Crónicas de nuestro tiempo

Utopía y ambición

La utopía eas como el cuento de los Reyes Magos, El Ratoncito Pérez o Papa Noel.

El marxismo, el comunismo y el socialismo, son una utopía  imposible, inhumana y retrograda. Es el cuento de La Lechera. La oportunidad de los fracasados. La esperanza dé los indeseables. La Rebelión de los resentidos.

Todas las utopías son un ideal imaginario de gente que ama a los desconocidos y a los antisistema más que a los emprendedores y suyos. Son fracasados que sueñan con una sociedad sostenible y pacífica, si no fuera por su forma de comportarse, ser y pensar.

Si el mundo fuese como sueñan los insolubles, todavia estaríamos en el medievo. Los ilusos son aquellos que como les pasaba a los miserable de Karl Marx y Engels (solo leyendo sus desgraciadas vidas entenderemos su hircovervo)  idealizan una sociedad indolente que sea igual para todos ¡No son conformistas! Se conforman con que la escasez sea universal.

El Estado se convierte en el dador justo de lo insuficiente y el capitalismo desaparece. El Estado es quien organiza, regula y abastece la comunidad. Es el propietario de todo. El Estado es el Dios de los ateos. Es exactamente la religión doctrinaria de los embaucadores por eso encubren su propósito retrogrado haciendose llamar "Progresistas" valorando el sacrificio de los sumisos; pontificando un lider generalmente psicópata y  narcisista; persiguiendo al infiel racional; prometiendo el bienestar universal y eterno.

Gracias a la ambición, hemos llegado en el primer mundo al umbral del estado de bienestar. La ambición noble, es un don casi sobrenatural. 

Los que sueñan con una mundo de paz y un gobierno único que reparta riqueza equitativamente, son aquellos incapaces de rendir tributo comunitario. De trabajar con ilusión, compromiso y lealtad. Son los que en muchos casos, han descubierto la baja laboral por depresión y la forma de conseguir el despido fácil. Son los explotadores sociales que exprimen y de alguna forma corrompen. Son la lacra de los honrados. Son la cigarra callejera.

La ambición es como el amor. Puede estar en todos los aspectos de la vida. Ambicionar es impulsar las ilusiones.  En esencia, la ambición es la capacidad de imaginar posibilidades más allá de la realidad inmediata. La ambición llega hasta donde la simple fantasía se convierte en la fuerza que nos motiva para perseguir metas, superar desafíos y explorar nuevas experiencias.

Hay personas enormemente humildes, casi marginados, que muy lejos del pensamiento conformista del sueño cavernicola de Marx, Engels y la izquierda, aspiran a alcanzar lo que anhelan sin saber cómo, pero con un horizonte de superación, responsabilidad y perseverancia que les impulsa a luchar por ello. Son personas que han nacido para cumplir el propósito natural que nos permite ocupar un espacio siendo útiles en la vida.., y acertadamente, a veces, el destino retribuye su cualidad.

Creer que la ambición no es el motor de la sociedad, o que se puede sustituir por el conformismo de la igualdad, es el origen de una comunidad reaccionaria destinada al fracaso y enferma.

La ambición mueve el mundo productivo generando ilusión; deseo de superación; empresarios; autonomos; mandos intermedios; trabajadores expertos; riqueza; puestos de trabajo; estabilidad; negocios; industrias; fabricas; universidades; ciencia; hospitales; viviendas; tecnologia; esperanza; abundancia; familia; bienestar; etc., todo lo que con promesas incumplidas, injusticias y totalitarismo no generan los gobiernos de izquierda, cuya ambición se limita a gravar con impuestos a quienes sostienen las estructuras del país para mantener vagos, delincuentes, degenerados, resentidos, incultos y sobre todo utópicos, como generadores de votos para un gobierno insano que solo sabe gastar en aras de comprar voluntades.