El Banco Central Europeo (BCE) ha anunciado este jueves una nueva rebaja de los tipos de interés en 25 puntos básicos, la tercera en lo que va de año y la séptima desde 2024, en un intento de compensar el deterioro de las perspectivas económicas provocado, en gran parte, por la guerra arancelaria internacional y la ralentización del comercio global.
La nueva decisión deja el tipo de facilidad de depósito en el 2,25%, el de las operaciones principales de financiación en el 2,40% y el de la facilidad marginal de crédito en el 2,65%, con efectos a partir del próximo 23 de abril.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, justificó el movimiento como parte de un ajuste progresivo y vigilante, cuyo objetivo sigue siendo el de lograr una inflación sostenida en torno al 2% en el medio plazo. Según los últimos datos de Eurostat, la inflación en la zona euro se situó en marzo en el 2,2%, mientras que en el conjunto de la UE fue del 2,5%, ambas en descenso.
¿Qué son los tipos de interés y por qué importan?
Los tipos de interés son el precio que se paga por el dinero. Cuando el BCE los baja, intenta abaratar el crédito para estimular el consumo y la inversión. Sin embargo, en un contexto de incertidumbre como el actual, su eficacia depende también del clima económico y de la confianza de los agentes económicos.
Una economía europea en equilibrio inestable
Pese a que el BCE destaca que el proceso de desinflación avanza según lo previsto, también advierte que las tensiones comerciales crecientes están erosionando la confianza de hogares y empresas, generando volatilidad en los mercados y endureciendo las condiciones de financiación. Este deterioro generalizado está empujando al BCE a adoptar un enfoque flexible y basado en datos, sin comprometerse a una senda específica de tipos, lo que refleja el alto grado de incertidumbre estructural que atraviesa la economía global.
Contexto global: ¿qué hay detrás de la guerra arancelaria?
La decisión del BCE no puede entenderse sin analizar la escalada proteccionista entre grandes bloques económicos, especialmente Estados Unidos, China y la Unión Europea, que han intensificado en los últimos meses la imposición de aranceles cruzados. Washington ha endurecido su política comercial frente a productos tecnológicos europeos y del sudeste asiático, mientras Bruselas ha reaccionado con gravámenes a sectores clave como el automóvil, el acero o los paneles solares.
Este nuevo capítulo del proteccionismo global —similar al vivido entre 2018 y 2019 bajo la presidencia de Donald Trump— amenaza con fragmentar cadenas de suministro, elevar costes de producción y ralentizar el comercio internacional, lo que impacta directamente en economías abiertas como la española y, especialmente, en su tejido exportador e industrial.
Repercusiones para España y Madrid
En el caso de España, y especialmente en regiones como la Comunidad de Madrid, con un fuerte peso de empresas tecnológicas, industriales y financieras, el encarecimiento de las importaciones, las restricciones arancelarias a productos españoles y el impacto indirecto en la confianza empresarial podrían afectar al crecimiento del segundo semestre de 2025.
La bajada de tipos puede suponer un alivio para familias y empresas endeudadas, al reducir el coste de las hipotecas y créditos, aunque su efecto puede ser limitado si la inestabilidad comercial y geopolítica persiste. Además, en contextos como el actual, las políticas monetarias pueden perder eficacia si no van acompañadas de medidas fiscales coordinadas y de un plan europeo común frente a las amenazas externas.
Un BCE sin promesas, pero con vigilancia extrema
Christine Lagarde ha insistido en que cada decisión del BCE será tomada “reunión a reunión”, en función de los datos disponibles y sin comprometerse a ninguna hoja de ruta concreta. El organismo seguirá monitorizando la inflación subyacente, el ritmo de crecimiento de los salarios, la evolución de los beneficios empresariales y el impacto real de sus decisiones en los canales de transmisión monetaria.
En este escenario, los analistas advierten que más recortes podrían estar en el horizonte, siempre que la inflación se mantenga contenida y que la situación comercial internacional no se agrave aún más.