“El Lazarillo de Tormes” es una obra anónima que, a mediados del siglo XVI, inauguró la novela picaresca en la literatura española. Si bien su trama puede parecer ligera, la historia de este joven pícaro es en realidad una profunda crítica a la sociedad de su tiempo, denunciando la hipocresía y la injusticia que gobernaban tanto a los poderosos como a los humildes.
La novela narra la vida de Lázaro, un muchacho de bajo origen que, desde niño, debe enfrentarse a un mundo lleno de adversidades. A través de sus diferentes amos, entre los que encontramos a un ciego avaricioso, un clérigo corrupto y un escudero pobre pero orgulloso, Lázaro aprende a sobrevivir en un entorno donde cada uno mira por sí mismo. La sátira es clara: bajo la capa de moralidad y religiosidad que la sociedad del siglo XVI mostraba en público, se ocultaban vicios como la avaricia, el egoísmo y el engaño.
Uno de los aspectos más fascinantes de esta obra es que Lázaro de Tormes se aleja de los ideales de nobleza y heroísmo que imperaban en la literatura anterior. Frente a los caballeros de romances, cuyo honor y valentía eran incuestionables, Lázaro es un antihéroe, alguien que no tiene más remedio que robar, mentir y engañar para subsistir. Y, en vez de ser condenado por estas acciones, el lector se siente identificado con él. ¿Cómo no apoyar a un niño que solo busca un trozo de pan cuando quienes deberían protegerlo le cierran la puerta en la cara?
Además, la obra pone en tela de juicio la moral de aquellos que detentan el poder. El ciego es un maestro en el arte de engañar, el clérigo abusa de su posición para quedarse con las limosnas y el escudero, a pesar de su dignidad y estatus, no tiene ni para comer. Cada uno de estos personajes representa un sector de la sociedad española que, a través de la ironía, el autor pone en evidencia. Y, mientras todos ellos defienden una fachada de respetabilidad, es Lázaro, el pícaro, quien acaba siendo el más honesto consigo mismo.
“El Lazarillo de Tormes” se convierte así en una obra adelantada a su tiempo, una crítica mordaz que desvela las fisuras de la estructura social del Siglo de Oro. Su estilo fresco y humorístico no solo divierte, sino que también nos invita a reflexionar sobre temas universales como la lucha por la supervivencia, la hipocresía de las clases dominantes y la fragilidad de los valores morales cuando se enfrentan a las realidades más duras de la vida.
Al final, Lázaro, como tantos otros héroes de la literatura picaresca, no encuentra una solución justa ni honorable. Lo que descubre es algo mucho más crudo: que en una sociedad injusta, a menudo no queda más remedio que adaptarse para poder sobrevivir.