A partir del próximo martes, el Congreso de los Diputados pasará a llamarse oficialmente "Congreso", si se mantiene la actual correlación de fuerzas en el Pleno que aprobará definitivamente la reforma del Reglamento de la Cámara Baja. La medida, promovida por los grupos parlamentarios del PSOE y Sumar, forma parte de una revisión integral del texto normativo para adaptarlo al lenguaje inclusivo, una reforma que ha generado tensiones entre los grupos del arco parlamentario.
La Comisión de Reglamento ya dio luz verde la semana pasada al dictamen que recoge este cambio nominal y la nueva redacción del Reglamento. Solo PP, Vox y Unión del Pueblo Navarro votaron en contra, argumentando que se trata de una medida “innecesaria”, “equívoca” y “farragosa” desde el punto de vista jurídico y lingüístico.
La modificación más simbólica es la eliminación de la expresión “de los Diputados” del nombre de la institución, con el objetivo de que el título no remita exclusivamente a una forma masculina del cargo. En lugar de incorporar un desdoblamiento constante como “Congreso de los Diputados y las Diputadas”, lo que se considera poco operativo y excesivamente largo, se optará por “Congreso” como denominación neutral y funcional.
El nuevo Reglamento sustituirá el uso del masculino genérico por fórmulas inclusivas, como “los diputados y diputadas” o términos neutros cuando sea posible, en línea con las recomendaciones de lenguaje no sexista y con el compromiso de modernización institucional expresado por el Gobierno de coalición.
Junto a este cambio de denominación, el Pleno del martes aprobará dos reformas adicionales al Reglamento:
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Modificación del artículo 82, que amplía los supuestos del voto telemático para que los diputados puedan utilizarlo en casos de fallecimiento o necesidad de cuidado de un familiar, extendiendo así la conciliación familiar a la actividad parlamentaria.
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Reforma del artículo 98, que permitirá la creación de un Consejo Consultivo sobre acreditaciones de prensa. Este órgano podrá regular, sancionar o retirar las acreditaciones a periodistas que incumplan las normas del Congreso, como grabar en zonas restringidas, saltarse turnos en las ruedas de prensa o faltar al respeto en el ejercicio de su labor.
Estas reformas, en especial la del nombre oficial del Congreso, representan uno de los cambios más simbólicos en la historia reciente de la Cámara Baja, con un impacto directo tanto en su funcionamiento como en su representación institucional. Si se ratifica como se prevé, el cambio entrará en vigor en el siguiente período de sesiones.
El debate ha abierto una nueva brecha entre los bloques políticos: mientras la izquierda considera el cambio como una cuestión de justicia simbólica e igualdad, la derecha lo interpreta como un gesto superfluo cargado de ideología. Pese a ello, todo apunta a que la mayoría progresista sacará adelante el nuevo Reglamento, con lo que el Congreso entrará en una nueva etapa en la que el lenguaje y la representación simbólica se ajustan a los nuevos tiempos.