La farsa del gasto público en 2025: Hacienda presume de cifras récord mientras el gasto real cae

Mientras el Gobierno presume de cifras históricas, la ejecución presupuestaria del primer trimestre revela una caída del gasto del 34 % respecto a 2024
Economía - mindandi
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El Gobierno ha anunciado con entusiasmo un presupuesto récord de 397.000 millones de euros para 2025, presentándolo como el mayor esfuerzo inversor del Estado en décadas.

Sin embargo, los datos del primer trimestre del año cuentan una historia muy distinta: solo se ha ejecutado un tercio del gasto previsto, y el gasto real ha caído un 34 % en comparación con el mismo periodo de 2024.

Este desequilibrio entre el presupuesto aprobado y el gasto efectivo ha desatado críticas por parte de expertos económicos, analistas independientes y representantes de la oposición, que lo califican de “chapucero” y “desordenado”.

Una ejecución desigual y sin rumbo

Las cifras oficiales muestran una ejecución presupuestaria desigual:

  • Transferencias de capital: aumentan un 135 %, sin una explicación clara sobre los destinatarios o su impacto real.
  • Gasto en bienes y servicios: desciende un 16 %, lo que pone en duda la capacidad operativa de la administración pública.

Gastos financieros: bajan un 16,8 %, pese al incremento de la deuda.

Pasivos financieros: se reducen un 65 %, una caída que podría interpretarse como menor endeudamiento… pero también como aplazamiento contable o ajuste artificial.

A pesar de esta baja ejecución, España ha incrementado su endeudamiento en 48.000 millones de euros solo en el primer trimestre, una cifra que no parece justificarse con el ritmo de gasto registrado.

“Se están inflando los presupuestos como herramienta propagandística, pero luego no se ejecutan. Es una ficción contable que afecta a la credibilidad del Estado”, denuncian fuentes del ámbito económico.

¿A dónde va realmente el dinero?

Mientras se anuncia más inversión pública, los servicios esenciales no han visto mejoras proporcionales. Proyectos comprometidos en infraestructuras, innovación o vivienda siguen paralizados o en ejecución mínima.

Además, las transferencias de capital, que han crecido de forma abrupta, no están suficientemente detalladas en los informes oficiales, generando incertidumbre sobre su trazabilidad.

Más propaganda que gestión

Los datos revelan que el Gobierno puede estar utilizando el presupuesto como instrumento político más que como una herramienta real de gestión económica. La escasa ejecución del gasto sugiere ineficiencia administrativa, falta de planificación o intención de maquillar los balances ante organismos internacionales.

En plena negociación con Bruselas sobre el cumplimiento de las nuevas reglas fiscales, la falta de ejecución real podría traducirse en pérdida de credibilidad y sanciones por incumplimientos.