El sentido de mis letras...

Verdades sobre la Agenda 2030 (Parte III)

Poner a la ecología, no al ser humano, como fundamento de toda decisión política tiene efectos nefastos, porque el hombre no es una parte más de la naturaleza, sino quien debe dominarla y cuidarla para su servicio. Lo que es grave, y no llego a entender, es que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la “diabólica” Agenda 2030, son reconocidos incluso por instituciones cristianas. ¡Casi nadie se atreve a cuestionarlos! ¡Sólo Vox se atreve a cuestionarlos y denunciarlos en España y en Europa! Este consenso que ha conseguido la Agenda 2030 ha sido favorecido por una extraordinaria propaganda y porque  la mentalidad del hombre moderno se ha ido adormeciendo y acomodando,  tras décadas de asimilación, a esta nueva cultura materialista, a este nuevo código moral. Sin duda, para transformar la política o la economía, es preciso empezar por transformar la cultura, las tradiciones,  la mentalidad de las personas, y así prepararlas para aceptar el cambio. La Agenda 2030 nos presenta un lenguaje plagado de “muletillas” difusas y ambiguas, que significan todo o nada y que se mezclan como mantras en las metas de los objetivos: empoderamiento de mujeres y niñas, sociedades inclusivas, prosperidad compartida, mundo equitativo, cambio climático, sexo abierto a cualquier relación... Sin embargo, las palabras padre, madre, familia, no figuran ni una sola vez en el texto, como tampoco aparece el hecho de la bajísima fecundidad que no garantiza el reemplazo generacional en gran parte del globo, y que ya está originando graves problemas sociales y económicos. Eso sí, la presentación del cambio climático es apocalíptica y de tal gravedad como para llevar a las naciones a adoptar medidas en energía muy gravosas para su industria, agricultura, ganadería... Para la defectuosa Agenda 2030, el salir de la pobreza va unido a cuestiones de género o climáticas... Continuará...