El Congreso de los Diputados ha acogido este sábado el acto institucional del 47.º aniversario de la Constitución Española, una cita marcada por la solemnidad habitual, pero también por el clima político y social que atraviesa el país. Entre las autoridades presentes se encontró la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que centró su intervención en reivindicar el espíritu de concordia que hizo posible la Carta Magna de 1978.
La dirigente madrileña recordó con énfasis aquel pacto que, hace casi medio siglo, permitió a fuerzas políticas muy diversas ponerse de acuerdo para construir un marco constitucional compartido. Subrayó que “españoles de toda procedencia y color político” fueron capaces de unirse ante “la necesidad de seguir caminando juntos” y de dejar atrás una España de recelos y enfrentamientos. Ese consenso, insistió, permitió alumbrar una democracia plural que ha sostenido las últimas décadas de convivencia.
En contraposición a ese espíritu, Ayuso lamentó “la España que se está fabricando desde hace algún tiempo”, marcada —según su visión— por la sospecha y la división. Advirtió de la creciente tendencia a dividir a la sociedad en bandos enfrentados, hasta el punto de que, en sus palabras, “quien redacte, legisle, juzgue u opine será de partida sospechoso, culpable o creído”. Para la presidenta madrileña, este clima “pernicioso y muy peligroso” puede conducir a los “peores episodios de nuestra historia”.
La jornada institucional arrancó con el izado solemne de la bandera ante la Puerta de los Leones, acompañado del himno nacional, antes del tradicional recibimiento en el Salón de Pasos Perdidos. Como es habitual, la ceremonia reunió a representantes del Gobierno, partidos políticos y autoridades civiles y militares. No obstante, la celebración estuvo marcada también por la ausencia de varios grupos parlamentarios, que decidieron no acudir, un gesto que volvió a poner de relieve la fractura política del momento.
El aniversario de la Constitución llega en un contexto de especial crispación entre Gobierno y oposición, con debates abiertos sobre el modelo territorial, la calidad democrática y la renovación de diversas instituciones del Estado. En ese marco, las intervenciones del acto recuperaron la idea de que la Carta Magna no solo ordenó el nuevo sistema democrático, sino que también garantizó derechos y libertades fundamentales y asentó un modelo de convivencia que permitió el desarrollo político y social de España durante más de cuatro décadas.
Díaz Ayuso, que ya en otras ocasiones ha apelado a la vigencia del pacto constitucional, insistió una vez más en que la Constitución sigue siendo un punto de encuentro necesario, un espacio común para quienes defienden la integridad territorial, la separación de poderes y las libertades públicas. A su juicio, recordar hoy el consenso de 1978 significa reivindicar la convivencia frente a los discursos que promueven el agravio y la división.
Casi medio siglo después de su aprobación en referéndum, la Constitución continúa siendo un referente político y simbólico para millones de ciudadanos. Su conmemoración anual se ha convertido en una oportunidad para reflexionar sobre su vigencia, sus desafíos y la necesidad de preservar el espíritu que la hizo posible. En la edición de este año, marcada por la tensión política y por las ausencias destacadas, el mensaje de Ayuso adquirió un tono especialmente significativo: una llamada a proteger la convivencia democrática frente a quienes, según ella, reabren viejas fracturas.