En 1893, el presidente José de Canalejas creó un periódico: El Heraldo de Madrid y eligió como director al experimentado periodista Augusto Figueroa. Todos los días le enviaba una carta dándole consejos sobre cómo debía llevar el periódico y qué temas tenía que abordar en sus editoriales. Al cabo de unas semanas, viendo que sus consejos eran ignorados, se acercó al periódico hecho una furia.
—Figueroa ¿Es que no lee usted las cartas que le envío?
—No señor, no las leo ni por casualidad; ahí las tiene usted, están todas sin abrir.
Augusto Suárez de Figueroa y Ortega (Málaga, 1852-1904) fue militar en su juventud, luchando junto a los liberales contra la reacción carlista. Se forjó como redactor en los periódicos El Orden, El Imparcial, La Iberia, La Bandera Liberal y El Diario Universal (fundado y dirigido por él). En su etapa de director de El Resumen, criticó las malas prácticas en el Ejército y la Marina. Sus críticas al general Salamanca, relacionadas con la Guerra de Cuba, hicieron que el hijo de dicho militar le retara a duelo, resultando con heridas de consideración. Sus invectivas al ministro de Marina comportaron otro duelo con el hijo de éste, que fue anulado por los jueces. Un tercer duelo terminó con el asalto a su periódico por parte de los oficiales subalternos.

Trabajador infatigable, era capaz de pasar días enteros sin apenas comer y sin dormir con tal de que el periódico que dirigía quedara a su gusto. Participó en política como diputado y fue concejal del Ayuntamiento de Madrid.
Figueroa innovó la confección de los periódicos, introduciendo los grabados de zinc para ilustrar las noticias. Fue el primer director que contrató como redactora a una mujer: Carmen de Burgos, pionera del feminismo en España. Carmen, que firmaba con el seudónimo de Colombine, escribía una columna diaria titulada “Lecturas para la mujer” y fue la primera corresponsal de guerra femenina, cubriendo la guerra de Marruecos.
Sobre Figueroa dijo el periodista Julio Burrell: “Nadie como Figueroa para organizar los distintos elementos que forman la hoja impresa. (...) Maestría suma era la suya en ordenar y componer los contradictorios y deshilvanados detalles que el telégrafo envía y que al pasar bajo su mano convertíanse en una narración perfecta, llena del interés del suceso visto y palpitante. (…)”
Los titulares de gran tamaño se vieron por primera vez en su rotativo “El Resumen”. Además, llenó de ilustraciones las páginas del periódico, rompió la verticalidad de la maqueta, introdujo más espacios en blanco y utilizó una mayor diversidad tipográfica.
Fue el famoso crimen de la calle de Fuencarral, en 1888, el suceso que ocasionó un incremento exponencial de la tirada de los periódicos, y ello propició el agrandamiento de los titulares y la traslación de los sucesos impactantes desde las páginas interiores a las portadas.
Diversas fuentes periodísticas aseguran que Figueroa murió al agravarse las heridas que había recibido en el duelo con el hijo del general Salamanca. De ser así, sería el último periodista muerto a causa de un duelo. Poco después de su fallecimiento, en 1905, se celebró en Lieja el Congreso Internacional de la Prensa, y en él se crearon los tribunales de honor para dirimir los derechos de réplica. Terminaba así una época en que los periodistas tenían que dedicar unas horas semanales de su escaso tiempo libre a practicar la esgrima.