El Hindenburg Omen se activa: ¿está cerca un nuevo crack bursátil?

Alarma en Wall Street: el indicador que predijo las crisis de 1987 y 2007 vuelve a saltar
Pedro Sánchez en la Cumbre de la ONU en Sevilla | Foto de Pool Moncloa/Borja Puig de la Bellacasa
photo_camera Pedro Sánchez en la Cumbre de la ONU en Sevilla | Foto de Pool Moncloa/Borja Puig de la Bellacasa

El fantasma de un nuevo lunes negro vuelve a sobrevolar los mercados internacionales. El Hindenburg Omen, uno de los indicadores bursátiles más temidos y conocido por anticipar desplomes como el de 1987 o el crack financiero de 2007, ha vuelto a activarse, según advierten analistas del mercado estadounidense.

Este índice, creado por un analista ciego de Nueva York en homenaje al desastre del dirigible Hindenburg ocurrido en 1937, se caracteriza por detectar anomalías profundas en el comportamiento de los valores que cotizan en la Bolsa de Nueva York. Su histórico acierto lo convierte hoy en un termómetro que muchos inversores observan con inquietud.

Máximos y mínimos simultáneos: la señal que alerta de desajustes internos

El Hindenburg Omen se activa cuando un elevado número de acciones alcanzan máximos de 52 semanas al mismo tiempo que otro grupo significativo marca mínimos. Y eso es exactamente lo que está ocurriendo ahora. Según el indicador, más de cincuenta valores están registrando máximos, mientras otros tantos caen a mínimos, una distorsión que revela que el mercado avanza sin rumbo claro y con fuertes tensiones internas.

Los analistas recuerdan que esta combinación —máximos y mínimos simultáneos— es considerada una de las señales más claras de inestabilidad previa a un posible crack económico.

Instituciones internacionales también advierten de señales preocupantes

La activación del indicador coincide con las advertencias lanzadas en los últimos meses por instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI), JP Morgan, el Banco de Inglaterra o diversos analistas de la City de Londres, que llevan tiempo alertando de un mercado “sobrecalentado”.

Uno de los factores que señalan es la sobrevaloración de muchos activos bursátiles y el desvío masivo de capital hacia valores de alta especulación. Las grandes compañías siguen marcando máximos, mientras que las pequeñas y medianas empresas permanecen en niveles mínimos de cotización, estrechando más aún la brecha de rentabilidad y riesgo.

El impacto de la deuda pública y los tipos de interés

La inestabilidad no afecta únicamente a los mercados. El endeudamiento de los Estados ha crecido de forma acelerada en los últimos años. Para financiarse, los gobiernos deben asumir intereses cada vez más altos, lo que ya está provocando tensiones en las cuentas públicas.
Solo en España, el Estado destinará este año 7.000 millones de euros adicionales al pago de intereses, debido al incremento de tipos y a la acumulación de deuda.

Según algunos economistas, estas dinámicas combinadas —endeudamiento elevado, tipos altos y mercados sobrecalentados— podrían desembocar en un episodio de pánico financiero si se produce un movimiento brusco de ventas.

Señales de volatilidad en una semana marcada por movimientos bruscos

Durante la última semana, los mercados han mostrado comportamientos erráticos: descensos repentinos, rebotes inesperados y volatilidad creciente. Varios analistas interpretan estas oscilaciones como síntomas de nerviosismo ante un posible ajuste brusco.

Aunque no existe consenso pleno sobre la inminencia de un desplome, el mensaje que se repite entre expertos es claro: prudencia. La tentación de invertir ante la baja rentabilidad de los depósitos bancarios podría llevar a muchos pequeños ahorradores a asumir riesgos excesivos justo en un escenario donde los indicadores históricos llaman a la cautela.

Un aviso, no una sentencia

El Hindenburg Omen no garantiza un colapso, pero sí advierte de que las condiciones para que ocurra están presentes. Su historial —dos grandes aciertos en los últimos cuarenta años— lo mantiene como una referencia que los inversores no pueden ignorar.

La decisión final queda en manos de cada ciudadano. El contexto económico exige vigilancia y análisis informado para evitar caer en movimientos impulsivos que puedan generar pérdidas significativas.