¿Se puede vivir sin medicamentos? El caso de Cuba
Aunque muchos expertos alertan sobre el exceso de consumo de medicamentos por la población, es indudable que una parte de ellos, han permitido un incremento creciente de la esperanza de vida en los países desarrollados. En algunos, como el nuestro, tenemos que empezar a hablar de que vivir no es una enfermedad y que la medicalización es un proceso continuo que se retroalimenta y crece de forma constante, gracias a la perdida de resolución y tolerancia al sufrimiento y al malestar de la sociedad. Pero, en bastantes partes del mundo se está produciendo la situación contraria: la falta casi absoluta de medicamentos, con consecuencias para la salud que se manifiestan en un alto grado de desprotección frente a la enfermedad evitable, y una gran diferencia en la esperanza de vida de la población.
El caso de Cuba
Estuve en Cuba en el año 1993, uno de sus periodos más críticos, el llamado en lenguaje del régimen, “periodo especial en tiempo de paz” visitando su buque insignia de investigación, el Instituto Finley, plantas de producción de medicamentos, hospitales y centros de salud, y la conclusión que saqué no fue demasiado negativa. Escribí entonces que Cuba no me parecía un país especialmente atrasado en investigación farmacéutica, comparado con otros de Centro y Sudamérica, y que una mejoría en la situación económica podía proporcionar resultados importantes en función de su potencial científico y técnico. Como es evidente, me equivocaba.
En un segundo viaje, esta vez en septiembre de este mismo año, he podido comprobar que la ausencia de medicamentos es total en las farmacias, incluso en la farmacia del aeropuerto de La Habana, José Martí, que solo contaba con Ibuprofeno y Bicarbonato, por cierto, ambos de origen español.
En los últimos años, la escasez de medicamentos en Cuba ha alcanzado niveles alarmantes, poniendo en tela de juicio las estrategias de salud de una isla que, paradójicamente, es conocida por su robusto sistema sanitario y sus avances en biotecnología. En este contexto, surge una pregunta que no solo inquieta a los cubanos, sino también a observadores internacionales: ¿se puede vivir sin medicamentos?
Los desafíos de vivir sin medicamentos
Aunque recurrir a la medicina natural y tradicional, producir algunas vacunas, o confiar en las redes de solidaridad ofrecen soluciones temporales, vivir sin medicamentos plantea serios desafíos: como el impacto de enfermedades crónicas como son la hipertensión, la diabetes y el asma que requieren tratamientos continuos que no pueden ser reemplazados completamente por alternativas naturales.
Las consecuencias serán pronto evidentes, a pesar de las estadísticas amañadas, como el aumento de la mortalidad por falta de medicamentos esenciales, especialmente entre los sectores más vulnerables: ancianos, niños y personas con discapacidades. También se producirá una carga sobre el personal sanitario ya que los médicos cubanos tendrán que lidiar con la frustración de no poder ofrecer tratamientos adecuados, lo que también afecta su salud mental.
La crisis actual: más allá de lo estructural
La escasez de medicamentos en Cuba no es un fenómeno nuevo, pero en la última década ha empeorado debido a factores internos y externos. La incapacidad actual de conseguir divisas ha limitado la adquisición de insumos necesarios para la producción local. A esto se suma una gestión ineficiente y la dependencia de importaciones en un contexto de crisis económica global.
La imposibilidad de acceder a medicamentos también tiene un impacto emocional y psicológico en la población. La incertidumbre, la impotencia y el estrés derivado de la búsqueda de tratamientos generan un deterioro en la salud mental de los cubanos. Además, la dependencia de ayudas externas o mercados negros exacerba la sensación de vulnerabilidad.
¿Es sostenible este modelo?
La respuesta corta es no. Aunque las alternativas naturales y las estrategias de adaptación ayudan a paliar la crisis, no pueden reemplazar la necesidad de un suministro constante de medicamentos esenciales. Un sistema de salud basado exclusivamente en recursos limitados está destinado al colapso.
El caso de Cuba plantea un interrogante universal sobre la sostenibilidad de los sistemas de salud en situaciones de crisis extrema. Si bien es admirable la capacidad de adaptación del pueblo cubano, el derecho a los cuidados de salud debe incluir el acceso a medicamentos esenciales.
En última instancia, la pregunta “¿se puede vivir sin medicamentos?” tiene una respuesta clara: solo de manera temporal y con enormes costes humanos. La verdadera meta debe ser garantizar que ninguna sociedad tenga que enfrentarse a esta situación en el futuro.