En el primer trimestre de 2025, la Unión Europea ha vivido un nuevo repunte de su deuda pública. Según los últimos datos de Eurostat, los Estados miembros han incrementado su deuda en 282.900 millones de euros, hasta alcanzar un total de 14,82 billones. España ha sido el segundo país de toda la Unión que más ha aumentado su endeudamiento, con 46.803 millones de euros adicionales entre enero y marzo. Solo Italia, con 66.102 millones, supera ese incremento.
Este dato sitúa a España por delante de Francia (40.159 millones más) y muy por encima de Alemania, cuyo aumento fue de solo 9.934 millones. La diferencia es aún más notable si se tiene en cuenta el tamaño relativo de sus economías.
¿Cómo se compara España con las grandes economías de Europa?
País | Aumento de la deuda T1 2025 (millones de €) |
PIB relativo (comparación España) |
Comparación reltiva |
Italia | 66.102 | 1,3X | +40% más deuda |
España | 46.803 | 1,0x | - |
Francia | 40.159 | 1,7x | -14% menos deuda |
Alemania | 9.934 | 2,3x | 5 veces menos deuda |
Irlanda | -9.144 | 0,5x | reducción notable |
A pesar del tamaño económico de Francia y Alemania, sus gobiernos han contenido el endeudamiento. Alemania, con más del doble de PIB que España, se ha endeudado cinco veces menos. Por otro lado, Irlanda ha sido el país que más ha reducido su deuda, con una caída de 9.144 millones de euros. También han bajado su deuda los Países Bajos, Letonia y Dinamarca.
¿Cómo está la deuda de España como porcentaje del PIB?
Según Eurostat y el Banco de España, la deuda pública española ha alcanzado ya el 103,5% del PIB, el segundo peor dato de toda Europa occidental y solo superado por:
- Grecia: 152,5%.
- Italia: 137,9%.
- Francia: 114,1%.
- Bélgica: 106,8%.
Pese a ello, el déficit público español (la diferencia entre ingresos y gastos del Estado) se situó en el 2,7 % del PIB en el primer trimestre, una cifra inferior a la media europea del 2,9 %, lo que técnicamente sitúa a España dentro de los márgenes del Pacto de Estabilidad de la UE.
¿Qué están haciendo distinto otros países?
Irlanda es uno de los casos más comentados. Mientras España crece en deuda, el país celta ha logrado reducirla, apoyado en un modelo económico enfocado en atraer inversión extranjera, fiscalidad competitiva y empleo de alto valor añadido. Su PIB per cápita ronda los 82.000 euros, frente a los 27.000 de España.
En el caso de Alemania, la disciplina fiscal, combinada con una alta productividad industrial y control del gasto, permite sostener su economía sin grandes incrementos de deuda, incluso cuando enfrenta ralentización en sectores clave como el automóvil.
Por el contrario, Italia, que lidera el aumento de deuda, también presenta una situación preocupante, aunque parte de una estructura de gasto muy consolidada y menor presión fiscal efectiva en algunos sectores estratégicos.
¿Qué escenarios se abren para España?
Escenario 1: Contención fiscal progresiva
Si el Gobierno logra mantener el déficit bajo el 3 %, y destina parte del gasto a inversión productiva (infraestructuras, innovación, digitalización), podría estabilizar el ratio deuda/PIB y ganar margen ante futuras crisis.
Escenario 2: Espiral de deuda estructural
Si el crecimiento económico se estanca y el gasto público sigue al alza sin reformas estructurales, la deuda puede alcanzar niveles más difíciles de sostener. Los intereses crecerán y se reducirá el margen presupuestario.
Escenario 3: Crecimiento mediante atracción de capital
Modelos como el irlandés o el neerlandés muestran que una estrategia de simplificación fiscal, estímulo a la inversión y control del gasto puede ayudar a mejorar el crecimiento sin necesidad de mayor deuda.
¿Debe preocuparnos este dato?
Aumentar deuda no es, por sí mismo, un error. De hecho, en muchas etapas puede ser necesario para sostener servicios públicos, incentivar el crecimiento o responder a crisis. El problema surge cuando se incurre en deuda estructural que no se acompaña de crecimiento ni de mejoras en la competitividad.
El gasto sin control puede comprometer la inversión futura, dificultar el acceso a financiación y suponer una carga para las generaciones venideras. Hoy, la deuda sigue siendo manejable. Pero los datos recientes invitan a actuar con prudencia, visión a largo plazo y responsabilidad fiscal.