Madrileños por Madrid

Qué tiene en común y en qué se diferencia el Gran Apagón de España de este lunes, 28 de abril, respecto a otros grandes apagones en la historia

El 28 de abril de 2025 probablemente se conocerá como el día del Gran Apagón de España. Este lunes ha sido una jornada para recordar. Ha dejado patente la fragilidad de nuestro sistema energético y la equivocación que resulta de seguir al pie de la letra algunas directrices de futuro marcadas por la Unión Europea: la obligación de eliminar progresivamente la circulación de vehículos no eléctricos de las grandes ciudades que deja la movilidad supeditada a una sola fuente de energía o la persecución emprendida por las administraciones tributarias contra la circulación de dinero en efectivo. 

En los próximos días se escribirán muchos artículos contando la jornada vivida el pasado lunes. Se hablará del desprestigio de España, que ha tenido que ser ayudada por Marruecos y Francia en esta crisis, o se aventurarán explicaciones imaginativas, incluso “conspiranoides” sobre las causas del apagón. También se hablará en positivo de los españoles, porque la actitud irreprochable de los ciudadanos ha dado una importante lección. La mayoría actuamos con tranquilidad, ayudando en lo que podíamos o, al menos, no contribuyendo al caos. Ayer, varias compañeras nos fuimos andando unos 10 kilómetros desde nuestro lugar de trabajo para no sumar nuestros vehículos a una circulación caótica. Es un ejemplo pequeño, como el de los vecinos que subieron cubos a la gente mayor que no tenía abastecimiento al vivir en pisos superiores donde el agua sube con apoyo eléctrico. Creo que los españoles hemos demostrado al mundo que somos gente de fiar y que nos apoyamos unos a otros cuando vienen mal dadas. En Madrid se vivió, como en todas las grandes urbes, un caos importante, pero las incidencias podrían haber sido muchísimo peores si hubiera cundido la irresponsabilidad.

Hoy escribo estas líneas a vuela pluma. Ni puedo ni quiero ahondar en explicaciones técnicas de lo ocurrido, pero me interesa comparar el nuestro con otros grandes apagones de la historia de la humanidad, que han paralizado a millones de personas.

¿Qué tiene que ver el gran apagón de España este 28 de abril con el de Nueva York el 13 de julio de 1977?  La verdad es que poco, porque aquél surgió de una tormenta eléctrica. La caída de varios rayos en una subestación eléctrica en los márgenes del río Hudson afectó a los cerca de diez millones de habitantes de aquella metrópolis. El pasado lunes el corte de suministro afectó a todo un país y no hay causa meteorológica aparente. En realidad, todavía no se saben las causas, al menos oficialmente, porque las informaciones dadas por fuentes gubernamentales hasta ahora ni son concluyentes ni convencen. 

En el terreno positivo, tampoco las consecuencias en el orden público fueron las mismas, porque Nueva York se vio afectada por graves desórdenes y saqueos de negocios y establecimientos durante las 25 horas que duró el corte de suministro eléctrico, mientras que en España no ha habido saqueos ni desórdenes multitudinarios.

Un segundo apagón en EE.UU. sucedió en agosto de 2003. 21 centrales eléctricas dejaron de funcionar al mismo tiempo, empezando en la zona de los grandes lagos y llegando a afectar a Canadá. Más de cincuenta millones de personas quedaron a oscuras (el segundo mayor apagón de la historia en aquel momento). Su causa principal fue un error de software en el sistema de alarma de la sala de control de una compañía con sede en Ohio, que propició que los operadores no tuvieran conocimiento de la sobrecarga del sistema eléctrico. Lo que pudo quedarse en un apagón local manejable derivó en el colapso de toda la red.

Tercer gran apagón: el 28 de septiembre de 2003, una tormenta provocó la caída de árboles sobre cables de alta tensión en Suiza, causando un fallo en cascada que dejó sin electricidad a todo el país, propagándose hacia Italia. 

¿Y qué sabemos del corte eléctrico sucedido en la India el 30 de julio de 2012? Allí también hubo una dimensión nacional del apagón, aunque las cifras que se manejan en la India -con más de seiscientos millones de habitantes- poco tienen que ver con los 49 millones de españoles. El paralelismo debería terminar ahí, porque aparentemente India tiene unas instalaciones eléctricas mucho más precarias que España y su cobertura no da respaldo energético en tiempos normales ni siquiera a la mitad de su población. Por otra parte, se sabe que la ola de calor que sufrió la India en 2012, unido al retraso de los monzones, se sumaron a la precariedad de su red eléctrica, aumentando el uso de aparatos de refrigeración en Nueva Delhi y sistemas de riego en el Punyab. El resultado:  fallos en la línea de Agra-Bareilly con pérdida de 32 gigavatios.  Y hablando de paralelismos… ¿les suena de algo la expresión “ pérdida de gigavatios”?  

Un quinto apagón: el de Puerto Rico el 6 de septiembre de 2018, tuvo una causa natural evidente: el huracán Irma, que arrasó el tendido eléctrico. Y unas consecuencias muy distintas: el 70% de los puertorriqueños recuperaron el suministro eléctrico en unas semanas, pero el último 30% no lo recuperó hasta casi un año después, al acumularse a los daños un nuevo ciclón que generó otros apagones en la red eléctrica de la isla, ya de por sí obsoleta antes de la catástrofe.

En julio de 2021 España y Portugal tuvimos un antecedente, aunque de menores dimensiones. El choque de un hidroavión contra los cables de la red francesa de alta tensión dejó sin electricidad varias zonas de España y Portugal, afectando a un millón de personas. 

Mi conclusión, que no tiene por qué coincidir con la de otros porque no tengo apenas información y otros la tendrán, es la siguiente: los grandes apagones de la historia parecen surgir de algún fenómeno natural o accidente que hace saltar la red -salvo en Venezuela, donde el gobierno los atribuye siempre a “ataques electromagnéticos” o en Cuba donde todos saben de dónde vienen los apagones y también cómo actuar-; pero deriva en última instancia -sobre todo cuando la caída tiene dimensiones nacionales- de la obsolescencia, falta de infraestructuras o escasas inversiones. La pregunta es: ¿por qué en España se ha producido este gran apagón si no parece que haya habido ningún fenómeno natural o accidental que prendiera la chispa? Algunos parecen querer culpar a compañías privadas y Portugal, más ecuánime, pide una evaluación independiente a la Unión Europea. ¿No será un defecto estructural de nuestra red eléctrica? ¿No tendremos demasiada dependencia de los países vecinos?  ¿No estaremos poniendo todos los huevos en la cesta de las renovables? Y si es un problema de inversiones en la red, de falta de centrales propias o de equilibrio en la distribución de la energía proveniente de distintas fuentes… ¿Tenemos que prepararnos para nuevos apagones?

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