El pasado 2 de enero de 2024, los astrónomos del Minor Planet Center (MPC) del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics anunciaron el descubrimiento de un presunto asteroide acercándose a la Tierra. El objeto fue registrado oficialmente como 2018 CN41 y rápidamente clasificado como un Objeto Cercano a la Tierra (NEO, por sus siglas en inglés), lo que implica un posible riesgo de impacto en un futuro.
Sin embargo, en menos de 17 horas, los científicos se vieron obligados a retractarse y eliminar el registro, tras descubrir que no se trataba de un cuerpo celeste, sino del Tesla Roadster que Elon Musk lanzó al espacio en 2018 como parte de una estrategia publicitaria para su empresa SpaceX.
De asteroide peligroso a coche volador
El insólito error se produjo cuando un astrónomo amateur detectó el objeto y lo reportó al MPC, que de inmediato lo incluyó en su base de datos de asteroides y cometas. Sin embargo, cuando los expertos analizaron la trayectoria del supuesto asteroide, notaron que coincidía exactamente con la de 2018-017A, el código de identificación del Tesla Roadster lanzado en el primer vuelo del Falcon Heavy de SpaceX.
El descubrimiento generó revuelo en la comunidad científica, pues el vehículo se encontraba a apenas 241.000 kilómetros de la Tierra, una distancia menor que la órbita de la Luna. Su cercanía justificó la confusión inicial, ya que los astrónomos están constantemente monitoreando objetos que pueden representar una potencial amenaza para el planeta.
Jonathan McDowell, astrofísico del Center for Astrophysics (CfA), reconoció la importancia de este incidente y advirtió que el creciente número de objetos artificiales no rastreados en el espacio puede dificultar la identificación de verdaderas amenazas. “En el peor de los casos, podríamos invertir mil millones de dólares en enviar una sonda a un supuesto asteroide y descubrir que es solo un trozo de chatarra espacial”, señaló McDowell a Astronomy Magazine.
El coche espacial de Elon Musk y su inesperado regreso
El Tesla Roadster, un modelo deportivo rojo de 2008, fue enviado al espacio el 6 de febrero de 2018 como parte del primer lanzamiento de prueba del Falcon Heavy. En lugar de utilizar una carga convencional, SpaceX optó por enviar el llamativo automóvil con un maniquí a bordo, apodado Starman, vestido con un traje espacial similar a los de la NASA.
El vehículo debía seguir una órbita elíptica alrededor del Sol, pasando cerca de Marte antes de regresar a la órbita terrestre. Sin embargo, su trayectoria lo llevó más lejos de lo previsto, hasta el cinturón de asteroides, la región entre Marte y Júpiter repleta de escombros cósmicos.
Su reaparición cerca de la Tierra en enero de 2024, combinada con la falta de un sistema de monitoreo eficiente para objetos artificiales, llevó a la confusión. El Minor Planet Center, encargado de catalogar cuerpos celestes, tuvo que corregir rápidamente el error, asegurando que se trabaja en un sistema más preciso para distinguir entre asteroides reales y basura espacial.
El problema de la basura espacial y la falta de transparencia
Este episodio ha reavivado el debate sobre el impacto de los objetos artificiales en la astronomía. Actualmente, agencias como la NASA y el Jet Propulsion Laboratory (JPL) mantienen bases de datos con algunos de estos objetos, pero no existe un sistema universal que registre todos los desechos espaciales, lo que puede llevar a confusiones como esta.
Astrónomos como Matthew Payne, director del MPC, han señalado que la proliferación de basura espacial dificulta la detección de verdaderos asteroides peligrosos. “Estamos viendo cada vez más reportes de objetos artificiales confundidos con cuerpos celestes”, advirtió en Astronomy Magazine.
Por su parte, algunos científicos han criticado la falta de transparencia de empresas privadas como SpaceX, que no siempre proporcionan datos detallados sobre el destino de sus lanzamientos. “Es fundamental que haya una base de datos única donde se registren tanto objetos naturales como artificiales, para evitar errores y optimizar la observación espacial”, argumentó un investigador.
¿Podrían caer Teslas del cielo en el futuro?
Aunque el Tesla Roadster de Elon Musk no representa un peligro para la Tierra en este momento, su órbita caótica podría llevarlo a acercarse nuevamente en los próximos años. Hasta ahora, ha demostrado ser un viajero espacial inusual, habiendo pasado por Marte y el Sol antes de su retorno cercano al planeta.
El incidente, más allá de ser una anécdota curiosa, pone sobre la mesa la creciente problemática de la basura espacial y la necesidad de desarrollar sistemas de monitoreo más eficaces para distinguir entre auténticos asteroides peligrosos y coches flotantes en el espacio.