Abril de 2025 pasará a la historia reciente del sistema eléctrico español como el mes del gran apagón. Pero más allá de las explicaciones oficiales centradas en incidencias técnicas, picos de tensión o problemas de distribución, los datos revelan un elemento previo, estructural y apenas discutido en el debate público: la caída histórica de la producción nuclear en el momento más crítico del año.
Las cifras, procedentes de Eurostat, no dejan margen a la interpretación política. Y su lectura conjunta apunta a un problema más profundo que un fallo puntual.
Un mínimo nuclear sin precedentes en abril
Según el análisis del economista José Ramón Riera, abril de 2025 registró la menor producción de energía nuclear para ese mes desde al menos 2008. Un dato especialmente relevante si se tiene en cuenta el papel que desempeña la nuclear como columna vertebral del sistema eléctrico.
- Producción nuclear en abril de 2025: 2.951 GWh.
- Producción nuclear en abril de 2024: 3.502 GWh.
- Variación interanual: –15,7%.
Nunca antes se había descendido del umbral de los 3.000 GWh en un mes de abril. Y lo significativo no es solo el nivel absoluto, sino la magnitud del descenso: cuando la nuclear reduce su producción, lo hace habitualmente en rangos del 4% al 8%. Un recorte cercano al 16% rompe cualquier pauta histórica conocida.
El mes más débil del año… también en producción total
El contexto amplifica aún más la relevancia del dato. Abril de 2025 no fue solo el mes con menor aportación nuclear, sino también el mes con menor producción eléctrica total del año, con 20.803 GWh.
En ese escenario, la energía nuclear representó apenas el 14,2% del mix eléctrico mensual, un peso inusualmente bajo para una tecnología diseñada precisamente para garantizar estabilidad, continuidad y control del sistema.
Dicho de otro modo: cuando el sistema más necesitaba firmeza, la fuente más estable aportó menos que nunca.
Más electricidad, menos base firme
La fotografía completa del periodo enero–octubre confirma que no se trata de un fenómeno aislado, sino de una tendencia:
- Producción nuclear 2024: 44.240 GWh.
- Producción nuclear 2025: 43.339 GWh (–2,0%).
- Producción eléctrica total 2024: 222.771 GWh.
- Producción eléctrica total 2025: 231.160 GWh (+3,8%).
- Peso de la nuclear en el mix: del 19,9% al 18,7%.
España produce más electricidad que hace un año, pero lo hace con menos nuclear y con un menor peso de esta en el conjunto del sistema. El crecimiento se apoya en fuentes renovables intermitentes, cuya aportación es esencial desde el punto de vista ambiental, pero insuficiente por sí sola para garantizar estabilidad de red.
Por qué la nuclear sigue siendo insustituible en la estabilidad del sistema
Todas las tecnologías eléctricas producen kilovatios hora, pero no todas cumplen la misma función sistémica. La energía nuclear no compite con la eólica o la solar en términos de descarbonización, sino que cumple un papel distinto: el de energía de base firme.
Esto implica tres elementos clave:
- Producción constante, independientemente del clima o la hora del día.
- Capacidad de sostener la tensión y la frecuencia de la red.
- Reducción de la necesidad de respaldo inmediato mediante gas u otras tecnologías.
Cuando esta base se debilita sin que existan sistemas de almacenamiento masivo plenamente operativos, el sistema se vuelve más sensible a cualquier perturbación: subidas de tensión, picos de demanda o fallos de distribución.
Abril de 2025 reunió todos esos factores.
Renovables sin almacenamiento: una transición incompleta
El problema no es la expansión de las energías renovables, sino la velocidad del desequilibrio entre generación intermitente y respaldo firme. España carece todavía de infraestructuras de almacenamiento a gran escala capaces de absorber excedentes y liberarlos cuando la red lo necesita.
En ausencia de ese colchón tecnológico, el sistema depende de dos pilares: la nuclear y los ciclos combinados de gas. Reducir uno sin reforzar el otro introduce una fragilidad estructural que no se corrige con declaraciones políticas ni con objetivos a largo plazo.
El debate estratégico que los datos imponen
Los números de Eurostat obligan a replantear el debate energético en términos técnicos, no ideológicos. Cerrar o infrautilizar la nuclear sin una alternativa firme equivalente no es una transición: es una apuesta de alto riesgo.
Las decisiones energéticas no se miden en ciclos electorales, sino en décadas. Y sus errores no suelen manifestarse de inmediato, sino en forma de apagones, inestabilidad de red y encarecimiento estructural del sistema.
Abril de 2025 puede interpretarse como una advertencia temprana.
Una lección que no conviene ignorar
El gran apagón no puede explicarse por un único factor. Pero ignorar que coincidió con el mínimo histórico de producción nuclear del año sería un ejercicio de ceguera deliberada.
España se enfrenta a una transición energética compleja que exige planificación realista, inversiones en almacenamiento y una comprensión clara de que no todas las tecnologías son intercambiables. Los datos están ahí, son oficiales y no admiten maquillaje.
La cuestión ya no es si el sistema puede funcionar sin nuclear, sino si puede hacerlo sin antes haber construido los cimientos que sustituyan su función. La respuesta, a la vista de abril, sigue abierta.