El 29 de junio de 1932 nacía Circe Maia, desde hace décadas residente en la ciudad de Tacuarembó, donde pasó su primera infancia y gran parte de su vida. Si bien su producción poética es fruto de lo que ella ha llamado una “actividad secundaria”, compartida con sus tareas de docente, traductora, y madre de numerosa familia, ha logrado amplio reconocimiento por tratarse de una poesía sencilla, profunda, y vivencial.
El predominio de lo vivido
Circe Maia mostró su condición de poeta desde edad muy temprana. Tenía doce años cuando su padre hizo publicar su primer libro titulado “Plumitas”, en donde ya se vislumbra con claridad el talento de la niña.
Hay quien pudiera pensar que la vida de Circe, pese a su brillante y polifacética labor intelectual, ha transcurrido en torno a lo doméstico: el jardín, la familia, los recuerdos que motivan sus reflexiones sobre lo existencial. Ella no ha sido como Rimbaud ni como Luis de Camoens, poetas que vivían en la turbulencia de viajes y combates. Pero la vida de Circe Maia distó mucho de ser sencilla y sosegada, y los combates en terreno hostil se libraron en su propio interior, cuando la adversidad golpeó una y otra vez en forma inesperada:
Con apenas diecinueve años perdió a su madre de manera repentina. Tiempo después, la muerte de uno de sus hijos en accidente de tránsito, la sume en un paréntesis de silencio poético. Los años de la dictadura militar uruguaya, también significaron múltiples dificultades para su vida familiar y laboral. Destituida de su cargo como docente y con su marido preso, mantuvo sus clases particulares de idiomas, e hizo otro alto prolongado en su producción literaria.
El tiempo y la filosofía escondida
Si bien los poemas de Circe Maia a menudo están inspirados en la cotidianidad de lo doméstico, no son para nada triviales, y con un lenguaje sencillo, que es otra de las características de su poesía, transmiten ideas de gran profundidad filosófica. La misma autora lo ha reconocido en una entrevista, en la que dijo "Me defiendo con un lenguaje totalmente cotidiano, y si al final sugiero otro problema, en un par de líneas, puede ocurrir que el lector ni siquiera se dé por aludido y entonces parezca nada más que un poema doméstico, en el que hablo de la leche, del azúcar que está sobre la mesa”. Y en relación a ese contenido filosófico muchas veces inadvertido, agregó: “Si yo pudiera y no quedara muy pretencioso mostraría problemas filosóficos que están dados en mis poemas, y que poca gente puede advertir, porque no están citados”.
En 1958 aparece su primer libro de poemas, cuyo título, “En el tiempo” alude a otro tema muy presente en la poesía de Circe Maia a lo largo de toda su trayectoria. El tiempo tratado con el intimismo tan propio de su poesía, mirado desde su propia percepción personal. No se trata del tiempo general y abstracto, sino presente en un rastro concreto y tangible asociado al recuerdo:
La dura luz quiere desalojar los restos/ de tiempo herido, que no quiere irse/ y allí está, quieta sobre el sillón, la hora/ de aquel tejer del día aquel de mayo.
La precisión
Juan Ramón Jiménez en su poema “Inteligencia” dice “dame el nombre exacto de las cosas”. Circe Maia también aspira a esa absoluta precisión en el lenguaje poético. A ello se refiere cuando dice que “mientras la ciencia busca la precisión cuantitativa, los poetas buscan cierta precisión cualitativa”
Esa precisión, por cierto que muy lograda en su poesía, es una de las cualidades que fueron destacadas cuando en el año 2023 se otorgó a Circe Maia el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada- Federico García Lorca. El fallo del jurado, otorga el reconocimiento a una autora que “ha convertido la poesía en un método de conocimiento de la realidad que se basa en la experiencia diaria, con un lenguaje transparente y exacto”.
Los reconocimientos
Fueron muchos los premios recibidos en su país por Circe Maia, de los que destacamos el Premio Nacional de Poesía (2007), el Bartolomé Hidalgo (en tres ocasiones), el Gran Premio Nacional a la Labor Intelectual (2013). Ninguna de estas distinciones, ha hecho que Circe Maia abandone su característica humildad y simpatía con que recibe a los que hemos tenido la suerte de visitarla en su hogar de Tacuarembó.