San Fernando de Henares

El cojín viral de La Revuelta ocultaba una historia de viviendas derribadas en San Fernando de Henares

El cojín que apareció en La Revuelta no era un atrezzo. Representaba la lucha vecinal de San Fernando de Henares tras los derribos por la Línea 7B del Metro

Cojín La Revuelta
photo_camera Cojín La Revuelta

Lo que parecía un guiño divertido en televisión escondía un drama social. El famoso cojín que apareció en el programa La Revuelta llevaba detrás la historia de más de 80 viviendas derribadas en San Fernando de Henares por los daños provocados por la Línea 7B de Metro. Su dueño explicó que la imagen estampada en él fue tomada mientras demolían su propia casa, la de sus padres y la de sus vecinos, tras 15 años conviviendo con grietas, desalojos y promesas incumplidas.

Quienes vieron el programa comentaron el objeto sin conocer el trasfondo. Su propietario relató que tomó la fotografía con lo único que pudo rescatar de su hogar: su cámara. Tras años de daños estructurales, los vecinos acabaron en apartahoteles e incluso pasando hasta 40 noches en la calle, lejos del barrio que habían construido durante décadas.

El gesto del cojín no era un accesorio casual. Su objetivo era colocarlo junto al cojín institucional del Metro que se encontraba en el mismo sofá, evidenciando dos realidades opuestas: la imagen oficial y la experiencia de quienes sufrieron los efectos directos de la infraestructura. “Para nosotros ese logo no es decoración. Es derribos, desalojos y promesas rotas”, afirmaron.

El relato denuncia la falta de soluciones definitivas desde 2007, año en que comenzaron los problemas de hundimientos y reparaciones continuas. La Línea 7B ha obligado a demoliciones, realojos temporales y un deterioro continuo del barrio, mientras los afectados reclaman visibilidad y respuesta institucional.

En redes sociales, el vídeo compartido por los vecinos terminó convirtiéndose en un altavoz para exponer públicamente la situación ante miles de espectadores. La acción simbólica buscó poner rostro al drama humano que persiste tras cada parpadeo del logotipo del Metro de Madrid. “Ese cojín no es un chiste. Es nuestro grito”, concluyeron.