El último informe del Banco de España ha sacado a la luz una realidad contable que choca frontalmente con el discurso oficial del Gobierno. A fecha de 31 de mayo de 2025, las cifras oficiales reflejan un preocupante desfase fiscal, con un déficit contable que asciende a 10.075 millones de euros, a pesar de que la Administración Central presenta un superávit de caja de 747 millones.
Este contraste ha reabierto el debate sobre la sostenibilidad de las cuentas públicas y la transparencia en su presentación.
Según los datos del organismo supervisor, el Estado ha incrementado su deuda en más de 64.000 millones de euros en el último año, lo que supone un aumento del 4,4 % respecto al mismo periodo de 2024. Especialmente alarmante es el caso de la Seguridad Social, cuya deuda ha crecido en más de 10.000 millones, lo que representa un 8,6 % más, reflejando una tensión estructural en el sistema de protección social.
Un superávit de caja que no cuadra con la contabilidad
Aunque el dato del superávit de caja pueda interpretarse como un signo positivo, los expertos advierten de que responde a operaciones puntuales de liquidez —como la emisión de deuda o el retraso en pagos comprometidos— que no se traducen en una mejora real de las finanzas públicas. Por el contrario, el déficit estructural sigue ampliándose, evidenciando una brecha entre los ingresos reales y los gastos adquiridos por el Ejecutivo.
El Banco de España, organismo independiente, ha aportado una visión técnica que pone en cuestión la narrativa política del Gobierno central. Las cifras oficiales constatan que ni las Comunidades Autónomas han logrado contener su deuda, a pesar del compromiso con la consolidación fiscal.
Riesgos crecientes en el horizonte económico
El desequilibrio fiscal, sumado a un contexto de mayor presión financiera y subida de tipos de interés, coloca a la economía española en una situación delicada. La acumulación de deuda pública no solo incrementa la carga de intereses, sino que limita el margen de maniobra ante eventuales crisis o desaceleraciones económicas.
Diversos analistas coinciden en que el uso del superávit de caja como herramienta de comunicación política puede contribuir a una imagen distorsionada de la realidad económica, cuando lo que reflejan los estados contables es una dinámica creciente de endeudamiento y déficit.
¿Qué puede esperar España en los próximos meses?
Con el segundo semestre ya en marcha, las preguntas que surgen son claras: ¿se mantendrá esta estrategia contable basada en liquidez sin respaldo real? ¿Aumentará la deuda pública más allá de los 61.000 millones registrados? ¿Qué medidas tomará el Ejecutivo para contener el déficit estructural?
La respuesta la dará la evolución de los datos, pero el Banco de España ya ha marcado una línea clara: la sostenibilidad fiscal está lejos de alcanzarse, y el desequilibrio entre ingresos y gastos sigue siendo el principal talón de Aquiles de la economía española.