Anécdotas literarias de Madrid

El abrigo que Práxedes Mateo-Sagasta regaló a Pedro Marquina y Dutú

Pedro Marquina y Dutú (Zaragoza 1834 – Madrid 1886) se estableció en Madrid con el firme propósito de dedicarse a la literatura. Y aunque de su etapa en Aragón hay datos muy escasos, sabemos que había sido seminarista en Zaragoza y que fue expulsado del seminario, quizá por ser demasiado impetuoso, irrespetuoso o inquieto. Destacaba por su vulgaridad y su descuidada apariencia, pues además de ser bajo de estatura y excesivamente flaco y narigudo solía ir mal vestido y tenía llamativas cicatrices en el cuello por haber padecido la enfermedad de escrófula o mal del rey - enfermedad hoy conocida como linfadenitis cervical - cuyos procesos infecciosos y su alivio solían dejar profundas cicatrices.

Una vez en la villa de Madrid participó plenamente en los ambientes más arraigados de la bohemia; que fue, precisamente, donde se relacionó con algunos de los escritores del romanticismo y del posromanticismo. Era tío carnal del autor modernista Eduardo Marquina.

Empezó pronto a ser conocido en la capital por sus incipientes obras cómicas, por sus primeros dramas y por alguna zarzuela.    

Autor de numerosas comedias. Una de ellas titulada “El poeta de Guardilla”: que consta de un solo acto en verso. Cito esta obra expresamente porque se ha llegado a pensar que bien pudiera tratarse de una obra de corte autobiográfico, donde narra sus cuitas y miserias, e incluso sus ingeniosos modos de vivir en una sociedad que cree que no lo entiende en absoluto; ya que trata de la necesidad por la que pasa la familia de un poeta pobre que vive humildemente en una raquítica guardilla, con una renta que apenas puede pagar y sin apenas medios para alimentarse. Pero la llegada de un pariente y la noticia de que el poeta – de nombre Leandro - había heredado unas tierras en un pueblo, ofrecen la oportunidad de una nueva y más confortable vida.

La vida le brindó ciertas posibilidades que derrochó en las noches madrileñas, hasta que el alcohol hizo mella y lo hundió en los ambientes más extremos y miserables en los que estaba acompañado por otros amigos literatos que acabaron como él. Hubo un momento en que estuvo a punto de alcanzar el éxito definitivo, cuando siendo Manuel Catalina empresario del Teatro Apolo representó la obra titulada “Un grano de trigo” pero la inicial escasez de público lo devolvió a escenarios inferiores en los que lo que ganaba solamente le alcanzaba para sobrevivir. Su obra consta de más de treinta títulos. Algunos de ellos fueron: “El arcediano de San Gil”, “El nieto del ciego”, “Un hombre de bien”, “El primer beso” o “Palabra de aragonés”. También nos dejó dos libros de poesía y unas cartas de sumo interés, dirigidas a Manuel Catalina y a Francisco de la Parte. 

Después de esos momentos en los que el alcohol y la vida desordenada entraron en escena, fue cuando comenzó a vender los derechos de autor - que ya había vendido previamente - a cualquier tabernero que le diese de beber. Su amigo Antonio Álvarez - que había sido empresario del Teatro Martín - le propuso que si dejaba de emborracharse sería invitado a cenar en su casa todos los días. Aceptó la oferta, pero unas semanas más tarde ya había vuelto a las andadas.   

Pedro Marquina y Dutú frecuentó amistad y correrías con Moreno Godino, Manuel Alaminos, Pedro Escamilla (uno de los autores más prolíficos del XIX, al que no hemos de confundir con Julián Castellanos y Velasco, ya que según ha afirmado el filólogo Juan Ignacio Ferreras firmaba en ocasiones con el seudónimo Pedro Escamilla) y con el escritor satírico Pelayo del Castillo (que habiendo terminado la carrera de Derecho en Madrid se dedicó al teatro, y llegó a inmiscuirse de tal modo en la bohemia que terminó sus días como un mendigo paupérrimo que dormía en la calle. Su entierro fue sufragado por el político Romero Robledo, que fue su amigo y compañero de facultad. Dejó escritas más de cien obras de teatro).

La situación económica de Pedro Marquina y Dutú llegó a ser tan precaria que hoy sabemos que el 30 de abril de 1878 fue representada una obra en el Teatro Novedades a su beneficio. Pero poco a poco siguió ahondando en el deterioro, y un día del invierno el dramaturgo se puso a gritar frente a la casa del político Práxedes Mateo-Sagasta quejándose del mucho frío que pasaba y de la mucha necesidad de pos poetas. Cuando el político lo escuchó lo invitó a que entrase a su vivienda y al comprobar que solamente vestía con una sencilla chaqueta le regaló su mejor abrigo, de color gris perlado que le quedaba notablemente grande y además le entregó cinco duros para gastos. Desde ahí se encaminó a la calle Sevilla y contó la hazaña a todos los conocidos para que supiesen quien se lo había regalado.

Hay al menos cuatro versiones diferentes sobre cómo murió. Probablemente fue en una pensión de la que su dueña lo sacó durante la noche del 24 de agosto de 1886, dejando el cadáver a la altura del número 11 de la calle de Lavapiés. Alguien comprobó que en el bolsillo llevaba 15 céntimos. Otra de las versiones cuentan que era pleno invierno y que el cuerpo estuvo unos días cubierto por la nieve y que allí permaneció hasta que fue enterrado ya casi en estado de descomposición. Una tercera dice que es muy probable que notando que se moría, bajase de la pensión en silencio y se refugiase en un portal de la calle Lavapiés donde finalmente expiraría. Y como pasó varios días en el depósito de cadáveres alguien conocido que fue a velarlo, a acompañarlo, aseguró que tenía los ojos aun abiertos, la cara hinchada y muy amoratada, los pies descalzos, un hombro al aire y que la ropa estaba sucia y sumamente descuidada y raída… Como no dejaba nada - era pobre de solemnidad - su entierro tuvo que ser sufragado por la Asociación de Escritores y Artistas. Pero existe una cuarta versión sobre su muerte en la que se cuenta que en realidad falleció en un hospital en el que pasó ingresado las ocho últimas semanas de enfermedad y que su sepelio fue presidido por el poeta Gaspar Núñez de Arce y el cadáver arrojado a una fosa común.

Pedro Marquina había sido amigo de Zorrilla, con el que incluso colaboro en alguna obra.                     

                            

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