Ganadería

La Comunidad promueve el bienestar animal y la tradición con el esquileo de 400 ovejas autóctonas en peligro de extinción

La Rubia de El Molar y la Negra Colmenareña, razas en riesgo, protagonizan una jornada de conservación ganadera en Aranjuez y Colmenar Viejo

esquileo ovejas - Comunidad de Madrid
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La Comunidad de Madrid ha celebrado esta semana una jornada de esquileo en la que se han esquilado cerca de 400 ovejas de las razas autóctonas Rubia de El Molar y Negra Colmenareña, dos variedades emblemáticas de la región que actualmente están catalogadas en peligro de extinción. La actividad, organizada por el Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA), busca preservar los usos tradicionales ganaderos, garantizar el bienestar animal ante las altas temperaturas y fomentar la calidad de la producción cárnica y láctea.

El esquileo, además de ser una práctica tradicional, es una acción esencial para la salud de las ovejas, ya que evita problemas dermatológicos y parasitarios durante el verano. Esta medida también beneficia al consumidor, pues los productos de estas razas, identificados con etiquetas de origen y trazabilidad, cuentan con un elevado valor gastronómico.

Los rebaños que han participado en esta jornada forman parte de dos núcleos de investigación genética situados en la finca La Chimenea de Aranjuez y en el Centro de Selección y Reproducción Animal (CENSYRA) de Colmenar Viejo. Allí, el IMIDRA desarrolla programas de mejora racial, analizando y seleccionando los mejores ejemplares para ponerlos a disposición de criadores particulares, en un esfuerzo por salvar a estas razas de la desaparición.

Actualmente, la Rubia de El Molar cuenta con apenas 1.800 ejemplares censados, mientras que la Negra Colmenareña suma alrededor de 7.000 animales. Por este motivo, el Gobierno regional mantiene activo un programa de cría y conservación, que además contribuye a la sostenibilidad agrícola y medioambiental. El pastoreo en espacios abiertos favorece el control de la vegetación, reduciendo el riesgo de incendios, y aporta materia orgánica a los suelos, beneficiando a la agricultura.

Asimismo, esta práctica fomenta la economía rural y ayuda a fijar población en las zonas más despobladas, manteniendo viva una actividad ancestral que forma parte del patrimonio cultural y económico de Madrid.

Con estas actuaciones, la Comunidad de Madrid reitera su compromiso con la ganadería tradicional, el medio rural y la preservación de las razas autóctonas, claves para garantizar el equilibrio ecológico y el desarrollo sostenible del sector agroalimentario madrileño.