Incendios forestales

Menos incendios pero más devastadores, la evolución de los fuesgos forestales de la última década

Aeronave descarga agua en labores de extinción de un incendio forestal - Foto de MAPA
Menos incendios, más devastadores. La última década en España revela un cambio preocupante: menos fuegos, pero más hectáreas arrasadas.

Los incendios forestales en España han cambiado su patrón. La última década refleja una tendencia que puede parecer positiva a simple vista: el número total de siniestros en verano ha disminuido. Sin embargo, la superficie arrasada por las llamas no ha seguido la misma trayectoria. Menos incendios, pero más grandes, más difíciles de controlar y con un impacto medioambiental, social y económico cada vez más grave.

Evolución: descenso en número, aumento en extensión

Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO) y del sistema europeo EFFIS, en 2015 se registraron cerca de 9.000 incendios forestales en España. En 2024, la cifra se situó en torno a 7.000, y en lo que va de 2025 apenas se superan los 4.700 (dato provisional de campaña).

Evolución de incendios y superficie quemada en España desde 2015 - EDdM

La superficie quemada, sin embargo, se mantiene alta: más de 95.000 hectáreas en 2015 y en torno a 85.000 en 2024. En 2025, antes de cerrar el verano, ya se han superado las 39.000 hectáreas.

Peso de los grandes incendios forestales (>500 ha) sobre la superficie total (2015-2025) - EDdM

La clave está en los Grandes Incendios Forestales (GIF) —aquellos que superan las 500 hectáreas—, que representan cada vez un mayor porcentaje de la superficie total arrasada. En 2017, por ejemplo, los GIF supusieron casi el 69 % del total de hectáreas quemadas; en la última década, rara vez han bajado del 55 %.

Las regiones más afectadas

El análisis por comunidades autónomas muestra que Galicia, Castilla y León y Canarias lideran la estadística de superficie media quemada en verano durante la última década. Les siguen Andalucía y Comunidad Valenciana.

Las razones varían: en Galicia y Castilla y León influyen el abandono rural, la acumulación de material combustible y episodios de vientos extremos; en Canarias, la orografía y la climatología subtropical favorecen incendios de alta intensidad y difícil extinción.

Superficie quemada por Comundad Autónoma (2015-2024) - EDdM

En comunidades como País Vasco, Navarra, Madrid o Baleares, la incidencia media es mucho menor, aunque en todos los territorios se han registrado episodios puntuales de gran magnitud.

¿Influye el color político de los gobiernos autonómicos?

Si se cruzan los datos de superficie quemada con el partido que gobierna cada comunidad, el patrón no muestra una correlación directa. Galicia y Castilla y León (PP) encabezan la media de hectáreas quemadas, pero Canarias (Coalición Canaria) ocupa también un lugar destacado. Andalucía y Comunidad Valenciana —gobernadas por PP en la legislatura actual— completan el grupo de mayor incidencia.

La conclusión: los incendios responden más a factores estructurales, climáticos y socioeconómicos que a la ideología del ejecutivo autonómico.

España en el contexto mediterráneo

El problema de los incendios de gran magnitud no es exclusivo de España. Portugal, Italia y Grecia comparten un mismo escenario: veranos más largos, secos y calurosos, y una elevada acumulación de combustible vegetal.

Comparativa internacionald e incendios de España, Portugal, Italia y Grecia - EDdM

En términos de superficie media quemada en la última década, Portugal supera a España, mientras que Italia y Grecia se sitúan por debajo. La diferencia portuguesa se explica por un mosaico forestal muy fragmentado, propiedad privada dispersa y altas cargas de combustible sin gestionar.

Tres incendios que marcaron la década

  • Sierra de la Culebra (Zamora, 2022): más de 30.000 hectáreas arrasadas en dos episodios separados por un mes, en plena ola de calor.
  • Bejís (Castellón, 2022): un incendio que obligó a evacuar a más de 1.500 personas y quemó unas 20.000 hectáreas, con varios heridos graves.
  • Tenerife (2023): fuego de comportamiento extremo que afectó a 15 municipios y puso a prueba todos los recursos de extinción de las islas.

El factor climático y social

La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) confirma que la península ibérica ha vivido en los últimos diez años varios de los veranos más calurosos desde que hay registros. Las olas de calor más largas, la sequía persistente y la reducción de humedad en el suelo favorecen incendios más intensos y veloces.

A ello se suma el abandono del monte: la reducción de la ganadería extensiva y de labores tradicionales como la recogida de leña han multiplicado el combustible disponible para arder.

Hacia un nuevo paradigma en la gestión del fuego

Los expertos coinciden: la lucha contra los incendios forestales no puede limitarse a la extinción. Es imprescindible un enfoque integral que incluya prevención activa, gestión del territorio y adaptación al cambio climático.

Invertir en limpieza de montes, promover cortafuegos naturales con pastoreo y cultivos, y planificar reforestaciones con especies menos inflamables son estrategias que ya aplican algunas comunidades con resultados prometedores.

España afronta un reto estructural que va más allá de apagar fuegos en verano. El patrón de “menos incendios, más devastadores” obliga a repensar la gestión forestal, el uso del territorio y la adaptación al clima que viene. Un desafío que no entiende de colores políticos, pero sí de voluntad para anticiparse a las llamas.