre en niveles elevados. Así lo refleja el informe “Claves de América Latina – Junio 2025”, elaborado por LLYC, que analiza los principales vectores de estabilidad e inestabilidad en la región.

Según el informe, la inflación se encuentra en su nivel más bajo desde 2019, lo que supone un alivio para gobiernos y consumidores. El retroceso de los precios en países como Brasil, México, Colombia y Chile responde, entre otros factores, a una política monetaria más restrictiva que ha logrado contener la demanda sin frenar en seco la actividad económica.

Sin embargo, este panorama macroeconómico relativamente favorable no se traduce en una mejora sustancial del clima político. Al contrario, el informe advierte sobre un notable deterioro institucional, la fragmentación de los liderazgos y el aumento de la conflictividad social en varios países. En este contexto, se multiplican las protestas y los movimientos de descontento, mientras la polarización impide generar consensos duraderos.

Entre los focos de inestabilidad, el documento subraya el caso de Argentina, con un Gobierno que apuesta por reformas profundas en un entorno de alta recesión, y Perú, donde el conflicto entre poderes mantiene al país en una crisis institucional crónica. Ecuador y Bolivia también enfrentan un escenario convulso, con gobiernos debilitados y crecientes presiones sociales.

En cuanto a los riesgos electorales, el informe pone el foco en Venezuela, donde las elecciones presidenciales de julio serán un test clave para medir la presión internacional y el margen de acción del oficialismo. También se observan riesgos en Guatemala, El Salvador y Paraguay, donde la evolución política podría alterar los actuales equilibrios.

Por otro lado, el crimen organizado sigue siendo una de las mayores amenazas para la gobernabilidad y el desarrollo, especialmente en México, Ecuador y Centroamérica. La creciente influencia de bandas transnacionales y la debilidad de los sistemas de justicia generan un entorno de inseguridad persistente, con un fuerte impacto en la confianza ciudadana y en la inversión extranjera.

A pesar de este panorama complejo, el informe también destaca elementos positivos. La resiliencia de las economías latinoamericanas, su peso como exportadoras de materias primas clave y los avances en transición energética colocan a la región como un actor relevante en la geopolítica global. La atracción de inversión extranjera directa y la reconfiguración de cadenas de suministro podrían ofrecer oportunidades estratégicas, siempre que se acompañen de marcos legales estables y políticas públicas eficaces.

En definitiva, América Latina avanza hacia el segundo semestre de 2025 con menos presiones inflacionarias, pero bajo la amenaza de una creciente desafección política, que podría comprometer los avances económicos si no se logra encauzar el descontento social y restaurar la confianza en las instituciones.