Álvaro Mutis, uno de los nombres más importantes de la poesía hispanoamericana del siglo XX, nacido en Bogotá el 25 de agosto de 1923, forma parte de una generación de poetas que surgió después de las vanguardias radicales de las décadas de 1920 y 1930. Esta generación, que incluye figuras tan destacadas como Enrique Molina, José Lezama Lima, Octavio Paz y Gonzalo Rojas, se alejó de los experimentos formales extremos y se orientó hacia una poesía más exuberante y acumulativa, en la línea de la obra monumental de Pablo Neruda en Residencia en la Tierra. Sin embargo, el trabajo de Mutis se distingue por su profunda conexión con las corrientes literarias del romanticismo alemán e inglés, así como con el simbolismo francés, lo que le otorga una tonalidad única dentro de este grupo.
Aunque la generación a la que pertenece Mutis encontró en el surrealismo una estética y una ética afines, su poesía evitó la escritura automática característica de este movimiento. En lugar de ello, adoptó una acumulación verbal que busca un absoluto, una síntesis de contrarios y una crítica constante del lenguaje. Esta búsqueda es esencial en la poesía de Mutis, donde lo críptico y lo simbólico no solo apuntan a una estética particular, sino a una necesidad espiritual de encontrar correspondencias profundas entre las cosas, una herencia directa de Charles Baudelaire y Arthur Rimbaud.
Mutis comparte con estos poetas simbolistas la fascinación por el mundo marginal, decadente, pero también una urgencia por descubrir una realidad oculta, una conexión secreta entre lo visible y lo invisible. Esta poética se enriquece con la influencia de autores como Saint-John Perse, Valéry Larbaud y Jules Laforgue, quienes también exploraron la decadencia y la búsqueda de lo absoluto en sus obras. En la poesía de Mutis, el simbolismo no es solo un recurso estético, sino un camino hacia la comprensión de una realidad trascendental, donde el lenguaje se convierte en un medio para alcanzar lo inefable.
Uno de los rasgos más destacados de la poesía de Mutis es su carácter acumulativo. En lugar de las imágenes sueltas o los fragmentos oníricos que caracterizan a algunos de sus contemporáneos, Mutis construye su poesía como un tejido denso de referencias, símbolos y sensaciones. Cada poema es una estructura compleja donde las palabras se acumulan para crear una atmósfera cargada de significados múltiples, una invitación al lector a perderse en un laberinto de sentidos.
Esta acumulación está profundamente ligada a la ambigüedad, otro de los pilares de su obra. En la poesía de Mutis, las palabras nunca son unívocas; cada término, cada imagen, es una puerta abierta a múltiples interpretaciones. Esta ambigüedad no es una falta de claridad, sino un reflejo de la complejidad de la realidad que el poeta intenta capturar. Al igual que en la obra de Baudelaire o Rimbaud, la ambigüedad en Mutis es un medio para revelar la multiplicidad de la existencia, para mostrar que lo que parece ser una cosa puede ser, al mismo tiempo, otra.
Álvaro Mutis es, sin duda, una figura clave en la poesía hispanoamericana del siglo XX. Su obra, aunque profundamente enraizada en las corrientes literarias de su tiempo, se distingue por su capacidad para combinar lo decadente con lo espiritual, lo marginal con lo absoluto. En un momento en que la poesía se había alejado de las experimentaciones radicales de las vanguardias para buscar nuevas formas de expresión, Mutis encontró en la acumulación y la ambigüedad las herramientas perfectas para construir una poética de tensión y resistencia que, sin renunciar a la riqueza formal, se adentra en las profundidades del ser humano y su relación con el mundo.
El poema "Letanía" es un claro ejemplo de cómo Mutis maneja esta tensión entre lo decible y lo indecible. Las frases breves y casi telegráficas que componen el poema tienen un carácter invocativo, como si el poeta estuviera llamando a fuerzas superiores o interiores, aquellas que existen más allá del entendimiento humano y que, sin embargo, buscan ser comprendidas o al menos sentidas.
El poema comienza con "Agonía de los oscuros / recoge tus frutos", donde la "agonía" y "oscuros" podrían representar el dolor y la oscuridad interior que el ser humano carga, y los "frutos" ser el resultado de esa experiencia. Esta evocación de la oscuridad es paradójicamente iluminadora, en la medida en que la poesía de Mutis busca traer a la luz lo que se esconde en las sombras de la experiencia humana.
En este sentido, la luz en Mutis no es simplemente lo que ilumina, sino lo que permite vislumbrar lo inefable, lo que queda oculto y solo puede ser atisbado a través del lenguaje poético. Aquí, el simbolismo de la luz se carga de significados teológicos y místicos, donde la luz no solo revela, sino que también oculta, al dar cuenta de la incapacidad del lenguaje para expresar completamente la experiencia trascendental.
Mutis no sólo se inspiró en las corrientes literarias europeas, sino que las reinventó para adaptarlas a su visión personal del mundo. En su poesía, lo cotidiano se convierte en un reflejo de lo trascendental, y cada palabra, cada verso, es un intento de captar una verdad que siempre se escapa, que siempre está más allá del alcance del lenguaje. Es esta tensión entre lo visible y lo invisible, entre lo dicho y lo no dicho, lo que convierte a la poesía de Álvaro Mutis en una de las más fascinantes y complejas de la literatura hispanoamericana.