David Alejandro Marcano llegó a España con 19 años procedente de Venezuela. Meses más tarde, solicitó protección internacional y en mayo de 2024 estrenó el DNI que le acredita como ciudadano español. Mientras tanto, empezó a perder visión de forma acelerada, fue diagnosticado de retinosis pigmentaria, le reconocieron una alta discapacidad y entró a trabajar como vendedor en la ONCE.
Cinco años llenos de cambios marcados por la emigración y la discapacidad
David Llegó a Murcia en 2019 desde Venezuela con un permiso de estudios, aunque pasados unos meses viajó a Estados Unidos y regresó a Madrid a finales de 2020. “La pandemia de la covid-19 lo retrasó todo”, explica en una entrevista a Servimedia.
Decidido a instalarse en la capital, solicitó protección internacional. Mientras tanto, su visión empezó a deteriorarse a pasos agigantados y le diagnosticaron retinosis pigmentaria. “Fue un shock muy grande”, detalla, porque “en muy poco tiempo” hubo de adaptarse a “un país nuevo y a una ciudad distinta y, al mismo tiempo, asumir que perdería la vista para siempre”.
En unos siete meses obtuvo el permiso de residencia -le concedieron protección internacional por motivos humanitarios- pero sus dudas sobre el futuro persistían. “¿Dónde podría trabajar? ¿Qué iba a ser de mí?”, se preguntaba.
Grupo Social ONCE
Fue en este momento cuando el Grupo Social ONCE se cruzó por primera vez en el camino de David, aunque aún quedaba mucho para su afiliación. Tras realizar una formación, comenzó como teleoperador para una campaña de Renfe que gestionaba ILUNION, la división empresarial.
El joven seguía, no obstante, sin encontrar su sitio, y ciertos problemas de salud de su madre le devolvieron a Estados Unidos durante una temporada. Sin embargo, “yo quería darme otra oportunidad en España”, recuerda. “No estaba dispuesto a tirar la toalla “, y “esta vez, sí, puse toda la carne en el asador”.
Vuelta a España
“Regresé a Madrid y, mientras trabajaba para la Agencia Tributaria “tramité mi certificado de discapacidad”. Poco después entró como cuponero en la ONCE, en la agencia de Carabanchel. “Conseguí así un empleo estable y pude empezar a vivir con más tranquilidad”, declara Marcano.
Además, David recibió apoyo y formación por parte de los técnicos de Rehabilitación de la ONCE para afrontar su discapacidad visual. “Lo que primero aprendí fue cómo distinguir los billetes y las monedas mediante el tacto”, rememora.
Más tarde llegaron las clases de bastón y de movilidad, para caminar por la ciudad con tranquilidad y de forma segura. “Al principio, me costó aceptar” que tenía que utilizar el bastón blanco, admite, pero tras un accidente en una zanja, “vi claro lo importante que era”. Gracias a estas lecciones, “ahora cruzo las calles y cojo el metro y el autobús con toda tranquilidad”.
Nuevos retos
"Poco a poco, me fui sintiendo mejor” en la ciudad, asegura David. A ello contribuyó también la práctica de deporte adaptado, cuyo disfrute le facilitó la ONCE.
“El fútbol sala tradicional me resultaba muy difícil, y un compañero también venezolano me recomendó el goalball”. Se trata de un deporte paralímpico específico para personas ciegas o con discapacidad visual, que se basa en el sentido auditivo a la hora de detectar la trayectoria de la pelota en juego. requiere, además, una gran capacidad espacial, a fin de localizar dónde está el balón para interceptarlo o lanzarlo.
David lo encontró divertido y pronto vio su potencial para crecer como deportista. Además, “me sirvió para ampliar mi grupo de amistades y desarrollar nuevas habilidades”.
“He entrenado durante todo este curso con un equipo en el Centro de Recursos Educativos (CRE) de la ONCE en Madrid”, apunta. Sin embargo, “no pude competir, porque no estaba federado.
No obstante, confía en que para el próximo campeonato sí podrá hacerlo. En mayo obtuvo la nacionalidad española y, hace dos semanas, le comunicaron que acababan de resolver su afiliación a la ONCE.
“Estoy muy contento con esto”, señala, porque veo que , paso a paso, las cosas se van asentando”. “Así tendré más posibilidades para emprender nuevos retos”, que además de la liga de goalball, incluyen “formarme y seguir creciendo como persona”.
De hecho, uno de sus objetivos inmediatos pasa por matricularse en el Curso de Programación, Estadística e Inteligencia Artificial que ofrece el programa Por Talento Digital de Fundación ONCE para personas con discapacidad que aspiran a conseguir un empleo en el sector tecnológico.
A su juicio, se trata de “una formación muy completa, exigente y bien diseñada, que puede ofrecerle grandes oportunidades profesionales”. David, que tiene pendiente la convalidación de sus estudios en Venezuela, no descarta tampoco retomar la universidad, “aunque más a largo plazo”.
Su deseo es aprender tiflotecnología porque quiere manejar el ordenador "de forma autónoma", con lectores de pantalla como Jaws o mediante programas que aumentan el tamaño del texto, y participar en las demás actividades de ocio y culturales que organiza la ONCE. Con su apoyo, “sé que será posible”, recalca David. “Les estoy de verdad agradecido, porque me prestaron ayuda justo cuando la necesitaba”.
Esperanza y resilencia
En su opinión, formar parte de la organización también le ha permitido “conocer más gente, enriquecerme como persona y adentrarme en un mundo, el de la discapacidad, que hasta entonces desconocía”. En definitiva, integrarme en mi nueva vida en España. “Ha sido un proceso complicado”, reconoce, en el que “todavía debo seguir trabajando”.
“Tengo mis días buenos y malos, como todos”, y destaca su trabajo personal para asumir la pérdida paulatina de visión. Pese a todo, "la vida me ha enseñado que debemos mirar hacia adelante y no recrearnos en el pasado”.
David se expresa con convicción, aunque no pasa de los 25 años. “En Venezuela me sucedieron varias cosas que me hicieron resiliente”, insiste. “Hay que adaptarse y trabajar con esperanza para tener éxito”. Gracias a su determinación, a su confianza y al apoyo del Grupo Social ONCE, está seguro de conseguirlo.