Desde que el 2 de octubre de 2020 Naturgy cortó el suministro eléctrico en los sectores 5 y 6 del barrio, más de 4.000 personas, entre ellas casi 2.000 menores, siguen viviendo en condiciones extremas. La situación, que ya se prolonga por más de tres años, ha afectado gravemente a los vecinos, quienes no sólo enfrentan la falta de electricidad, sino también la carencia de agua corriente, servicios médicos y educativos, así como la falta de infraestructuras básicas en uno de los barrios más marginales de Madrid.
En este contexto de abandono institucional, la comunidad de La Cañada no ha dejado de luchar por su dignidad y derechos. El pasado 13 de enero, en el marco de una jornada cultural en colaboración con la Fundación Voces, se celebró un evento en torno al cortometraje Aunque es de noche, dirigido por el cineasta madrileño Guillermo García López. Esta película, que se rodó íntegramente en el sector 6 de La Cañada, pone en primer plano la cruda realidad que viven los niños y sus familias, sin acceso a recursos tan esenciales como la electricidad.
Houda Akrikez, presidenta de la Asociación de Mujeres Tabadol y coordinadora de la Plataforma Cívica de Apoyo a la Lucha por la Luz de La Cañada, destacó durante la jornada que, a pesar de las adversidades, "en el barrio olvidado también existen talentos, hay arte y cultura, y todo ello es importante darlo a conocer desde el cortometraje". Akrikez, junto a diversas personalidades del cine español, como Natalia Molina, Alba Flores o Carolina Yuste, fue parte activa de una jornada que incluyó actividades como música, baile, talleres de pintura y henna, y un espectáculo de magia y clown. Los residentes del barrio participaron con entusiasmo, demostrando que, a pesar de la oscuridad, en La Cañada sigue floreciendo la cultura y la solidaridad.
El cortometraje Aunque es de noche se presentó a la comunidad por primera vez en el propio barrio. La película narra la realidad de dos niños del lugar, Toni y Nasser, que enfrentan una vida de precariedad energética y exclusión social. Según Nasser, uno de los protagonistas, en su hogar "tuvimos que apañarnos con velas para movernos por la casa durante la noche" tras el corte del suministro eléctrico. A lo largo de estos años, muchas familias han tenido que recurrir a motores y placas solares como alternativa, aunque estas soluciones son insuficientes y costosas.
El cineasta Guillermo García López, quien dedicó años a trabajar directamente con los habitantes de La Cañada, resaltó que su objetivo con el cortometraje es "plantear preguntas y hacernos cuestionar por qué nadie está haciendo nada respecto a La Cañada". La película ha sido un espejo de la cotidianidad de este asentamiento, mostrando una realidad dura pero también humana, con personajes llenos de vida y resiliencia a pesar de las circunstancias.
En medio de la carencia de servicios y la falta de visibilidad, la jornada cultural en La Cañada representó una luz en la oscuridad, un intento por visibilizar la lucha de los vecinos ante el olvido de las instituciones. Mientras tanto, la comunidad continúa exigiendo "luz, contratos y mesa de trabajo", en busca de una solución estructural que les permita acceder a derechos fundamentales como la electricidad, la salud y la educación.
A pesar de los esfuerzos de asociaciones como Barró y Tabadol, y la creciente concienciación de figuras del cine y la cultura, la situación de La Cañada sigue siendo un claro ejemplo de desigualdad social y abandono institucional. Más de tres años sin luz, un Pacto Regional que parece haberse quedado en palabras vacías y una crisis humanitaria que sigue sin respuesta efectiva por parte de las autoridades. La lucha continúa, y los vecinos de La Cañada Real no cesan en su empeño de ser escuchados y reconocidos como ciudadanos con derechos.