El periódico satírico madrileño “Gil Blas” había sido fundado por Manuel del Palacio y Luis Rivera Rodríguez cuando estaba a punto de comenzar el invierno del año 1864 y se siguió publicando durante 8 años que estuvieron divididos en 4 etapas en las que se editaron 668 números que derivaron en diversos incidentes, enfrentamientos e incluso suspensiones. Una vez cancelada la publicación todavía hubo un intento por revivirla, y en el año 1882 volvió a salir en una breve etapa en la que todavía se editaron 37 números. En sus páginas participaron escritores, periodistas e ilustradores de la talla de Manuel del Palacio, Eduardo Lustonó, Eusebio Blasco Soler, Moreno Godino, Eduardo Saco, Luis Rivera, Roberto Robert y Casacuberta (que fue director de la revista madrileña “El Tío Crispín” y por cuyo primer número pasó un año de prisión en 1855), Tomás Tuero, Federico Balart Elgueta (que solía firmar con el pseudónimo “Nadie”), Miguel Ramos Carrión (fundador del semanario satírico “Las Disciplinas”), Daniel Perea y Rojas (que era sordomudo de nacimiento y cultivó la pintura de tal modo que llegó a ser considerado como el gran representante de la ilustración taurina de su tiempo), Valeriano D. Bécquer y su hermano Gustavo Adolfo ( que ya firmaban con el pseudónimo “Sem”), Gerardo Meléndez y Conejo, Manuel Luque de Soria y Eduardo Sojo (que firmaba con el pseudónimo “Demócrito”). Incluso Leopoldo Alas “Clarín” también colaboró en la última época de la revista.

“Gil Blas” fue un periódico que se representó a través de ingeniosas caricaturas en la que numerosos gobernantes y representantes de la iglesia fueron retratados e incluso maltratados, pues su carácter anticlerical y antimonárquico la forjó en el ámbito de las publicaciones más virulentas de la sátira política y literaria, en la que políticos como Narváez y O´Donnell fueron especialmente representados; sobre todo en los tiempos en los que Narváez era presidente del consejo de ministros y Luis Bravo ministro de gobernación. Fue entonces cuando Bécquer ocupó el cargo - durante seis meses - de censor de novelas. Una vez destituido “Gil Blas” también lo incorpora. Esta incorporación suscita hoy debates.
“Gil Blas” había tomado el nombre en la novela picaresca francesa “Gil Blas de Santillana” de Alain – René Lasage que había sido publicada entre 1715 y 1735 y traducida al español por el Padre Isla. Porque los fundadores de “Gil Blas” identificaron al pícaro Gil Blas de esa novela con el verdadero espíritu de su publicación. Gil Blas el personaje novelesco era como la propia revista que nacía: irreverente, insumiso, perspicaz, rebelde, ingenioso, punzante y muy crítico con la sociedad de su tiempo.