La deuda pública española ha alcanzado 1,691 billones de euros en junio de 2025, lo que supone 70.229 millones más en apenas seis meses, según los datos publicados por el Banco de España. Esta cifra equivale a un endeudamiento diario de 390 millones de euros, es decir, 16,3 millones cada hora, 271.000 euros por minuto o 4.515 euros cada segundo.
Pese a este incremento, el organismo dirigido por José Luis Escrivá ha emitido una nota de prensa en la que destaca como un avance la reducción de la ratio deuda/PIB hasta el 103,4%, una caída de 1,8 puntos porcentuales que responde al efecto del crecimiento del PIB nominal y no a una disminución real del endeudamiento.
Con estas cifras, España se encuentra al borde del límite comprometido con Bruselas, situado en 1,702 billones. El grueso del incremento se concentra en la Administración Central, que se ha convertido en el principal foco de desequilibrio financiero, mientras que otras administraciones mantienen una evolución más contenida.
La polémica surge porque, mientras el Banco de España subraya la mejora relativa en la ratio, la realidad es que la deuda continúa disparada y compromete seriamente las cuentas públicas. Además, el Estado ha visto cómo la recaudación tributaria crecía un 10% hasta junio y las cotizaciones sociales un 7%, lo que plantea dudas sobre la sostenibilidad de la deuda en un contexto de posible desaceleración económica.
Expertos y voces críticas advierten de que este relato oficial “maquilla” la gravedad de la situación y resta independencia a una institución que debería velar por la transparencia de los datos y la fiscalización de la política económica. El temor es que, en caso de un menor crecimiento o de una caída de la recaudación, la carga de intereses —que ya crece al 17% este año— se dispare aún más en 2026, agravando la vulnerabilidad de la economía española.
El debate queda abierto: ¿es un éxito contable o un aviso de que la deuda ha entrado en niveles insostenibles?