Precios dinámicos: dos visiones que reflejan la tradición y los intereses del mercado farmacéutico.
El Ministerio de Sanidad, bajo la responsabilidad de un socio minoritario de la coalición gubernamental, ‘Mas Madrid’, ha puesto en marcha un ambicioso anteproyecto de Ley de Medicamentos y Productos Sanitarios. En este momento, las dificultades de aprobación de leyes, es máxima, por la cascada de escándalos que han convertido el Parlamento en un gallinero, sin embargo, hay que reconocer que la futura ley tiene algunas ventajas, como por ejemplo aumentar los precios de los medicamentos más baratos para evitar su desabastecimiento, y un grave inconveniente: los llamados precios seleccionados, que ha sido rechazados de forma unánime por el sector. En su lugar, tanto la patronal de los medicamentos innovadores (Farmaindustria) como la de los medicamentos genéricos (Aeseg) han defendido la implantación de otra modalidad de ahorro que se concreta en la aplicación de ‘precios dinámicos’, aunque con concepciones claramente diferenciadas. Los precios dinámicos serían una forma de reducir el precio de los medicamentos fuera de patente y con pocas alternativas de medicamentos genéricos, es decir, con poca competencia.
La propuesta de Aeseg bebe de un modelo clásico de incentivo al consumo por volumen. Su planteamiento es sencillo y coherente con la lógica que ha guiado la política de genéricos desde su implantación en nuestro país: cuanto mayor sea la cuota de mercado alcanzada por los genéricos, mayor será la reducción de sus precios. Así, los nuevos genéricos se lanzarían con un descuento del 40 % sobre el Precio de Venta al Laboratorio (PVL). Si alcanzan una cuota de mercado del 50 % en unidades, el precio se reduciría un 5 % adicional, y otro 5 % más al superar el 70 %. Este mecanismo no solo busca acelerar la implantación de los genéricos, sino también garantizar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud, respetando la tradición española de asegurar el acceso a medicamentos asequibles.
Por el contrario, Farmaindustria propone un modelo donde la Administración mantiene un papel rector, fiel al espíritu de orden y control que ha caracterizado a nuestra política farmacéutica en el ámbito de los medicamentos innovadores. En este esquema, el Ministerio de Sanidad sería quien decida qué medicamentos se someten a precios dinámicos y qué descuentos se aplican, en función del número de competidores presentes en el mercado. Esta visión pretende evitar una caída desordenada de los precios que pueda poner en riesgo la inversión en investigación y desarrollo, pilar fundamental de la industria innovadora.
Ambas propuestas coinciden en la necesidad de establecer mecanismos de salvaguardia frente a la competencia temeraria, esa que empuja los precios a niveles insostenibles y que podría comprometer tanto la calidad como el suministro de los medicamentos.
En definitiva, el debate sobre los precios dinámicos revela dos formas de entender el mercado: la de Aeseg, basada en el estímulo directo a la competencia por volumen, y la de Farmaindustria, centrada en un control público que proteja la innovación. Y la Ley, en el hipotético caso de que resulte aprobada, deberá considerar estas propuestas y abandonar los precios seleccionados en su versión inicial, que además resultan claramente perjudiciales para los pacientes, al forzar el cambio de productos y perjudicar la adherencia a los tratamientos.