Como es bien sabido, el Libro del Caballero de Zifar figura entre los más importantes de la Edad Media, aunque su contenido apenas es conocido por la mayoría de los lectores. Se trata de una obra contemporánea del Conde Lucanor, del Infante don Juan Manuel, con la cual tiene un cierto parentesco y existen no pocos indicios de que buena parte de los grandes autores del Siglo de Oro son de alguna manera deudores del Zifar. Incluso se ha llegado a decir que hasta el propio Cervantes pudo caer en la atracción de este interesantísimo libro, aunque siguiendo al erudito Walquer no hay pruebas suficientes para pensar que Sancho Panza pudo ser sacado de Ribaldo, personaje que Lope de Vega conoció y admiró, incluso que alguna reminiscencia pudo quedar de él en dicho libro.
Leo ahora, tras muchos años de admiración y de silencio, El Caballero de Zifar, una de las obras más interesantes de aquel tiempo. Se trata de una edición de Castalia, realizada por Joaquín González Muela, estudiando lo que otros autores fueron descubriendo y ofreciéndonos su propia opinión. Uno de los asuntos que más interesan a este eminente profesor es el de esclarecer la verdadera paternidad del libro, dando el nombre de Ferránd Martínez como uno de los más de más probables. Joaquín González Muela no puede asegurar nada con absoluta certeza, pero nos recuerda que el citado personaje fue escribano, notario y sellador de un arzobispo y de un rey, y que su estilo literario se parecía mucho al de algunas páginas del Zifar. El Siglo de Oro dio lugar a esta clase de incertidumbres.
La obra en cuestión es, por un lado, un libro de caballería y de aventuras –uno de los más antiguos de cuantos se conocen--, donde se ofrecen los más espectaculares hechos. Es la historia de un largo y azaroso exilio que al final tendrá un desenlace venturoso. El Caballero de Zifar, descendiente de reyes; tenía una esposa, Grima, y dos hijos pequeños, Garfín y Roboán; era una persona de especial destreza y sabiduría, pero la desgracia --aquí entra lo imaginativo del género al que pertenecía la obra.. El caballo se le moría cada diez días… El libro se divide en cuatro partes en las que se narra toda la odisea familiar. La historia es de origen oriental y se piensa, con no poco fundamento, que está inspirada en uno de los cuentos de Las mil y una noches, aunque también se hace referencia a la leyenda de San Eustaquio.
Y hay todavía mucho más en esta hermosa obra medieval. Como nos cuenta Joaquín González Muela; hay un cierto rigor histórico adherido a la narración, entremezclando con la fantasía aventurera de su contexto. En el prólogo se nos habla de la peregrinación a Roma de Ferrand Martínez. Arcediano de Madrid, para ganar lo perdones que concedió el Papa Bonifacio VIII a los que acudiesen al Jubileo de ese año, a los que se añadían los datos históricos del rescate del cuerpo del cardenal don Gonzalo, que fue arzobispo de Toledo y que murió en Roma, no sin hacer prometer a dicho arcediano que llevaría sus restos la iglesia catedral de Toledo. Con todo esto se enlaza la historia de un caballero de indias, también llamado Caballero de Dios.