Julio Goldestein, no necesita elevar el tono para dejar clara su convicción: la transformación de Argentina no será rápida ni cómoda, pero sí posible y necesaria. Con referencias constantes a Mises, Hayek y la tradición liberal clásica, Goldestein defiende las reformas económicas que han marcado el primer año del gobierno libertario, señalando un superávit fiscal histórico, una desregulación sin precedentes y un esfuerzo por atraer inversión extranjera como signos de un cambio de rumbo profundo. Frente a la incomprensión de los mercados tradicionales y la crítica social, insiste: “los resultados duraderos no se ven en el primer acto”. En esta conversación con El Diario de Madrid, repasa los pilares del plan, los desafíos éticos, el rol de España y el lugar que puede jugar la diáspora argentina en este nuevo paradigma.
¿Cuál diría que es el mayor logro económico del Gobierno de Milei hasta ahora que no está siendo valorado por la opinión pública ni los analistas internacionales?
Como asesor de Milei, destaco la disciplina fiscal histórica: logramos un superávit fiscal en 2024, algo no visto en 123 años, reduciendo el gasto público un 35% en términos reales. Desde la Escuela Austriaca, el déficit crónico es un robo al ciudadano vía inflación. Hemos bajado la inflación de 211% a 117% y el riesgo país de 3.000 a 1.100 puntos, duplicando el valor de los bonos. Esto restaura la confianza de los mercados, pero la opinión pública, enfocada en el costo social, y los analistas, obsesionados con indicadores de corto plazo, ignoran cómo este equilibrio sienta las bases para un crecimiento sin distorsiones estatales.
¿Qué límites éticos o sociales no están dispuestos a cruzar en este proceso de reforma y ajuste? ¿Cómo gestionan ese equilibrio?
Mi rol como asesor asegura que no crucemos la línea de violar la libertad individual o la propiedad privada, principios sagrados para la Escuela Austriaca. No recurriremos a confiscaciones, controles de precios ni redistribuciones forzadas.
Más allá del ajuste fiscal, ¿cuál es el plan concreto para lograr crecimiento económico sostenible en los próximos 18 meses?
Como asesor de Milei, nuestro plan para el crecimiento sostenible en los próximos 18 meses se basa en liberar el potencial emprendedor argentino, siguiendo a Mises y Hayek. Los pilares son:
- Desregulación masiva: la Ley Bases y el DNU 70/23, que ayudé a diseñar, eliminan más de 3.200 regulaciones que asfixian a las empresas, impulsando sectores como agroindustria y tecnología.
- Apertura comercial: eliminamos el cepo cambiario y simplificamos exportaciones para integrar a Argentina en mercados globales, con foco en energía (Vaca Muerta) y litio.
- Atracción de inversión: el RIGI ha asegurado compromisos de 50.000 millones de dólares en proyectos, garantizando estabilidad jurídica, clave para la confianza del mercado.
Proyectamos un crecimiento del PIB del 5,5% para 2026 (según el FMI), impulsado por la acumulación de capital privado, no por estímulos artificiales.
¿Cuánto depende el éxito del programa económico de la aprobación de leyes estructurales? ¿Qué margen tienen sin el Congreso?
Las reformas estructurales, como la Ley Bases, son cruciales, pero hemos avanzado sin un Congreso plenamente alineado. Usamos DNU para implementar 300 reformas en 2024, desregulando y reduciendo costos laborales. La Escuela Austriaca sostiene que los mercados florecen sin intervención estatal, y Milei lo está logrando. Sin embargo, para consolidar reformas laborales y tributarias, necesitamos apoyo legislativo para evitar impugnaciones judiciales, como las que frenaron algunas medidas. El margen es amplio gracias a la oposición fragmentada, pero, como advierto a Milei, depender solo de decretos genera riesgos institucionales. Negociamos, pero sin diluir nuestra visión. Esta visión se complementa con la perspectiva de Hayek del derecho; toda ley surge del orden “espontáneo” que emerge de la acción de los individuos, no de un plan central de individuos “iluminados” por su fatal arrogancia.
¿Visualizan una transformación del Estado argentino hacia un modelo más descentralizado o simplemente más pequeño?
Aconsejo a Milei priorizar un Estado más pequeño, no necesariamente descentralizado, pero con mayores decisiones privadas individuales. Las decisiones tienen que volver al poder de las personas y no del Estado. Se redujeron los ministerios y empleos públicos un 50%, atacando la ineficiencia. La descentralización, como recortar subsidios provinciales, fomenta responsabilidad fiscal local, alineada con la competencia que defiende Hayek. Pero no es un fin ideológico; el objetivo en esta primera etapa es un Estado mínimo que maximice la libertad individual. Mi consejo es claro: achicar el Estado es la prioridad, y la descentralización es solo una herramienta, mientras que la decisión de los individuos pase por su propia responsabilidad y no por el burócrata nacional, provincial o municipal.
¿Existe un riesgo de aislamiento internacional o de fatiga social interna como consecuencia del estilo confrontativo del presidente?
El estilo de Milei genera riesgos, pero no es momento de tibios. El “barco” se hundía en las peores de las crisis, y cuando uno tiene la convicción de que los valores son los correctos, esos riesgos se minimizan. El “estilo” que tanto critica una “casta”, es el que llevó a los argentinos a despertar de la pesadilla en la que estábamos inmersos. Internacionalmente, sus críticas a instituciones como el G20 han tensado relaciones con Brasil o la UE, pero, desde una perspectiva austriaca, la soberanía y el libre comercio son prioritarios. Buscamos acuerdos bilaterales con EE. UU., Israel y los países que desean un mundo libre, para contrarrestar el aislamiento. Internamente, la pobreza del 57% y las protestas son un desafío, aunque Milei conserva un 50% de aprobación. Mi rol es equilibrar la retórica con resultados concretos, como la inflación que cayó de 211% a 117%. La Escuela Austriaca acepta costos de corto plazo, pero insisto: el pueblo necesita resultados tangibles para evitar fatiga social. La velocidad de esos resultados no es siempre predecible en una ciencia social como la economía.
¿Qué papel real puede jugar España en una alianza hispanoamericana renovada? ¿Qué valor estratégico le da el Gobierno argentino a esa relación?
España es un socio estratégico como puente a Europa. Como asesor, veo su potencial para atraer inversiones (industrias como la de los ferrocarriles son clave) y facilitar exportaciones de litio y gas. Desde la perspectiva austriaca, las alianzas deben priorizar el comercio, y España, con 10.000 millones de dólares invertidos en Argentina, es un aliado natural. No hay cambio sin que España tenga un gobierno que facilite los valores contrarios a los que pregona en estos momentos, para maximizar el valor de España como socio comercial.
¿La diáspora argentina en España tiene algún peso en la agenda del Gobierno o se plantea una política específica hacia ella?
Los 300.000 argentinos en España no son una prioridad formal, pero, como asesor, veo su valor. La visión austriaca evita políticas estatales para la diáspora, confiando en que un mercado libre los atraerá de vuelta. He propuesto a Milei eventos privados en Madrid para conectar con estos emprendedores, cuyos capitales y habilidades pueden impulsar el crecimiento. No hay políticas específicas, pero abogo por incentivos fiscales para su retorno, alineados con nuestra meta de una economía liderada por el sector privado.