Crónica cultural por José Belló

Exposición de Anna Weyant (Calgary, 1995)

En el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
Slumber, 2020
photo_camera Slumber, 2020

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, en sus salas de exposiciones temporales situadas en la planta -1, acoge una muestra dedicada a la artista Anna Weyant, organizada por el propio museo y comisariada por Guillermo Solana, director artístico de la institución, y Elena Rodríguez, del Área de Exposiciones.

Esta exhibición representa su primera muestra individual y forma parte del programa centrado en la colección de Blanca y Borja Thyssen-Bornemisza.

En total se presentan 31 piezas, compuestas por 26 pinturas y obras sobre papel, seleccionadas de su producción más reciente. Su estilo conecta con corrientes que van desde el Barroco hasta la primera mitad del siglo XX, etapas artísticas ampliamente representadas en la colección del museo.

En esta propuesta expositiva se establece un diálogo visual entre las creaciones de Weyant y cinco obras de la colección permanente, elegidas personalmente por la artista. Entre ellas destacan trabajos de Mattia Preti, Magritte y Balthus, entre otros.

Weyant es reconocida por sus composiciones protagonizadas por figuras femeninas jóvenes, que habitan un universo suspendido entre lo soñado y lo cotidiano. Su estilo figurativo se inspira en la tradición pictórica clásica, reinterpretada con una mirada contemporánea. La simbología que emplea rescata géneros y códigos propios de la historia del arte, pero también incorpora referencias a la cultura popular norteamericana y a movimientos vanguardistas de entreguerras, como el surrealismo.

Durante los últimos ocho años, la creadora ha explorado las complejidades de la adolescencia femenina, capturando esa transición entre la niñez y la madurez como si se tratara de una escena de cuento o de una casa de muñecas, donde predomina una atmósfera de expectativa y ambigüedad. Este mismo espíritu se refleja en sus naturalezas muertas, en las que objetos frágiles como globos desinflados, lazos sueltos o flores marchitas evocan un inminente deterioro.

Entre las obras de la colección Thyssen que acompañan las pinturas de Weyant, se encuentran referencias que también abordan el tema del paso del tiempo, como El concierto (hacia 1630–1635) de Mattia Preti o el Retrato de una joven de perfil con una máscara en la mano derecha (hacia 1720–1730), de Piazzetta. La dimensión inquietante que recorre los trabajos de Weyant se refleja también en obras como el Retrato del Dr. Haustein (1928), de Christian Schad —donde una presencia espectral acecha al protagonista— o en la ilusión perceptiva de La llave de los campos (1936), de René Magritte. También se exhibe La partida de naipes (1948–1950), de Balthus.