Anécdotas literarias de Madrid

Ernesto Bark. El Letón revolucionario

Ernesto Bark. El Letón revolucionario - Biblioteca nacional
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Ernesto von Bark Schultz ( Kaava, Estonia 1858 – Madrid, 1922) o Ernesto Bark, que era el nombre por el que se le conocía en Madrid. Se había ido de Estonia cuando estaba perseguido por haber sido un luchador rebelde y contumaz contra el movimiento zarista. Se estableció inicialmente en Alemania donde fue estudiante de varias disciplinas; ya que además de economía y comercio estudió historia, filosofía y sociología política. Antes de llegar a Madrid había vivido en Suiza,donde fundó el periódico clandestino “Der Baltische Föderalist”. En 1883 y como consecuencia de esta publicación fue deportado a Siberia. Desde Siberia vino para España, y ya en Madrid se desposó con Matilde Cabello García, con la que tuvo seis hijos. Fue corresponsal de algunos periódicos alemanes. Se relacionó enseguida con periodistas y escritores y con muchos de ellos tuvo estrecha relación y a otros les sirvió de inspiración para ilustrar a algunos de sus personajes: Ramón María del Valle-Inclán se fijó en él para dar vida a Basilio Soulinake en Luces de Bohemia y en alguna otra de sus obras.

Y fue precisamente Pío Baroja - aun sabiendo que había nacido en Estonia y que sus orígenes habían sido polacos y alemanes - quien se refería a él como“Letón revolucionario” e incluso solía decir que era como como el propio Bark solía presentarse. Otros autores como el propio Baroja, Azorín y Alejandro Sawa también lo citaron en algunos de sus escritos.

Ernesto Bark - viviendo y participando en Madrid - prácticamente se hizo madrileño y hasta se convirtió en uno de los personajes más sorprendentes y conocidos que pululaban por la capital y que se acercaban incluso a los submundos propios de la bohemia. Fue siempre fiel a sus ideas revolucionarias y además tenía facilidad para atraer a jóvenes escritores que también ansiaban algunas de las reformas que Bark preconizaba.

Ya definitivamente en Madrid, y después de haber recorrido España y de haber vivido en algunas de sus ciudades, se ganaba modestamente la vida dando clases de inglés, alemán, ruso, polaco y portugués en el Ateneo Científico y Literario de Madrid; además, en su domicilio también ofrecía clases particulares a la vez que colaboraba en diversos periódicos y revistas. Con varios intelectuales como Alejandro Sawa, Joaquín Dicenta, Eduardeo Zamacois, Ernesto Bark, Antonio Palomero y Francisco Macein entre otros, se formó el “Grupo Germinal” que durante sus primeros tiempos dio protagonismo a Joaquín Dicenta, que fue al mismo tiempo director del periódico El País. Sin embargo, Ernesto Bark prefirió continuar en Germinal hasta que dejó de publicarse. Pero a partir de 1903 también escribe algunas de sus crónicas en El País, en Fuerza y en Nuestro Tiempo. Bark frecuentó algunas de las tertulias en los cafés más próximos a la Puerta del Sol.

Jamás dejó de ser un hombre fantasioso y lleno de imaginación y de entusiasmo, que apenas sentía el frío y que cuando alguien se quejaba del invierno solía repetir: “más frío hace en Siberia, si usted hubiera estado en Siberia lo sabría de sobra…”

Por razones ideológicas no mostraba simpatía por Emilia Pardo Bazán ya que la autora del naturalismo sentía apego por el movimiento carlista, pero sintió proximidad por autores como Campoamor, Galdós o Zorrilla. Pensaba que la literatura debía de ir de acuerdo con la sociedad y por esa razón la utiliza para dar a conocer sus ideas políticas. Su aspecto físico destacaba en los ambientes madrileños. Pedro Vallina lo describe así: Era alto, delgado, con bigote rojizo y pelo del mismo color encrespado y ojos azules de felino…

Fue autor de una extensa obra, pero hoy concretamente nos interesa ese folleto que escribió y publicó en Madrid titulado “La Santa Bohemia”en el que destaca asuntos particulares de algunos autores madrileños de su tiempo. Pues para este autor la bohemia representaba lo que rejuvenece a una sociedad y por wso, seguramente pensaba que nada tenía que ver con los mundos marginales. Creía que la bohemia encerraba a un conjunto de nómadas soñadores que se reunían en tertulias y en fondas de mala muerte para ofrecer sus proyectos a una sociedad que, en ocasiones, si siquiera los entendía. Consideraba que la bohemia formaba parte de la auténtica libertad y que los harapos con que algunos autores vestían formaban parte de lo pintoresco, de un modo de ser y de vivir que se diferenciaba del que utilizaba la mayoría.

      

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