Reyes para la foto
Felipe VI y Letizia han perfeccionado el arte de la monarquía de escaparate: aparecer en las tragedias para que el titular y la foto transmitan cercanía, pero sin ejercer la más mínima presión para que el Gobierno actúe con urgencia. Una Corona que no incomoda al poder político es un adorno inútil, y España, desgraciadamente, mantiene una monarquía que no solo no aporta (al contrario que la de su padre) si no qué, causan escándalo de tapadillo amañado, pero cada uno por su lado y ambos cobrando y vagueando a la sopa boba y a las órdenes de Sánchez.
La Palma, 2021
Tras la erupción del volcán de Cumbre Vieja (19 de septiembre de 2021), los Reyes caminaron entre cenizas, abrazaron a vecinos y escucharon promesas de reconstrucción. Pero cuando las cámaras se apagaron, las ayudas del Estado tardaron meses en llegar. A finales de 2022, más de 300 familias seguían sin vivienda definitiva y las compensaciones económicas eran, según testimonios de los afectados, “migajas frente a las pérdidas reales”. Felipe VI no hizo ni una declaración exigiendo a Pedro Sánchez que priorizara la reconstrucción; ni una comparecencia denunciando el abandono. Solo un silencio regio, que en la práctica fue complicidad con la desidia.
Riadas y desbordamientos en Murcia y Comunidad Valenciana, 2019 y 2023
En el Levante, con cientos de muertos y miles de desalojados. Solo durante "La Dana" las promesas gubernamentales quedaron a medio cumplir. Los Reyes hicieron acto de presencia, pero sin exigir públicamente medidas preventivas para evitar que el desastre se repitiera… cosa que volvió a suceder en 2023.
Valencia, 2024
En el incendio que arrasó un bloque residencial en Campanar (22 de febrero de 2024), con al menos 10 muertos y decenas de familias sin hogar, la reacción real fue la misma: visita de protocolo, gestos solemnes y frases de consuelo vacías. Mientras tanto, las ayudas estatales no llegaban con la urgencia prometida y las familias damnificadas dependían más de donaciones ciudadanas que de la administración. Ni el Rey ni la Reina se atrevieron a señalar la lentitud del Gobierno.
En Extremadura (julio de 2022), más de 20.000 hectáreas arrasadas en Las Hurdes y Valle del Jerte; en Galicia (agosto de 2022), más de 33.000 hectáreas calcinadas. Los Reyes visitaron zonas afectadas cuando el humo ya se había disipado, en una gira que parecía más un reportaje fotográfico que una acción de apoyo real. Los vecinos reclamaban maquinaria, ayudas y coordinación, no un paseo de sonrisas diplomáticas.
Entre 45 y 50 Incendios forestales en Castilla León, Extremadura, Galicia y Madrid, 2.025 con alrededor de 150.000 hectáreas arrasadas con fallecidos, heridos y pueblos enteros arruinados, sin que el gobierno haya tomado medidas urgentes de intervención militar, y donde sin duda aparecerá el pseudo Jefe del Estado Felipe VI "El tragaderas" con su esposa republicana en vena, para hacerse fotos pseudo llorando en busca de condescendencia y admiración a través de las cadenas de televisión, trasladando la solidaridad que todos sabemos que no sirve para otra cosa que no sea la foto y el paripé de una institución vendida.
Y todo, responsabilidad subsidiaria de la UE agenda 20/30 y de esos ecologistas que deberían ser inhabilitados como funcionarios y llamados, por lo menos a declarar.
La Corona española se ampara en el mantra de la “neutralidad política” para justificar su silencio. Pero en casos de tragedia nacional, exigir eficacia no es hacer política: es ejercer liderazgo moral. Callar es una elección, y esa elección los sitúa del lado del poder que falla, no del pueblo que sufre.
Felipe VI "El tragaderas" no ha sido capaz de plantarse ante un presidente del Gobierno -sea Sánchez o cualquier otro- para exigirle que la ayuda a las víctimas sea inmediata. Letizia, que presume de empatía y compromiso social, tampoco ha roto el guion para ir más allá de las lágrimas fotogénicas en su papel ornamental.
Cada tragedia revela el patrón:
- Llegada tardía cuando las cámaras ya están listas.
- Recorrido entre escombros o cenizas acompañado de gestos solemnes.
- Frases medidas y vacías, sin señalar responsables ni urgir soluciones.
- Desaparición mediática hasta la próxima catástrofe.
En lugar de ser un jefe de Estado que incomode al poder político, Felipe VI " El tragaderas" se ha convertido en un acompañante silencioso del protocolo gubernamental. Y esa pasividad, en tiempos de crisis, es casi un insulto.
Epílogo
España no necesita reyes que lleguen para la foto, sino líderes que se mojen, que levanten la voz y que, si es preciso, incomoden a quien no cumpla con su deber.
Mientras Felipe VI "El tragaderas" y Letizia la republicana ambiciosa, prefieran la comodidad de la neutralidad cómplice, seguirán siendo figurantes de lujo en un teatro donde las víctimas reales son el último decorado que se desmonta cuando se apagan las cámaras. Es el precio del silencio de Jaime de Burgo; el precio de que Leonor sea la sucesora de Felipe VI " El tragaderas" y el precio de seguir chupando del bote, para que España parezca una democracia.